miércoles, 30 de julio de 2025

Lo que no se dice con la boca

No sabía que el cuerpo también abría puertas,
hasta que la tuya se volvió umbral.

Entré descalza,
con más dudas que certezas,
pero algo en tu silencio me dijo:
es seguro dejar el abrigo.

No hubo conquista,
ni fuego artificial.
Sólo un temblor suave
como si el mundo —por fin—
dejara de doler por unos minutos.

Fui barro y fui tacto.
Fui recién nombrada.
No por ti,
sino por el reflejo
de mis ojos en los tuyos.

No te llevaste nada.
Te dejé entrar.
Y eso es distinto.

Ahora, cuando duele,
recuerdo que antes de la herida,
hubo un jardín.

Y que florecí.

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