Ahora estoy respirando por ello, por el juramento de una buena vida; por la expectativa de la paz. Por favor, promete que así será cuando yo vuelva. Necesito anclarme a un deseo. El deseo de ti, de mí, de la luna despejada...
Me urges, no entiendo a mi cerebro, me invaden todos tus benditos recuerdos. Nuestros recuerdos que logré arruinar. Esas imágenes dulces, el mareo y la noche.
No quiero idealizar otra vez, pero quiero recuperar fuerzas a respeto de mis memorias contigo, de una conexión tan suave que todavía no comprendo.
Te extraño y te necesito, quiero trabajar por ambas razones; voy a luchar en cada uno de mis amargos días... En cada infierno que no puedo evitar, en las noches vacías y solas.
Perdóname por haberte fallado, por haber escapado a los brazos de un destino que no lo valía. Un destino plagado de huracanes, de demasiado dolor. Acepto las consecuencias sólo si puedes esperarme. Por favor, espera.
Te pienso y existo, siento que mi corazón despierta un poco, tan sólo una mínima parte de mi cuerpo comienza a moverse. Eso que logra que me levante en las mañanas más crudas; lo que logra que ignore esos detalles que me enterraban en cama.
Me haces falta.
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