Era un recuerdo curioso, ambos estaban bajo los efectos del alcohol. Y la demostración de afecto, poco o nada incomodó a sus amigos. Al contrario, es que ya estaban acostumbrados a sus arrumacos.
Ian: ¿Vamos a la recámara?
Ella: Quita tu sonrisa cínica de satisfación, no pasará nada.
Ian: Oye amor, ¿por qué piensas que soy una máquina de perversión y lujuria? Yo solo imaginaba besos inocentes... Estás enferma.
Ella: Ja, ja.
Ian: Ya, mi amor. Ándale, vamos ¿sí?
Ella: Nada de manoseos, eh.
Ian: No prometo nada.
Ian la ayudó a levantarse del sillón anaranjado, ambos reían. Se dirigieron a la habitación.
Ella: Ian, te amo.
Ian: Y yo te amo a ti, preciosa.
Ella: ¿Si un día dejaras de amarme...
Ian: Sh.
Ella: Me gustaría saberlo.
Se colocó un cigarrillo en la boca. Tosió en medio de una calada, Ian se burló y le arrebató el cigarrillo.
Ian: Deja de pensar tonterías, ¿ok? Siempre te voy a amar. Y vas a incluso hartarte de mi presencia.
Ella: ¡Eso nunca!
Ian: Te amo.
Ambos se quedan dormidos después de algunos besos.
...
Cuando sabes que tomaste la decisión correcta, aún así hiere. De verdad resulta doloroso.
Ian: Tú sabes que me amas. Nuestro amor es infinito, ¿por qué te cuesta tanto volver conmigo?
Ella: Todavía no creo por completo en tu palabra.
Ian: ¿Qué más tengo que hacer para que me creas?
Ella: Ya no sé si eres lo que necesito.
Ian: Mientes, lo veo en tus ojos.
...
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