martes, 26 de febrero de 2013

Cuatro años hacia delante XIV





Poco más tarde Ángela y Cecilia regresaron. La casa de Eduardo estaba demasiado silenciosa, la incomodidad se palpaba en el aire.
— Pues ya es tarde, creo que me voy a mi casa — dijo Cecilia. — Niñas, ¿se quedan o vienen conmigo?
— No pues, vamos contigo. Seguro Eduardo quiere descansar de nosotras un poco — respondí con una sonrisa insuficiente, Eddie trató de imitarme, pero la alegría no le llegó a los ojos.

Me desperecé y me levanté de donde me encontraba, tomé mi bolsa. Con un beso en la mejilla todas nos despedimos de Eduardo y nos fuimos sin más.
Al llegar a la casa de Cecilia, intenté escaparme de inmediato de las miradas que me perseguían. Pero ya sabía que mis amigas no me permitirían irme a dormir como si nada.

— A ver, explícanos qué pasó en nuestra ausencia y con lujo de detalles — exigió Ángela cruzando los brazos.
— Está bien — bufé hastiada — les contaré.
Tal como me pidió Ángela, les conté todo lo que había pasado mientras no estaban. Desde mi baile con Eduardo y su gran confesión, hasta la llegada de Ian y la salida que tendríamos.
— Guau, ya se había tardado —suspiró Cecilia sorprendida — creí que…
— ¿A qué te refieres? — pregunté con verdadera curiosidad.
— Verás, cuando vinimos aquí; tú sabes, Eduardo y yo nos hicimos grandes amigos, casi hermanos. En una ocasión le hablé de lo que llegué a sentir hace años por él, y le pregunté quién era la chica de la que estaba enamorado y por la que me "rechazó"…
— Déjame adivinar, la chica era justamente…
— Yo… — interrumpí a Ángela sin darme cuenta. Me dejé caer en un pequeño sillón blanco — mi Eduardo, mi pobre Eduardo…— susurré. Ángela creyó que caería en una crisis y se acercó de inmediato a abrazarme, Ceci la imitó. Me sentí segura en los brazos de mis amigas, así que supe controlar el desastre en mi interior.
— ¿Y crees en Ian? — me dijo Ángela después de varios minutos.
— Yo no sé Ángie, mañana voy a escucharlo y después…le pediré que se vaya, que me deje tranquila.
— Amiga, tú lo amas — dijo Ceci — qué tal que lo que dice es verdadero. Phany nunca me pareció una chica sincera.
— Era una de mis mejores amigas — arrojé los puños al aire.
— ¿Aún amas a Ian? — preguntó Ángela alzando una ceja.
— No sé — me jalé los cabellos — yo…quiero a Eduardo también, no quiero lastimarlo, y no quiero equivocarme otra vez con Ian, no puedo confiar en sus palabras…
— Nunca te dio razones para desconfiar — me desafió Cecilia — solo esa vez, con Phany.
— Cuéntanos qué viste ese día, por favor.
— Pues… — carraspeé dispuesta a contar por primera ocasión, la infidelidad de Ian.

Flashback

Después de haber resuelto mis problemas, me dirigí casi con desesperación a la casa de Ian, me moría por volver a acurrucarme en sus brazos, por hacerle el amor por una segunda vez y por muchas más durante toda nuestra vida. Una vida juntos.
Estaba segura de que Ian despertaría con hambre, después de todo lo tragón no se le quitaba con nada. Así que riéndome me paré en una tienda, compré todo lo que ya sabía que a Ian le encantaba y por fin, fui hasta su casa.
A cada paso acercándome sentía que mi corazón se aceleraba, recordaba que hasta hace pocas horas, ambos nos habíamos desvirgado. Esa sensación me causaba un escalofrío de alegría. Ian era mío, yo le pertenecía; así sería.
¡Te amo Ian Cohen!

Saqué el juego de llaves que me había dado Ian hace tiempo, introduje la llave y la puerta inmediatamente cedió. Me dirigí a la cocina y dejé ahí las cosas que había comprado en la tienda. Me puse de original y le preparé algo, modestia aparte, sumamente delicioso. Tomé una bandeja y con cuidado me dirigí a la habitación donde Ian se encontraba. Sentí una dicha en el pecho, imaginando que así sería cada mañana cuando viviéramos juntos. Ágilmente detuve la bandeja con una mano y abrí la puerta.
Entonces la escena perfecta se transformó. La bandeja de comida y jugo de naranja se me resbaló de las manos. Hubo un estruendo, seguido de vidrios rotos sobre mis pies. Mi corazón se congeló, después todo mi cuerpo se había convertido en hielo.

Todo lo anterior solo había pasado en mi cabeza, al menos casi todo. La bandeja seguía en mis manos, mi cuerpo había quedado estático. Frente a mí estaba Ian, sí, pero sobre él había alguien más, alguien que jamás había contemplado como causante de tanto dolor. Phany estaba completamente desnuda, y besaba a mi novio con enorme satisfacción. Cerré la puerta con lentitud, las lágrimas cubrían mi rostro.

Me salí de esa casa en silencio, empecé a correr y a llorar de amargura, sufrí como nunca. Y tal decepción me llevó a tomar una decisión inmediata.
Lo que pasó después, bueno, ya está escrito.

Fin del flashback

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