miércoles, 29 de marzo de 2023

Lágrima

Pensándolo y analizando mi situación actual, creo que ahora entiendo a mi yo de doce años decidiendo por primera vez autolesionarse. Es que es demasiado evidente, no conocía otra forma de llorar, siempre sentí tan intensamente a pesar de que en mi familia eso era motivo de vergüenza, de burla, de locura. Entonces sólo podía “llorar” en mi habitación, entre cuatro paredes. No, no producía una sola lágrima, al rasgar mi piel y sentir como las gotas de sangre recorrían mis muñecas, mis piernas, mi cuerpo… así aprendí a sentir, por medio del dolor físico. No podía decir que mi alma estaba muriéndose, no podía gritar el auxilio que ya necesitaba, porque sencillamente no sabía. Era costumbre minimizarlo todo, al día siguiente el drama se esfumaba como las cenizas de un cigarro en el viento, y yo me consumía. Han sido tantos años de dolor, desaprender ha sido como una montaña rusa para mí, a veces pienso que saldré de esto más fuerte, y en otras ocasiones siento que la única puerta de salida es la muerte. En silencio, siempre todo guardándomelo para mí misma. Dejando que mi cuerpo pagara los platos rotos. He sido tan injusta conmigo, he sido cruel, castigadora. ¿Por qué? El cerebro humano es tan extraño, tan listo y a la vez tan estúpido: le enseñaron a acallar los sentimientos y ahora que tengo el mando para hacer las cosas bien me cuesta demasiado entender que ya no soy aquella niña, que la violencia se ha ido, que ahora puedo hacer algo para ser feliz. ¿Por qué me pide a fuerza una sustancia para ser feliz? Yo sé que la vida no esperará a que yo sea perfecta, el tiempo pasa y no quisiera perderlo batallando con la esperanza y el desánimo. Temo despertar y temo no hacerlo, temo vivir y temo irme repitiendo el ciclo de terror. Pero si algo tengo claro ahora mismo que compadezco a esa niña que apenas empezaba a vivir y ya sufría en silencio, que quisiera abrazarla y decirle que puede llorar, que puede gritar, que puede reír. Que la existencia puede no ser un martirio. Si pudiera que no haría. ¿Será que a mis veintiocho años aún puedo?

1 comentario: