martes, 1 de octubre de 2013

Todo un truco.

Fingía desinterés incapaz de sostener mi mirada en esos ojos grises. Sabía que él me veía enternecido, seguía mis frágiles movimientos. Entendí que mi baile lo había conmovido. Noté la lenta respiración y la media sonrisa que inconsciente imité. Y aquellos caballos blancos que le acompañaban, me hicieron sentir como una verdadera princesa. Y yo lo amé. Vaya que lo amé.

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