No cabe duda, el verdadero amor cambia. Los amores colmados de inocencia, de lujuria, de romance: de paz. Y a mis veintiocho lo he entendido todo. El amor sano existe, cuidar uno del otro, formar una vida con alguien que entiende todo de ti, que te acepta con todas las cosas buenas que le ofreces, pero también con todos tus monstruos, los fantasmas. Y él, mi amor verdadero me obsequia la paz y responde las preguntas que antes le gritaba con desdén al cielo y al infierno que me respondieran.
Puedo decir, sin miedo a equivocarme, que sí, a su lado quiero vivir vivir vivir, no sé cómo explicarlo, es algo que sólo el corazón te puede decir, sé que no me he equivocado, que con él empiezo...una nueva vida. Una nueva yo, compartiendo mis dolores, mis alegrías, sin miedo a ser juzgada, sin miedo a que me rompan el espíritu. En él confío, coloco muchas de mis esperanzas: lo amo, lo sé, el destino nunca se equivoca.
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