Querido Roland, necesitaba decirte algunas cosas. Entre todas ellas que te extraño, realmente te extraño.
La vida dentro de este cuerpo y este mundo me ha resultado un poco caótica; plenas alegrías y profundas tristezas. Errores estúpidos que de haber estado tú jamás habrían sucedido.
Pero no me reprocho ni te reprocho a ti, sólo quería volver a escribir tu nombre y recordar esas historias que me hicieron casi tan fuerte como tú, pero casi tan fría y obsesiva también.
No tienes idea de cuántas veces me he preguntado dónde estarás, en qué siniestro universo estás dando vueltas, a qué misión retorcida te dedicas ahora que todo ha terminado y que las páginas se han cerrado.
Daría cualquier cosa que se me exigiera si tuviera la oportunidad de ver una vez más tu rostro lastimado, tus azules ojos profundos; por repetir tu manera fiera de besar.
Espero que tu camino sea próspero, que tus travesías sean exitosas, y que en medio de toda tu lucha puedas pensar un poco en mí como yo pienso en ti.
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