martes, 26 de febrero de 2013

Amortiguador

Voy a dejarlo fluir, antes de que todo se destruya desde adentro, dejaré que toda herida sea eliminada de mí por las letras, que ellas bien saben cómo hacerlo. 
  ¿Nos decepcionamos? ¿Hemos de sentirnos culpables, he de hacerlo yo? Ya imaginaba cómo iba a terminar, entonces con malicia tomé todo de ti, todo lo que creía mío. En una de las interminables madrugadas, me apropié por segundos de tu corazón, del espíritu que te habita. Tal vez se acabó, pero yo ni siquiera he comenzado. Aún hay algo aquí, por si necesitabas saber.
  Tomaste mi alma, transformaste lo que parecía ser cotidiano, me di cuenta que el amor está en cualquier parte, porque me enamoré de ti. Y entre sueños, todo pasó ¿no es así? Te besé, te invité mis caricias, compartí mis ideas, mezclé mis deseos con los tuyos.  Hasta puedo sentir que te conocí más de lo que he podido conocerme a mí, reconocí tu aroma. Fuiste demasiado único, lo sabes y yo también lo sé. Todo va a estar muy bien. Me acostumbré a soñar, es verdad, pero también es real que si me obligan puedo despertar; y aunque es difícil, sé dejar ir esas fantasías. No importa qué suceda en adelante, ni importa de qué modo o con qué razón; recuérdame. Te imaginé reír en mi oído, o llorar entre mis brazos; me imaginé observándote mientras dormías. Un poco de tiempo, eso necesito para volver a mí misma. Me conoces. 
  Había incertidumbre, demasiada adversidad, y muchas mentiras; ya no importa porque ahora todo estará bien. Y te amo, no puedo dudarlo ni un poco.
Cerraba los ojos y podía escuchar tu respiración, estaba aferrándome a tus manos. Aferrémonos a otra irrealidad. ¿Algo fue real? ¡Claro! Las palpitaciones de mi corazón, el nerviosismo en mi voz, las demostraciones de afecto, los costos y beneficios. De aquí, lo fue. 
  A mí no me apena decir lo que realmente estoy sintiendo, aceptó que el día de hoy solo encuentro un gran vacío; falta de algo. Como si me estuviera hundiendo y no hiciera nada para detenerme.
Todo va a pasar, siempre es así desde que me presentaron al amor. 

Cuatro años hacia delante XIV





Poco más tarde Ángela y Cecilia regresaron. La casa de Eduardo estaba demasiado silenciosa, la incomodidad se palpaba en el aire.
— Pues ya es tarde, creo que me voy a mi casa — dijo Cecilia. — Niñas, ¿se quedan o vienen conmigo?
— No pues, vamos contigo. Seguro Eduardo quiere descansar de nosotras un poco — respondí con una sonrisa insuficiente, Eddie trató de imitarme, pero la alegría no le llegó a los ojos.

Me desperecé y me levanté de donde me encontraba, tomé mi bolsa. Con un beso en la mejilla todas nos despedimos de Eduardo y nos fuimos sin más.
Al llegar a la casa de Cecilia, intenté escaparme de inmediato de las miradas que me perseguían. Pero ya sabía que mis amigas no me permitirían irme a dormir como si nada.

— A ver, explícanos qué pasó en nuestra ausencia y con lujo de detalles — exigió Ángela cruzando los brazos.
— Está bien — bufé hastiada — les contaré.
Tal como me pidió Ángela, les conté todo lo que había pasado mientras no estaban. Desde mi baile con Eduardo y su gran confesión, hasta la llegada de Ian y la salida que tendríamos.
— Guau, ya se había tardado —suspiró Cecilia sorprendida — creí que…
— ¿A qué te refieres? — pregunté con verdadera curiosidad.
— Verás, cuando vinimos aquí; tú sabes, Eduardo y yo nos hicimos grandes amigos, casi hermanos. En una ocasión le hablé de lo que llegué a sentir hace años por él, y le pregunté quién era la chica de la que estaba enamorado y por la que me "rechazó"…
— Déjame adivinar, la chica era justamente…
— Yo… — interrumpí a Ángela sin darme cuenta. Me dejé caer en un pequeño sillón blanco — mi Eduardo, mi pobre Eduardo…— susurré. Ángela creyó que caería en una crisis y se acercó de inmediato a abrazarme, Ceci la imitó. Me sentí segura en los brazos de mis amigas, así que supe controlar el desastre en mi interior.
— ¿Y crees en Ian? — me dijo Ángela después de varios minutos.
— Yo no sé Ángie, mañana voy a escucharlo y después…le pediré que se vaya, que me deje tranquila.
— Amiga, tú lo amas — dijo Ceci — qué tal que lo que dice es verdadero. Phany nunca me pareció una chica sincera.
— Era una de mis mejores amigas — arrojé los puños al aire.
— ¿Aún amas a Ian? — preguntó Ángela alzando una ceja.
— No sé — me jalé los cabellos — yo…quiero a Eduardo también, no quiero lastimarlo, y no quiero equivocarme otra vez con Ian, no puedo confiar en sus palabras…
— Nunca te dio razones para desconfiar — me desafió Cecilia — solo esa vez, con Phany.
— Cuéntanos qué viste ese día, por favor.
— Pues… — carraspeé dispuesta a contar por primera ocasión, la infidelidad de Ian.

Flashback

Después de haber resuelto mis problemas, me dirigí casi con desesperación a la casa de Ian, me moría por volver a acurrucarme en sus brazos, por hacerle el amor por una segunda vez y por muchas más durante toda nuestra vida. Una vida juntos.
Estaba segura de que Ian despertaría con hambre, después de todo lo tragón no se le quitaba con nada. Así que riéndome me paré en una tienda, compré todo lo que ya sabía que a Ian le encantaba y por fin, fui hasta su casa.
A cada paso acercándome sentía que mi corazón se aceleraba, recordaba que hasta hace pocas horas, ambos nos habíamos desvirgado. Esa sensación me causaba un escalofrío de alegría. Ian era mío, yo le pertenecía; así sería.
¡Te amo Ian Cohen!

Saqué el juego de llaves que me había dado Ian hace tiempo, introduje la llave y la puerta inmediatamente cedió. Me dirigí a la cocina y dejé ahí las cosas que había comprado en la tienda. Me puse de original y le preparé algo, modestia aparte, sumamente delicioso. Tomé una bandeja y con cuidado me dirigí a la habitación donde Ian se encontraba. Sentí una dicha en el pecho, imaginando que así sería cada mañana cuando viviéramos juntos. Ágilmente detuve la bandeja con una mano y abrí la puerta.
Entonces la escena perfecta se transformó. La bandeja de comida y jugo de naranja se me resbaló de las manos. Hubo un estruendo, seguido de vidrios rotos sobre mis pies. Mi corazón se congeló, después todo mi cuerpo se había convertido en hielo.

Todo lo anterior solo había pasado en mi cabeza, al menos casi todo. La bandeja seguía en mis manos, mi cuerpo había quedado estático. Frente a mí estaba Ian, sí, pero sobre él había alguien más, alguien que jamás había contemplado como causante de tanto dolor. Phany estaba completamente desnuda, y besaba a mi novio con enorme satisfacción. Cerré la puerta con lentitud, las lágrimas cubrían mi rostro.

Me salí de esa casa en silencio, empecé a correr y a llorar de amargura, sufrí como nunca. Y tal decepción me llevó a tomar una decisión inmediata.
Lo que pasó después, bueno, ya está escrito.

Fin del flashback

sábado, 23 de febrero de 2013

Diría no

No quiero renunciar al amor que me da cada madrugada, a sentirme todo el tiempo enamorada de él. No quiero olvidar la alegría que él me regaló desde que llegó a mi vida; sabía que todo entre nosotros siempre se trató de amor. No quiero desechar el camino que forjamos juntos. No borraré sus hermosos ojos, la forma de sus labios, la textura de su piel, nada de eso. No quiero que se me vaya el sonido de su risa, las palabras que tanto me decía, los sueños tontos. No dejaría su locura, siempre la preferiré más que a la mía. Sin él, probablemente me perdería; todo lo que califico de hermoso, perdería su sentido.

jueves, 21 de febrero de 2013

Yo lo quiero hasta el fondo de todos los abismos, hasta el último vuelo de la última ala, cuando la carne no sea carne, ni el alma sea alma.

martes, 19 de febrero de 2013

Cerrar los ojos

Mi cuerpo se ha vuelto una prisión: pastillas para disimular el dolor. Mis palabras son insuficientes, sigo sintiendo que me hundo y que nada puedo hacer para detenerme. Quiero sonreír y lo único que formo es un rictus. Deseo abandonar mis vicios, pero ellos insisten en estar conmigo, hasta terminar de destruirme. No soporto a las personas, no soy capaz de pasar demasiado tiempo con ellas, pronto me envuelve el fastidio. Sé que prefiero solo la compañía de mis fantasmas.
  Siempre creo que soy más feliz en el mundo de mi mente. En mis tontas fantasías, mi máxima alegría es imaginar, amoldar las cosas a mi modo, crearme un paraíso. No termino de aceptar la realidad. Permíteme volver a cerrar los ojos...por favor.

domingo, 17 de febrero de 2013

Nos faltó mucho

Nos faltó un mundo por recorrer,
Nos faltó respirar un bosque juntos,
Nos faltó volar por las alturas,
Nos faltó mucho por besarnos…

Ahora eres solo un recuerdo en mi pasado,
Un tal vez que no tuvo espacio,
Un suspiro inconcluso, una lágrima a medio nacer
De verdad que nos faltó mucho por besarnos;

Nos faltó ir al cine de las manos tomados,
Nos faltó agotarnos de tanto mirarnos,
Nos faltó disfrutar de una cena juntos,
Y de hecho nos faltó besarnos tanto…

Nos faltó ir al teatro juntos,
Nos faltó en la playa darnos un baño,
Nos faltó cumplirnos aquella promesa,
Ésa de besarnos siempre,
sí que nos faltó besarnos

Nos faltó cocinar una tarde juntos,
Nos faltó salir de compras un rato,
Nos faltó sacar al perro juntos,
Insisto, nos faltó eso de besarnos;

Nos faltó tiempo para esperarnos,
Nos faltó un poco más para vivirnos,
Nos faltó valentía para asumir,
Que siempre nos faltó mucho por besarnos.

— Ileannie Guevara

sábado, 16 de febrero de 2013

Cuatro años hacia delante XIII

Fin del flashback en versión de ella
__________________________________________________________
Después de haber recordado esa promesa, me quedé perdida por un momento en la inmensidad. Sentía la mirada de Ian sobre mí, pero yo continuaba en una especie de trance. Aquella maldita promesa que no habíamos cumplido. Pero evidentemente, era culpa suya. Él lo estropeó todo, logró romperme el corazón de la manera más burda y cruel. Y precisamente con una de mis mejores amigas, Phany Marín.

  — Entonces — me interrumpió Ian — ¿Recuerdas nuestra promesa?
— ¡Cómo no voy a recordarla! — le respondí jalándome los cabellos — pero ni siquiera es mi culpa de que se hubiese hecho pedazos, tú lo arruinaste todo.
— Si tan solo me dejaras explicarte cómo sucedieron las cosas, tal vez lograrías perdonarme. Porque sé hasta el fondo de mi corazón que aún me amas — se acercó a mí, acorralándome. Me observó con una enorme dulzura, una que en cualquier momento me haría caer en sus redes. Se acercó cada vez más a mí, nuestros labios estuvieron a punto de rozarse, podía sentir su aliento sobre mi boca. No me importaba nada más, nada a mí alrededor, cualquier cosa. Solo quería decirle cuánto lo extrañaba y las ganas que tenía de escaparme con él hacia ningún lugar, y perdonar su espantosa infidelidad. 

  Pero entonces, la campana me salvó, o algo así. Pues el sonido de la puerta principal abriéndose, me indicó que Eduardo había regresado de su “paseo”. 

— ¿Te parece si nos vemos mañana en Starbucks? — preguntó Ian separándose inmediatamente de mí, ante la mirada asesina de mi amigo Eddie. — te lo ruego, aún tenemos muchísimas cosas que aclarar.
— Mañana a las cinco de la tarde en Starbucks, es la última oportunidad que te daré de que me brindes tu versión, pero eso no significa que me vaya de lleno a tus brazos. Han pasado cuatro años, ambos hemos cambiado…
— Pero nuestro amor sigue intacto. Tú me amas, yo te amo. Sin ti no hay más — susurró cerca de mi oído.
— Hasta mañana — le dije a secas.
— Adiós, mi amor — respondió con descaro — Nos vemos después Eduardo — dijo después dirigiéndose a mi amigo que nos miraba con frustración al escuchar la cita que habíamos acordado.
Ian se acercó y me plantó un beso en la comisura de mis labios, miró a Eduardo en un gesto de fastidio y salió de la casa. Suspiré con tristeza y me dejé caer sobre el sillón, tapando mi cara con las manos, podía sentir la humedad de mis lágrimas en las palmas de mis manos. Por más que lo intentaba, no lograba ocultarle mi aflicción a Eduardo, y sabía que esto lo afectaba en demasía.

— ¿Todo bien? — me preguntó Eduardo acercándose a mí y ofreciéndome sus brazos, a los que yo acepté gustosa.
— Muy bien. Mañana aclararé las cosas con Ian, escucharé lo que tiene que decirme. Y le diré que se vaya de mi vida para siempre. Que yo, solo te quiero a ti, a nadie más. — Finalicé con poca o nada de seguridad.
— Yo lo sé — sonrió Eduardo con un tono amargo — Sea como sea, yo siempre voy a amarte.
— Te lo he dicho antes y lo volveré a decir — dije aferrándome a su cuello como una niña pequeña — tú eres como mi alma gemela, mi mejor amigo, mi salvación — tartamudeé al decir la última palabra.
Entonces, Eduardo empujó sus labios contra los míos con desesperación, como si fuera la última vez que pudisese hacerlo.

jueves, 14 de febrero de 2013

Por si oyes mis latidos a lo lejos


Perdóname si a veces corrijo las palabras que utilizas, los errores que cometes, las frases torpes que dices; me conoces, cualquier cosa me influye y más si viene de ti. Perdóname por ser depresiva y celosa, por convertir tus mejores días en los más peores. Perdóname por desear leer tus pensamientos, por mi inseguridad ante tus muestras de afecto, por tener siempre la duda si de verdad todavía puedes amarme. Perdóname por enviarte mensajes en la madrugada, en mi estado más lunático y esperar una respuesta. Me mantengo unida al teléfono celular, y veo como nuestro amor se provee de altibajos. Perdóname por las cosas que me molestan, por no decirte que te amo en el momento que debo hacerlo. ¿Sabes? Aún recuerdo el día que nos conocimos, que entre utopías nos besamos; entonces quería parar las agujas del reloj. Quiero que conmigo sueñes, que escapemos, escuchar desde aquí el latir acompasado de tu corazón, quiero que luchemos. Tú me ayudas a desaparecer la depresión.
  Cuantas cosas más por jurar, cuantas ideas futuras inexactas.
¿Príncipe y princesa? Sé que eso no es lo tuyo.  Perdóname por no lograr superar mis complejos, por serle fiel a este amor vivido a kilómetros, por cada día morir por ti, desear tus besos. Perdóname si lo que siento por ti solo lo plasmo en papel, pero no encontrando otra forma, anhelo acariciarte con palabras. Perdóname si en horas y deshoras estás en mi mente, son los recuerdos felices y todas las tristezas. Quiero estar contigo, despertar con tus caricias. Regalarte un palacio de sentimientos al hacerte el amor.  Perdóname si me ciego ante una discusión.
  Iría hasta donde hiciera falta, solo por estar a tu lado; sé que es demasiada miel ¿cómo le hago para detenerme? No me quiero rendir, lo sabes. Te amo más cada minuto, cada hora, cada mes. No puedo verte todos los días, pero de mi pensamiento no sales ni un momento. 

lunes, 11 de febrero de 2013

El amor daña

No es muy distinto, ¿cómo puedes intentar amar a alguien si ni siquiera has logrado deslindarte totalmente de otra? No soy un reemplazo,  o eso quiero creer. No soy la cura de su alma, la salvación de su soledad, no soy ni quiero ser. Y si piensa que es, no podemos continuar forjando un camino juntos.
No puedes dudar ni un segundo que te amo, porque he dejado por ti cualquier fantasma del pasado, porque he abandonado esos trágicos ayeres, esas promesas incumplidas, esas malas remembranzas, por ti, por mí; las  he dejado para siempre. Pero tú sigues atrapado, en una melancolía inacabable, un muchacho de ojos tristes que no puede sonreír ni con mi presencia, y en todo esto; quien más perjudicado y lastimado sale, es mi corazón. Pues lo dejó todo,  y resultó más dañina la cura que la enfermedad. ¿Por qué tiene que ser así? Yo no deseo esto, yo quisiera terminar con todo, anhelo más que nunca sentirme en libertad; las alas que me permiten desencadenarme de un amor que no me pertenece, cadenas que yo misma permití que se me fueran impuestas, cadenas que me hacían, irónicamente, la persona más feliz que podía existir. No me importaba nada más, pues aún en la lejanía, podía sentirte, y eso, es maravilloso, o tal vez lo fue. Pero amor mío, no quiero que me utilices de amortiguadora, yo no puedo sanar a alguien cuando mi alma está constituida por rasguños y cicatrices, no puedo ayudarte si ni a mí misma puedo. No me lastimes, no me engañes, no me veas como una salvación, como una coartada, porque no lo soy. Yo soy más que eso, yo soy más de lo que ella representa, tal cual. Mi vida está dedicada a amar sin medida, a entregarlo todo, a sentirme insegura de perder a quien amo, a fingir sonrisas, a pasarla tragando pastillas inútiles que me dejen a merced un rayo de luz. Contigo no las necesito, contigo todos mis vicios se vuelven nada, porque tú te transformas en todo. Yo soy así, cada domingo imagino mi suicidio, cada miércoles me siento repentinamente alegre, y después, los viernes, no siento nada, absolutamente nada. No quiero terminar mal, no soy un reemplazo. Yo renuncié a todos los fantasmas. Si dices amarme, ¿por qué no lo has hecho tú?
Por favor no me lastimas, te ruego no me lastimes.
Soy demasiado débil.

domingo, 10 de febrero de 2013

¿Por qué me marché?

Admito que eras todo para mí, provocabas poesía en demasía, dabas luz a mi vida, me hacías olvidar aquel mal amor que tanto me hirió el corazón. Pues después de él, me había convertido en un ser hastiado de penas, miedos, incertidumbre y tristezas. Y al conocerte mis malos días se transformaron, celebraba el amanecer cuando recibía una señal de ti, de que me recordabas; pensabas en mí. Anhelaba las madrugadas para pasarlas contigo, no me cansaba jamás de nuestras amenas charlas y de nuestras fantasías.

  Adoraba la afinidad de nuestros gustos musicales, nuestros libros favoritos, nuestros comentarios absurdos. De nuestra relación todo lo amaba. Tenía la convicción de que nada importaría, de que permanecerías conmigo. Y dentro de tantos sueños me perdí, creí que estabas tan enamorado de mí como lo estaba yo de ti. Me aferraba a ese tal vez, a esos puede que sí suceda, a las indirectas mal interpretadas. En mí, eso era vital para continuar con mi camino, para sentirme feliz. Tenerte cerca de mí, no pedía nada más; suponía que eras lo que merecía. Trozos de cariño, pedazos de tu afecto, residuos de amor, despojos de esperanza. Todo lo incompleto, aceptado por mi alma. Esa alma que aún no terminaba de recuperarse de algunos fantasmas.
 
  Pero me recuperé, y ya pedía más, urgía saber qué querías de mí, qué clase de pensamientos te provocaba estar a mi lado, si del modo que yo, deseabas formar un nosotros. Me dominó el cansancio, la incertidumbre, el dolor a tus cambios drásticos. Dolores de cabeza, frustración, oh ¡cuánta frustración! Hasta que llegó ese odioso día, en el que descubrí concretamente que no significaba ni la mitad de lo que para mí tú significabas. Cuando supe que me traicionabas, que mentías, que todo lo dicho no valía un carajo. Destruiste el castillo cuando desaparecieron, ante mi decepción; tus caretas.

  Ahí todo terminó, ahora ya lo sabes. No tengas la menor duda, corazón; yo ya no te amo. Sin embargo, te agradezco el haberme hecho notar que podía volver a sentir, que podía salir del pozo, que a pesar de todo mi pasado: me amaba, me amo, y me amaré hasta que la muerte me alcance.

sábado, 2 de febrero de 2013

Lo que pude ver



Así, pensaba en él sin quererlo, y cuanto más pensaba en él más rabia le daba, y cuanto más rabia le daba, más pensaba en él.
Me enamoré del hombre que dice que en el corazón tiene una piedra, pero al verle a los ojos, le veo el alma llena hasta de flores.