jueves, 19 de julio de 2012

Textos empolvados

... entonces miré sus ojos, y me di cuenta que todo estaba perdido, que no me quedaba nada por recuperar. Que aunque lo había amado hasta el punto de olvidarme... tenía que aceptar que ya no podía ser lo mismo. Que él en algún momento se había ido, y que aún sabiendo que él era lo único que tenía, se fue... y me había dejado completamente sola.

Y, a pesar de todo, a pesar de tantos sentimientos contrariados, tantos golpes en el corazón y aunque estaba de por medio mi propia felicidad, hasta el último momento pensé en él... hasta el último segundo y en su ausencia le fui fiel.

Así que decidí alejarme, decidí ausentarme para que le fuera más fácil olvidarme, al final de cuentas, cuando te obligas a ser feliz sin alguien... te terminas acostumbrando a no contar con su presencia. Te acostumbras a ya no escuchar su voz, a ya no mirar sus ojos, a ya no probar sus labios...

Era difícil irme cuando aún sabía que él me necesitaba, para bien o para mal... me necesitaba, no de la forma en que yo deseaba que lo hiciera, pero aún así lo hacía y eso, ya era ganancia.

...y así fue como terminó el amor, su ausencia, mis ganas de llorar y la costumbre fue lo que propicio a que ya no lo necesitara, incluso cuando seguía aferrada a la idea de que aún lo amaba, no era verdad... el amor se acaba, las ganas desaparecen y el olvido...

... se hace presente.

Escrito extraído de Inspiración artificial

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