viernes, 8 de noviembre de 2013

Disco rayado.

4:26pm

Es complicado, pero debo recordar quien eres tú, independiente a mí y de lo que hallé en un nosotros. Tú, muchacho desorientado, de emociones furiosas que no se detienen ni por la lágrima de su ser amado.

Sé que a partir de ahora me centraré en mi vida, sin embargo hoy deseo hablar un poco de ti. Muchacho altanero de piel aceitunada. No es nada de lo que me deba sorprender, pero no resulta grato. ¿Existen culminaciones gratas? Ah muchacho, tu escudo es la exaltación, las mujeres, la venganza disfrazada. Tachas las palabras hermosas. Dices, es mentira. Ya no puedo mirarte a los ojos. 

Mencionándome, mi escudo es la debilidad y la fortaleza, algunos poemas, novelas extraordinariamente absurdas. No lloraré, ni siquiera pude hacerlo por Él. Mi escudo me mantendrá siempre al margen.

Muchacho extraño, no sé qué más excusas inventar para justificarte, ni qué metáfora utilizar para embellecer tus acciones erradas. Quiero escribir sobre ti, ideando escenarios tragirománticos de lo que eres. Engañaría a mis lectores para ti. Hoy no.

Esta vez hablo del muchacho de ojos oscuros, el que desborda sentimientos. El que hiere y después finge demencia.

Joven, te recuerdo como quiero. Te exagero. Porque puedo.

5:10pm.

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