lunes, 19 de septiembre de 2011

Veneno.


Perdónenme por todo. Nunca quise lastimarlos, no conscientemente. Quizás mis estúpidos complejos, tal vez mi oculto yo negativo. Pero no quería causarles dolor ni odio. Tampoco quise actuar precipitadamente, los extraño tanto.

Sé que no soy una buena persona, sé que mi actitud me condena a estar sola, pero, ¿cómo le hago? ¿Cómo le hago? He intentado cambiarme a mí misma, he tratado de no alejar a las personas que quiero de mí. Pero mis tendencias superficiales me provocan aborrecer las imperfecciones de mis amigos, a pesar de que yo sea la menos indicada para juzgar las actitudes de alguien.

Llevo mi carga negativa a cada lugar a donde voy, a cada cosa que toco, siempre me acompaña y ataca a cualquiera que esté cerca de mí. Váyanse de mi vida, no se contagien de mis demonios, no permitan que mi oscuridad apague su luz.

No te acerques más, te aseguro que problemas y dolor te causaré. Aunque no quisiera, es inevitable. Salva a tu persona de mis vicios, de mis tonterías, de mis cambios repentinos de humor, de mis odios, de mis envidias. Cúbrete la cabeza de mis veredictos crueles y de mis decisiones influidas por el orgullo.

Discúlpenme, yo jamás deseé que todo esto pasara, nunca pasó por mi mente que las cosas terminarán así. Y sé que es culpa mía y de mi veneno. Mis inseguridades logran alejarlos todavía más de mi corazón. Mi maldito cerebro me hace creer que todas las personas que dicen quererme no son más que unas hipócritas, malas personas. Cuando la realidad es que la única mala de la historia soy yo, siempre soy yo.

Mis recuerdos me mantienen viva. Y repentinamente el mundo me da la espalda, sé que lo merezco. Soy una clase de diablo salido de las más viles profundidades del infierno. No soy buena para ti, no soy buena para nadie. Quisiera borrar todo mi pasado y volver a iniciar, pero vuelvo a caer en la locura y prosigo a escupir mi veneno, una y otra vez. Incluso sonrío al hacerlo, disfruto mi maldad, aunque juro, después me arrepiento.

La consumada venganza recorre mi cuerpo entero, cada fibra se llena de adrenalina. Hago pagar cada juego, cada palabra, cada mentira y cada ofensa. Y cada malentendido es igualmente vengado. ¿Cómo puedo ser tan frívola? ¿Cómo puedo ser tan cruel? El desamor me ha cambiado. Me hubiesen conocido hace algunos años atrás y se habrían sorprendido tanto de mi ingenuidad, de mi alegría. Hoy la amargura corre por mis venas, la soledad me vuelve una demente, cobro a inocentes el daño que causó alguien más. Y alejo a todos mis amigos, y me aflige, pero sigo actuando equivocadamente. Trato de ignorarlo y sólo doy pasos en falso.

Quiero ser una buena persona pero sólo pronuncio maldiciones. No quise dañarlos, no quería llegar a este extremo de la situación. Pero sé que debo pagar por mis desdenes, y por mi indiferencia, por juzgar y decretar sin importarme sus sentimientos. La amistad no pasará jamás otra vez en mi camino. Y tú, lector, no intentes ser mi amigo. Te recuerdo, toparás con pared, y eso si tienes suerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario