Haz del camino una aventura

Todos los que nos dedicamos al arte de alguna u otra manera tendemos al apasionante dramatismo del camino. Y, como en efecto, nos ayuda a nuestro arte aunque deteriore la forma de vernos en el mundo. Al punto de creer que nuestros sueños son una estupidez, que este lugar no es para nosotros. ¡Pero no es así!
Sin la magia de filosofar, seríamos vacío. Una flor cortada que espera el momento de secarse. Estaríamos muertos. Ahora no puedo fingir que el arte que hago no me duele, me hace revivir imágenes de terror, me hace sentir soledad. 

Pero, Andrómeda, y sólo Andrómeda; ya estamos aquí deseando alcanzar una meta, ¿por qué no disfrutar del camino? Las mañanas de café, las charlas y las risas o los chistes pesados, la medicación y el diagnóstico, la vida y la muerte, las lágrimas y las crisis de ansiedad. Los viajes a San Cristóbal, el cine al aire libre, la colección de tonterías, los besos de Andrés, los abrazos de mi madre; nuestros corazones buenos. 

Soy disciplinada, ¿por qué he de sufrir el camino? ¿y si comienzo por amarme?

20/10/23

22:30