miércoles, 11 de julio de 2012

En el nombre del café, la madrugada y el insomnio.




Más café.
Humeante taza para el frío del corazón, hilo de frases inconclusas y su nombre tachado en la pared,
más café.
Deshoras acompañadas de dudas arremolinadas, lágrimas, navajas, tempestades,
más café.
Una herida oculta bajo el manto de la estrellada noche, ella está rota.
Aspira el aroma casi erótico de la cafeína, suspira y vuelve a beber. Sus ojos desgastados amenazan con cerrarse para abrir el camino a los pensamientos más caóticos. Sueña despierta, acariciando la sensación de melancolía, de pronto recuerdas las blancas manos de él, recorriéndole el cuerpo entero, su mirada fija y misteriosa destruyéndola, sus labios dulces...Detiene en seco, prueba el café que impiadoso se enfría, vuelve a pensar en él, su pasado. Su cuerpo protector, sus mágicas y ahora lastimosas palabras.
Ella se pierde.
El café frío ya no sabe igual.


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