martes, 31 de julio de 2012

Duele

Este dolor es tan grande, que me cuesta respirar, estoy mirando sin mirar. Mi cuerpo se adormece, mis dudas florecen más, nada puedo ya mirar. Voy a caminar por el mundo sin mirar atrás, borrando tu mirar. Voy a darte la distancia aunque a mi alma duela y me hagas falta en mis días. El silencio es tan fuerte que siente tu ausencia, es tan duro recordar. Deseo tanto remediar la pesadilla, juro que voy a despertar.

Adele
Carla Morrison.

lunes, 30 de julio de 2012

Cuatro años hacia delante II


Flashback

-Oye pequeña – habló Ángela en cuanto el avión emprendió – Quería decirte algo que espero no te moleste.
-Dime – respondí mirándola con curiosidad.
-Tú sabes que Carlo y Natalia nos recibirán en cuanto lleguemos a Guadalajara…
-Ajá…
-Bueno – carraspeó un poco – Ian también estará allí, espero que no te incomode, de cualquier manera yo puedo obligarlo a desaparecer de tu vista.
Sentí que mi corazón tartamudeó, pero lo ignoré inmediatamente.
-¿Por qué me habría de incomodar? Ya ha pasado mucho tiempo – dije seria.
-Tú lo quisiste mucho…
-Sí, lo quise, pero tú sabes que siempre fue un juego de niños. Pasó hace cuatro años, ya lo superé. Nunca afectará mi presente, en lo absoluto. – Aseguré y mi amiga arqueó una ceja.
-Cómo digas – dijo Ángela.
Muy dentro de mí, y de verdad muy en el fondo de mi pecho, aún dolía recordarlo.

Por fin llegamos a Guadalajara, el primer destino de tantos. Casi eufóricas, pasamos por nuestras maletas y cruzamos a la sala de espera. Sentí que mis mejillas se encendían y las piernas se me sacudían trémulas.

-¡Ya cálmate! –Gritó Ángela exasperada.
-Perdón – sonreí avergonzada.
-Mira hermanita, ¡ahí están!

Maldije mentalmente y me enfrenté al miedo de alzar los ojos. Hice acopio de toda mi energía para no soltarme a llorar. Ahí estaba él, solamente Ian, al menos para mí, pues a sus costados venían Carlo y Natalia. Me estremecí, estaba tan diferente y a la vez tan igual a como lo vi la última vez, con ese andar tan peculiar que me enloquecía. Vestía un pantalón de mezclilla gris y una camiseta negra, su cabello lacio y de casi rudo color negro se bamboleaba a causa del viento, algunos mechones jugueteaban entre su maravillosa, casi hipnótica, piel blanca. Sus ojos negros miraban de un lado a otro, él me buscaba. Bueno, a mí y a mi acompañante.
Sentí una terrible necesidad de evaporarme, de arrancarme el pelo, de romperme las piernas o de no haber nacido nunca. Ese amor frenético y adolescente que solía sentir por él, seguía doliendo en carne viva, ahí estaba esa herida en mi pecho, esa fuerte atracción, como si nunca hubiese desaparecido.
Por fin se acercaron a nosotros, yo me quedé helada. Ian no dejaba de mirarme con sus profundos ojos azabache, fulminando mi escasa seguridad. Natalia me miró tiernamente, dándome un cálido abrazo.

-¡Qué alegría volverte a ver por aquí chaparra! – Sollozó – eres bienvenida – hizo una reverencia cómica y todos reímos.
-Gracias Naty, es precioso volver por estos rumbos.
-Hola, todavía existo, señorita presumida – carraspeó Carlo enojado.
-Holi guapo – reí – Sé que existes bebé – comenté apretándole la mejilla cual si fuese un niño de nueve años
-Graciosa.
-Lo sé – sonreí ampliamente para después abalanzarme a sus brazos.

Ian tosió un poco, solté a Carlo y volteé a mirarlo, me regaló una media sonrisa con gesto nervioso. Sacó las manos de los bolsillos y se acercó a mí, dándome un abrazo tomándome por sorpresa. Al principio me mostré reacia, pero después sin más remedio lo rodeé tímidamente con mis brazos. Pude sentir los latidos frenéticos de su corazón, el calor de su cuerpo me aturdió. Luego de casi un minuto, empujé a Ian con suavidad y me reí.

-Creí que nunca volvería a verte –dijo con voz rasposa – de verdad no sabes lo que…
-Pues ya me viste Ian – lo interrumpí - ¿nos vamos ya? – pregunté en general, dejando anonadado al chico.
-Am, sí hermanita – dijo Ángela – primero debemos hallar dónde hospedarnos y todo eso – se fastidió ante la idea.
-Pueden quedarse conmigo, tengo suficiente espacio – dijo Ian de manera casual y yo lo miré horrorizada.
-Perfecto – respondió Ángela animosamente. Me sentí acorralada.
-¡Claro que no! – Grité colérica.
-¿Por qué? – dijo Ian inocentemente, atrapándome en sus ojos.
-No será mucho tiempo y no queremos causar molestias ni estorbar- me excusé con la primera estupidez que se me vino a la mente.
-Para nada – se echó a reír – tú sabes que vivo solo y hay mucho espacio – me guiñó el ojo y yo resoplé – tú duermes en mi recámara y Ángela en la de huéspedes y listo. Nada me haría más feliz que tenerlas de invitadas. La casa puede ser un delirio cuando se está solo.
-¿Y donde se supone que dormirás tú? – lo reté.
-En el sillón, obviamente – sonrió triunfante – a menos que te apiades de este pordiosero y me guardes un espacio.
-Ni en sueños, idiota – mascullé.
-Nada perdía con intentar – se encogió de hombros - ¿entonces qué dices?
-Está bien, nos quedaremos en tu casa – me resigné sabiendo que con él, de nada servía protestar. En eso no había cambiado para nada.

Fin del flashback

Con Eduardo, el tiempo se nos pasó casi demasiado rápido. Entre charlas banales y risas sin control, todos nos sentíamos muy bien. El chico era sensacional y a pesar de tantos años transcurridos, seguía siendo mi cómplice, mi testarudo, molestoso y apapachable amigo.
-¿Qué hiciste de tu vida? – me preguntó cuando Ángela y Ceci se inmiscuyeron en una discusión sobre música.
- Nada en especial – le sonreí – después de que…bueno, me fui con mis padres, me dediqué a terminar mis estudios en esa nueva ciudad – hice una mueca -  Gracias al cielo que Ángela ya era mayor de edad y pudo venirse para conmigo, no sé que hubiera hecho sin ella. Conseguí un trabajo en el que afortunadamente me iba de las mil maravillas y ganaba muy bien.
-Que bien – dijo Eduardo mostrándome una perfecta sonrisa – No me malinterpretes pero, ¿por qué volviste a Guadalajara?
-Eh – tragué saliva – nada más fuimos de pasada para despedirnos de Carlo y Natalia. Igual pasamos aquí a estar un tiempo con ustedes y despedirnos. Ángela y yo viajaremos por el mundo sin detenernos. Quizá nos robemos a Cecilia, eso todavía está en discusión.
-Así que por fin cumplirás tu sueño loco – rió.
-Así es – confirmé orgullosa.
-Es una lástima que no te quedes aquí – suspiró incómodo – pero de corazón me alegro que estés cumpliendo tus sueños y espero que te vaya excelentemente.
-Gracias Eduardo – le di un abrazo fugaz.
Eduardo aceptó mi abrazo y esquivó mi mirada. Algo pasaba con él y yo no sabía exactamente qué.
-¿Sucede algo? – le pregunté.
-Tal vez – sonrió sin alegría – nos abandonaste.
-¿Qué? – solté.
-La noche que pasó lo que pasó con Ian – sentí una punzada – te fuiste sin siquiera decirnos nada. A ti y a Ángela les valió madre nuestros sentimientos, tanto de Carlo y Natalia como de Cecilia y de mí. Al parecer ellos ya lo olvidaron, pero yo aún me siento herido.
-¡Tú no entiendes Eduardo! – Me paré – Tenía que escaparme de ahí, iba a sufrir demasiado largando despedidas.
-¿Y no pensaste en que nosotros también sentimos?
-Yo…- alcé la vista para evitar que las lágrimas hicieran acto de presencia por milésima vez – no puedes entenderlo…
-Sí, claro que lo entiendo – masajeó su sien – Ian es un idiota que te rompió el corazón y…
-No lo digas – supliqué – no digas más Eduardo, por favor. Perdóname, ¿sí? Sé que fui una egoísta al irme así, no pensé que sufrirían tanto. Siempre fuiste un gran amigo, el mejor. Perdóname – sollocé.
-Cálmate – suavizó su mirada – Lo hecho está  hecho y no podemos cambiarlo, pero disfrutemos todos este tiempo que nos regaló el destino para volver a convivir. Como en los viejos tiempos – me guiñó el ojo divertido.
-Me parece perfecto – limpié mis lágrimas y le alboroté el cabello.
Como en los viejos tiempos.

domingo, 29 de julio de 2012

Déjame ser


Déjame ser aquella persona que cure tus heridas
Aquella que rescinda tu triste soledad.
Déjame ser quien acalle tantas penas acumuladas,
Ser el respiro de una vida ardua y oscura.

Déjame ser el amor más grande y el último
Acurrucarte entre mis brazos dibujando sonrisas reales en tu rostro.
Déjame protegerte de todo mal, ayudarte a superar el pasado
Amarte como nadie te ha amado jamás.

Déjame ser la pieza musical de tu existencia,
Quiero ser esa luz que con impaciencia has buscado.
Déjame ser dueña de tus abrazos, de tus besos, de tu amor
Después de mí ninguna lágrima encharcará tus mejillas.

Déjame ser tu sol en la oscuridad.

Cuatro años hacia delante I


Al amanecer, puntualmente Ángela y yo estábamos en el aeropuerto. Carlo, Natalia e Ian nos acompañaban. Al observar la última mirada que Ian me lanzaba, sentí como me hundía poco a poco en la tristeza. Me acerqué lentamente a él y lo abracé con dolor, tratando inútilmente de fundirme en su cuerpo, para que así, permaneciéramos juntos toda la vida.
-Te quiero – Le susurré al oído antes de arrancar su mano de la mía y correr lejos de él, lejos otra vez.

Estando ya en el avión, me dediqué a llorar en silencio. Ángela me miraba angustiada y sin preguntar nada, me abrazó. Al poco tiempo, me quedé dormida acurrucada en sus brazos, pero después tuvo que despertarme puesto que habíamos llegado a nuestro nuevo destino. Me animé tratando de olvidar el pasado, de cualquier manera, yo ya tenía cierta experiencia en eso.
Al salir, pronto una amiga muy especial para mí nos recibió con una amplia sonrisa.

-¡Cecilia! – Grité con alegría corriendo hacia ella. Ambas nos sonreímos cómplices, felices de vernos.
-No puedo creerlo, finalmente volvemos a encontrarnos – Comentó Cecilia, riendo satisfecha.
-Lo sé Ceci, ¡es increíble! Te quiero, tonta – me reí.

Nos dirigimos a la casa de Cecilia. Ángela y yo acomodamos nuestras cosas amenamente.

-¿Y bien? ¿Ahora qué hacemos? – pregunté a las chicas.
-Pues – respondió Ceci – Si quieres podemos visitar a Eduardo.
- ¿El loco ese? – Dije entre risas - ¿a poco todavía existe? – más risas ahora por parte de las tres.
-Claro – replicó – apuesto a que estaría encantado de verte – a este punto me puse totalmente colorada.
-¿Qué ha sido de él? – pregunté de forma casual.
-No mucho, ahí sigue, la verdad no tengo demasiado que contar – suspiró.
- De acuerdo, ¡vamos a verlo! – agregó Ángela.
-De hecho, le avisé que venían y le prometí que iríamos a verlo – se sonrojó Cecilia.
-Diste por hecho que nosotros aceptaríamos – fingí enojo – da igual, vamos.

Después de ducharnos y arreglarnos, fuimos directo al auto de Ceci. En el camino a ver a Eduardo, miré hacia la ventanilla con melancolía, no podía borrar de mi cabeza aquel último beso que Ian me había regalado, el sabor exquisito y embriagador de sus labios aun quemaban los míos, me esforcé por no llorar.


Flashback

El sonido irritante de la alarma de mi celular comenzó a inundar la habitación, apreté los ojos con fuerza y oculté mi rostro entre las sábanas. De pronto, mi cerebro empezó a captar los recuerdos y lo que significaba este día. Lancé la colcha que ahora me aprisionaba, al suelo y observé a mí alrededor con una radiante sonrisa. Me erguí dirigiéndome al baño, me metí a la tina tratando de serenarme un poco, cavilé; hoy era un día muy importante y especial, pues yéndome de esta horrible ciudad, viajaría al encuentro de nuevos lugares, a tener nuevas aventuras  y una nueva vida, al lado de mi mejor amiga Ángela. Pero sobretodo, volvería a ver a viejos amigos de la adolescencia y a uno en especial que creí que jamás volvería a ver, pero esa es otra historia.
Me apresuré a vestirme con ropa cómoda, ya que el primer viaje sería algo pesado. Salí del cuarto, tomé un par de maletas que estaban en una esquina de la recámara, con mis ojos acuosos y fuera de sus órbitas.
El olor a comida que se despedía de la cocina hizo alterar mi nariz y estómago con alegría e impaciencia. Bajé de las escaleras y miré excitada de un lado a otro. Busqué a mi familia y me encontré con mi madre que preparaba apresurada el desayuno.

-Hola mamá – saludé con voz ansiosa.
-¿Ya estás lista? – Me preguntó ignorando mi saludo – tu amiga no tarda en llegar y el vuelo saldrá pronto.
- Sí mamá, ya tengo todo preparado, no te preocupes. ¿Y los demás?
-Enseguida bajan – fue lo único que contestó en cuanto comenzó a servir el desayuno.

Mientras comía, insistía en mirar el reloj con nerviosismo. Me moría de ganas por irme y comenzar mis aventuras con mis deliciosos destinos. El timbre de la casa me hizo brincar del susto, corrí, suspiré dos veces con fuerza y entreabrí la puerta. Ahí estaba mi casi hermana, alta, de tez bronceada y ojos negros, con su cabello cayendo en picada. Me miró justamente como la miré yo, con los ojos brillantes y emocionados, con una sonrisa de oreja a oreja.

-¡Hermanita! – Le grité mientras la abrazaba – aún no puedo creer que finalmente cumpliremos nuestro sueño de viajar por el mundo entero – balbuceé.
- Yo tampoco – respondió dándome un beso en la frente – te prometí que lo cumpliríamos y aquí estoy – me abrazó con más fuerza.

Me sentía por demás nerviosa, continuamos con la misma mirada especial mientras la invitaba a entrar a mi hogar, encantada de tenerla conmigo. Ángela saludó a mis padres y hermanos con amabilidad mientras trataba de memorizar todas las órdenes que le daban en cuanto a nuestra protección.

-Ya debemos irnos – mencionó Ángela después de unos minutos, saliendo a conseguir un taxi.


Me acerqué a mi familia despidiéndome de cada uno, con algo de tristeza. Finalmente, Ángela y yo arribamos al taxi, después de acomodar las maletas en la cajuela. Me relajé en el asiento trasero, viendo como se alejaba de mi vista el lugar que quizás jamás volvería a ver.

Fin del flashback

-¿Todo bien amiga? – Ceci interrumpió abruptamente mis pensamientos
-Claro – dije sonriendo mientras las lágrimas pugnaban por salir.
-A mí no me engañas mujer, te conozco más que a nadie – dijo molesta tomando mi rostro, atrapando una lágrima con la yema de un dedo.
-Cuando fuimos a Guadalajara, volvió a ver a Ian – se metió Ángela.
-¡Cállate Ángie! – Grité tristemente.
-¡No jodas! – Dijo Ceci sorprendida - ¿otra vez estamos hablando de ESE? Han pasado cuatro años, cuatro malditos años después de lo que pasó. Me parece imposible, ¿qué sucedió?
-Dormí en su cama – me reí ante la mirada de shock de mi amiga – no me malinterpretes. Como no teníamos donde quedarnos, Ian nos ofreció su departamento, y ahí estuvimos mientras permanecíamos en Guadalajara. Él durmió en el sillón – aclaré con obviedad.
-Oh – dijo Cecilia tapándose la boca sorprendida. - ¿Cambió?
-Está más hermoso que nunca, ha madurado física y mentalmente – resoplé -Y no te puedo negar, sentí cosas muy fuertes otra vez – toqué mi frente con dramatismo – lo besé de nuevo después de tanto tiempo y…no puedo dejar de pensar en eso. Pero nuestra historia terminó desde el momento en el que él lo decidió, hace cuatro años concluyó el “nosotros” – finalicé cayendo en un profundo llanto.
Mis dos amigas me observaron afligidas, me abrazaron calladamente. Yo decidí refugiarme en su apoyo y  borrar de mi corazón a Ian y esta vez, para siempre.
Llegamos a la casa de Eduardo, yo ya me encontraba de mejor humor. El hogar del chico era bastante grande, y además poseía un hermoso jardín que parecía de cuentos de hadas, ¿en realidad un hombre podía vivir solo, conservando una casa tan pulcra?
Después de bajar del auto, nos acercamos tímidamente a la puerta de la casa, Ceci tocó el timbre. Me sentí repentinamente nerviosa, pues igual que a mis amigos de Guadalajara, tenía mucho sin ver a Eduardo.
La puerta se abrió y distinguimos a un alto muchacho de piel aceitunada, cabello ondulado, facciones bastante bien definidas y pequeños ojos cafés. 
-Hey, hola – dije al fin viendo que todos los demás se habían sumergido en un silencio incómodo – No ha pasado tanto tiempo, ¿a poco no me recuerdas? – reí.
-¡Como no te voy a recordar! Qué agradable sorpresa – sonrió sin dejar de mirarme – pasen por favor, dijo después de besar a cada una en la mejilla.

Eduardo estaba realmente complacido por tenernos ahí, yo no dejé ni un minuto de mirarlo curiosamente, algo en él era diferente, más bien todo era diferente. Pero había una cosa en especial que a simple vista no podía distinguir por más que me esforzara. 

sábado, 28 de julio de 2012

«Soy un tipo profundamente pesimista y descreído, de esos que cada día se hacen el truco de que la vida es fantástica para seguir viviendo»

sábado, 21 de julio de 2012

Querido diario:

Han transcurrido mil años lunares, del tiempo lunar. Todo el mundo ha estado contando historias menos yo. No tengo nada digno de contar. Todo lo que puedo hacer es dibujar monstruos, órganos internos y odiar.

Vía Tumblr.

http://poesiamareaycafe.tumblr.com/

viernes, 20 de julio de 2012

La emoción tanto tiempo contenida

Me falta inspiración y me sobra decaimiento, sueño con el amor y aún lo callo.
Aunque me queme la garganta y me duelan los labios.
No quiero aceptar todavía que lo que me falta está en tu alma, no voy a llorar. La música que transita en mis oídos intenta encontrar arte, evoca fantasías, ocultando la evidencia del encarcelamiento de un corazón amordazado. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Perdí una esperanza fugaz que brindaba pequeños halos de alegría, el cigarro lanza trozos de humareda melancólica que se pierde en el aire. El horizonte es gris, triste, todo desapareció. Ella suspira en la noche que oscurece, y con los párpados anegados en llanto se lamenta. Cuando el cantante pierde la voz, y se ausencia de la existencia, el silencio lo desmorona, pedazo a pedazo. O cuando el poeta asesina a su musa y las letras tatuadas en su cabeza le atormentan cual fantasmas, cual verdugos, hasta la muerte. El deseo me ha abandonado, cada esperanza es destruida. Algo atraviesa mi pecho dolorosamente, tan lentamente, reposa ahí deteriorando todo lo que toca, ese algo que no sé yo, que no conozco. Los colores huyen entonces, un vals de odio, ojos insípidos carmesí, atacarán. Estaré todo el día bajo el sol, donde los salvajes vientos soplan, pero lloraré por las noches, cuando no haya nadie para escuchar. 
Volemos lejos, lloraremos donde no haya nadie para escuchar.
Pero la angustia y las lágrimas se encuentran y se juntan, el sonido que emiten crece como el trueno.
Donde no haya nadie para escuchar
Arrodíllate allí y conoce a tu corazón roto, derrama la emoción tanto tiempo contenida, en la fuente de las lágrimas.
Nadie para escuchar.


jueves, 19 de julio de 2012

Textos empolvados

... entonces miré sus ojos, y me di cuenta que todo estaba perdido, que no me quedaba nada por recuperar. Que aunque lo había amado hasta el punto de olvidarme... tenía que aceptar que ya no podía ser lo mismo. Que él en algún momento se había ido, y que aún sabiendo que él era lo único que tenía, se fue... y me había dejado completamente sola.

Y, a pesar de todo, a pesar de tantos sentimientos contrariados, tantos golpes en el corazón y aunque estaba de por medio mi propia felicidad, hasta el último momento pensé en él... hasta el último segundo y en su ausencia le fui fiel.

Así que decidí alejarme, decidí ausentarme para que le fuera más fácil olvidarme, al final de cuentas, cuando te obligas a ser feliz sin alguien... te terminas acostumbrando a no contar con su presencia. Te acostumbras a ya no escuchar su voz, a ya no mirar sus ojos, a ya no probar sus labios...

Era difícil irme cuando aún sabía que él me necesitaba, para bien o para mal... me necesitaba, no de la forma en que yo deseaba que lo hiciera, pero aún así lo hacía y eso, ya era ganancia.

...y así fue como terminó el amor, su ausencia, mis ganas de llorar y la costumbre fue lo que propicio a que ya no lo necesitara, incluso cuando seguía aferrada a la idea de que aún lo amaba, no era verdad... el amor se acaba, las ganas desaparecen y el olvido...

... se hace presente.

Escrito extraído de Inspiración artificial

martes, 17 de julio de 2012

Sé que ahora es más fácil

...Y no más llanto, no más tristeza, puesto que este dolor ha atravesado mi cuerpo en anteriores ocasiones. Una llamarada llega a mí, me envuelve en una furia inmensa que se transforma en fortaleza. Se acabó, porque juro que no me volverán a destruir. 


¿Un consejo? | Roberto Rocha

miércoles, 11 de julio de 2012

En el nombre del café, la madrugada y el insomnio.




Más café.
Humeante taza para el frío del corazón, hilo de frases inconclusas y su nombre tachado en la pared,
más café.
Deshoras acompañadas de dudas arremolinadas, lágrimas, navajas, tempestades,
más café.
Una herida oculta bajo el manto de la estrellada noche, ella está rota.
Aspira el aroma casi erótico de la cafeína, suspira y vuelve a beber. Sus ojos desgastados amenazan con cerrarse para abrir el camino a los pensamientos más caóticos. Sueña despierta, acariciando la sensación de melancolía, de pronto recuerdas las blancas manos de él, recorriéndole el cuerpo entero, su mirada fija y misteriosa destruyéndola, sus labios dulces...Detiene en seco, prueba el café que impiadoso se enfría, vuelve a pensar en él, su pasado. Su cuerpo protector, sus mágicas y ahora lastimosas palabras.
Ella se pierde.
El café frío ya no sabe igual.


domingo, 8 de julio de 2012

Perdición

No sé por dónde comenzar, la única razón por la que hoy escribo es por la soledad. Creo que es cuando la inspiración, por lo menos en mí, surge mejor. Ya casi no me queda nadie, ni una sola persona con la cual compartir mis problemas, mis éxitos, mis fracasos y mis alegrías. Volví a caer en la etapa de beber café, fumar un cigarrillo y pasarme noches enteras sin dormir, dándole una bienvenida nuevamente a las sombras bajo mis ojos. Otra vez percibo canciones que quizás no corresponden a lo que normalmente escucharía. Y las torpes ganas de acabar con todo de la manera menos dolorosa, se adentran en mi cabeza como un molesto zumbido. Lo lograste, esto era lo que querías, ¿no es así? Añorabas que todas las personas te dejasen en paz, deleita tu triunfo.
Tengo que seguir fingiendo que todo está bien, para que nadie pueda darse cuenta de que secretamente estoy extinguiéndome.

sábado, 7 de julio de 2012

Mutuamente

"Se rompieron el corazón de mutuo acuerdo. No pueden estar juntos. No quieren estar juntos, porque si en verdad lo quisieran lo intentarían todo, pero no. Ambos son sensatos, realistas y demasiado románticos como para arriesgarse a perder todo sólo por intentarlo."

Mayra Zepeda.

jueves, 5 de julio de 2012

Fragmento distorsionado de "Sitio de amor" por Sabines.

Sitio de amor, lugar en que he vivido de lejos, tú, ignorado, amado que he callado, mirada que no he visto, mentira que me dije y no he creído. Queriéndote, llorándome, perdida.
(Ésta es la última vez que yo te quiero. En serio te lo digo.)
En ti creció mi corazón.
En ti mi angustia se hizo.
Amado, lugar en que descansé, silencio en que me afligí.
Hay horas, horas, horas, en que estás tan ausente que todo te lo digo.
Tu corazón a flor de piel, tus manos, tu sonrisa perdida alrededor de un grito.
Todo eso que tú haces y no haces a veces es como para estarse peleando contigo.

miércoles, 4 de julio de 2012

Tengo algo que decirte


Efectivamente, todo este tiempo te mentí. No me pareces aborrecible, ni siquiera un poco insoportable, al contrario, siempre me has parecido maravilloso, inigualable, especial.
Tengo que hacerte una pequeña pero significante confesión; me agrada cada cosa que haces, cada palabra que dices me produce un sonrojeo extremo. Y siempre que yo decía que te odiaba, en realidad estaba tratando de decir te quiero.
Otro tazón de café amargo, más espera. ¿No debería de haberme ya acostumbrado a esto? Patéticas cicatrices, que cuando intento confesarte mi amor, me demuestran el dolor que en el pasado sentí y por el que tanto miedo tengo, entonces doy un paso atrás. Quisiera poder soltar las penas de ayer, liberarme de las ataduras de un mal recuerdo y retener esa seguridad que lucha por zafarse de mis manos. Lograr gritarle al mundo, ¡yo amo a ese chico!
Y me correspondieses o no, saber que el amor creció sin temor dentro de mí.
Otra vez me acorde de ti, de pronto comenzó a sonar en mi estúpido teléfono celular aquella canción que representaba nuestra historia, ¿en serio de nuevo? ¿Cuántas veces más? Mierda.
Creo saber que ya no te amo, y sin embargo sigo pensando en ti. Solo algunas ocasiones, cuando de pronto todo se torna complicado, difuso e incluso tenebroso, llegas aquí a mi alma y todavía más allá de mi propio ser, me envuelves con la reminiscencia, entonces así triunfo en volver a encontrar la luz del sol.  Y el proceso comienza de nuevo.
http://youtu.be/C9JRHRS8kkI

martes, 3 de julio de 2012

Llueve sobre mojado

No sé, siento que de un momento a otro me voy a derrumbar. Siento que con solo dar un paso, comenzaré a hacerme pedazos lentamente. Me encuentro perdida nuevamente, odio al amor, pues la fugaz felicidad sentida no vale absolutamente nada por las lágrimas y el dolor que vienen después. ¿Cómo te dejo ir? ¿Cómo aceptar que ya no estarás más? Soy tan inestable, porque un día creo estar mejor y al otro prefiero ni siquiera levantarme de la cama. Añoro tu protección, tus palabras. No puedo sacarme tu voz de la cabeza. Mierda, yo...quisiera no haberme enamorado.
Sentada relajándome, a punto de tragarme una puta bala...