lunes, 12 de septiembre de 2011

Vives en mi mundo imaginario, fuera de los versos...mueres.


Cuando dedico algunos minutos de mi tiempo a escribirte, naces en el transcurso de la tinta de la pluma al papel. Cuando termina mi improvisada inspiración, sólo te desvaneces y tu imagen se borra de mis pensamientos, inmediatamente.

¿Cómo decirte a la cara que me he cansado de este juego del orgullo? Rendirme y decirte que te necesito, que te adoro en mis desvelos, que nunca dejé de quererte y nunca lo haré. ¿Cómo volver a pronunciarte un 'te amo'? El tiempo, con cada tic tac te aleja más de mí.

Odio no poder decir tu nombre, me enfurece no poder hacerle saber al mundo lo que fuiste y lo que eres para mí. Me duele no poder confesarte que si escribo poesía es porque tú existes y de alguna manera espiritual te llevo dentro de mi alma.

Por eso amo escribir, ¡cómo adoro escribir! Porque con cada letra siento tus abrazos y tus besos, en cada frase de amor te siento cerca de mí y en cada párrafo me aparecen tus ojos, tus hermosos ojos negros.

Poesía eres tú, así como diría Bécquer. Poesía eres tú. Tu mirada, tu cabello, tus labios, tu nariz, tus risas, tus enojos, tu desdén, tu ternura, tu piel, tus movimientos, todo tú eres poesía.

Y vuelvo a terminar esta prosa, y te vuelves a difuminar. Lloro, lloro.


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