Admito que eras todo para mí, provocabas poesía en demasía, dabas luz a mi vida, me hacías olvidar aquel mal amor que tanto me hirió el corazón. Pues después de él, me había convertido en un ser hastiado de penas, miedos, incertidumbre y tristezas. Y al conocerte mis malos días se transformaron, celebraba el amanecer cuando recibía una señal de ti, de que me recordabas; pensabas en mí. Anhelaba las madrugadas para pasarlas contigo, no me cansaba jamás de nuestras amenas charlas y de nuestras fantasías.
Adoraba la afinidad de nuestros gustos musicales, nuestros libros favoritos, nuestros comentarios absurdos. De nuestra relación todo lo amaba. Tenía la convicción de que nada importaría, de que permanecerías conmigo. Y dentro de tantos sueños me perdí, creí que estabas tan enamorado de mí como lo estaba yo de ti. Me aferraba a ese tal vez, a esos puede que sí suceda, a las indirectas mal interpretadas. En mí, eso era vital para continuar con mi camino, para sentirme feliz. Tenerte cerca de mí, no pedía nada más; suponía que eras lo que merecía. Trozos de cariño, pedazos de tu afecto, residuos de amor, despojos de esperanza. Todo lo incompleto, aceptado por mi alma. Esa alma que aún no terminaba de recuperarse de algunos fantasmas.
Pero me recuperé, y ya pedía más, urgía saber qué querías de mí, qué clase de pensamientos te provocaba estar a mi lado, si del modo que yo, deseabas formar un nosotros. Me dominó el cansancio, la incertidumbre, el dolor a tus cambios drásticos. Dolores de cabeza, frustración, oh ¡cuánta frustración! Hasta que llegó ese odioso día, en el que descubrí concretamente que no significaba ni la mitad de lo que para mí tú significabas. Cuando supe que me traicionabas, que mentías, que todo lo dicho no valía un carajo. Destruiste el castillo cuando desaparecieron, ante mi decepción; tus caretas.
Ahí todo terminó, ahora ya lo sabes. No tengas la menor duda, corazón; yo ya no te amo. Sin embargo, te agradezco el haberme hecho notar que podía volver a sentir, que podía salir del pozo, que a pesar de todo mi pasado: me amaba, me amo, y me amaré hasta que la muerte me alcance.
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