Efectivamente, todo este tiempo te mentí. No me pareces aborrecible,
ni siquiera un poco insoportable, al contrario, siempre me has parecido
maravilloso, inigualable, especial.
Tengo que hacerte una pequeña pero significante confesión; me agrada
cada cosa que haces, cada palabra que dices me produce un sonrojeo extremo. Y
siempre que yo decía que te odiaba, en realidad estaba tratando de decir te
quiero.
Otro tazón de café amargo, más espera. ¿No debería de haberme ya
acostumbrado a esto? Patéticas cicatrices, que cuando intento confesarte mi
amor, me demuestran el dolor que en el pasado sentí y por el que tanto miedo
tengo, entonces doy un paso atrás. Quisiera poder soltar las penas de ayer,
liberarme de las ataduras de un mal recuerdo y retener esa seguridad que lucha
por zafarse de mis manos. Lograr gritarle al mundo, ¡yo amo a ese chico!
Y me correspondieses o no, saber que el amor creció sin temor dentro
de mí.
…
Otra vez me acorde de ti, de
pronto comenzó a sonar en mi estúpido teléfono celular aquella canción que
representaba nuestra historia, ¿en serio de nuevo? ¿Cuántas veces más? Mierda.
Creo saber que ya no te amo, y
sin embargo sigo pensando en ti. Solo algunas ocasiones, cuando de pronto todo
se torna complicado, difuso e incluso tenebroso, llegas aquí a mi alma y
todavía más allá de mi propio ser, me envuelves con la reminiscencia, entonces así
triunfo en volver a encontrar la luz del sol.
Y el proceso comienza de nuevo.
http://youtu.be/C9JRHRS8kkI
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