Y, a pesar de todo, a pesar de tantos sentimientos contrariados, tantos golpes en el corazón y aunque estaba de por medio mi propia felicidad, hasta el último momento pensé en él... hasta el último segundo y en su ausencia le fui fiel.
Así que decidí alejarme, decidí ausentarme para que le fuera más fácil olvidarme, al final de cuentas, cuando te obligas a ser feliz sin alguien... te terminas acostumbrando a no contar con su presencia. Te acostumbras a ya no escuchar su voz, a ya no mirar sus ojos, a ya no probar sus labios...
Era difícil irme cuando aún sabía que él me necesitaba, para bien o para mal... me necesitaba, no de la forma en que yo deseaba que lo hiciera, pero aún así lo hacía y eso, ya era ganancia.
...y así fue como terminó el amor, su ausencia, mis ganas de llorar y la costumbre fue lo que propicio a que ya no lo necesitara, incluso cuando seguía aferrada a la idea de que aún lo amaba, no era verdad... el amor se acaba, las ganas desaparecen y el olvido...
... se hace presente.
Escrito extraído de Inspiración artificial.
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