jueves, 31 de julio de 2025

Urgente soledad

I. El extravío
No recuerdo el instante exacto en que sucedió.
Solo supe que ya ni mi sombra era mía,
que mi amor propio se había arrojado al vacío.
El mundo dejó de sostenerme
y me abandonó en un cuarto sin ventanas.
Dejé de sentirlo todo,
hasta la última chispa de esperanza.

II. Refugio en la soledad
La soledad siempre fue mi amiga,
mi aliada de antaño,
y por mucho tiempo la olvidé.
Ahora es el vientre donde comienza mi curación.
El silencio se volvió un lago quieto
donde alivié mis heridas.
Tuve que reaprender a escuchar,
a validar mi cuerpo,
y en esa quietud
germinó mi raíz.

III. El retorno
Aún queda camino por andar,
pero deseo abrir la puerta al mundo
y sentir el aire reconciliándose con mi cabello.
Subir desde el fondo de este mar
con un pulmón nuevo,
mis pies reconociendo la ruta del regreso,
esta vez sin perderme.

miércoles, 30 de julio de 2025

Lo que no se dice con la boca

No sabía que el cuerpo también abría puertas,
hasta que la tuya se volvió umbral.

Entré descalza,
con más dudas que certezas,
pero algo en tu silencio me dijo:
es seguro dejar el abrigo.

No hubo conquista,
ni fuego artificial.
Sólo un temblor suave
como si el mundo —por fin—
dejara de doler por unos minutos.

Fui barro y fui tacto.
Fui recién nombrada.
No por ti,
sino por el reflejo
de mis ojos en los tuyos.

No te llevaste nada.
Te dejé entrar.
Y eso es distinto.

Ahora, cuando duele,
recuerdo que antes de la herida,
hubo un jardín.

Y que florecí.

lunes, 28 de julio de 2025

Cuatro actos


I. El silencio que precede

Estaba completamente drogada y desquiciada. Me temblaban las manos.
Lancé mi reloj de arena contra el suelo y se hizo añicos.
Mi pareja, con un miedo real y espantoso, se encerró en el cuarto principal.
Apenas amanecía cuando llamé a mi padre para despedirme.
Después de eso, creí que tenía claro lo que debía suceder.


II. El acto

Me senté en una esquina de la casa.
Del protector del celular saqué una navaja pequeña.
Dudé. Pero antes de poder evitarlo, ya la estaba deslizando por mi brazo.
Sentí el chorro tibio, espeso y rojo de la sangre.
Este mal cuento, por fin, parecía llegar a su fin.

III. La intervención

Recuerdo haber atravesado capas y capas de piel.
Y al llegar a la última, vi un pálpito.
Ese temblor me hizo pensar en mi familia.
Después, mareos. Somnolencia.
¿Cómo pude ser tan egoísta?, me pregunté.

Grité el nombre de mi pareja. Me auxilió de inmediato.
Luego vinieron los rostros: asustados, acusatorios, incluso fríos.
Al final, una persona dulce me atendió.
Me suturó con paciencia. Con una ternura que no esperaba.
Cinco puntos. Una grotesca costura.
Bordé mi poema con hilo quirúrgico.

IV. Lo que no murió

Después de ese suceso, muchas cosas siguieron vivas.
Al principio, la rabia de haber perdido el control.
La vergüenza por todos los que vieron, los que supieron.
La tristeza de tener que posponer mi boda por la depresión.

Pero poco después, también sentí un respiro.
Sobreviví.

Sé que llevaré esta cicatriz como marca de mi yo más triste y derrotado.
Pero también como el recuerdo de que viví.

sábado, 26 de julio de 2025

Catarsis escrita

Mi corazón está lleno de humo,
y los pensamientos, enjaulados,
claman auxilio
mientras el dolor se desborda.

El vacío no se deja tragar
ni vomitar,
y tengo navajas frías
clavadas en la espalda.

Juro que si escribo
no es por gusto,
sino por urgencia.

Mi tristeza es una hoja en blanco
que se confiesa ante la tinta
y se alivia.

Mi pluma:
un bisturí que lo abre todo
sobre el altar de un dios sordo.

Sé que escribir no me cura,
pero me salva.
Me ayuda a ponerle
a esto un nombre.

viernes, 25 de julio de 2025

Nostalgia nocturna


En este silencio aparecen todos los fantasmas que desobedecen al fármaco. La madrugada no se deja engañar: la melancolía llega
en un barquito de papel, acompañada de las fotografías
que jamás se tomaron,
de las voces y recuerdos
que la memoria se negaba a invocar.
Y un grito —crudo, desgarrado—
ensordece lo que alguna vez fue silencio:
“Aún sigo aquí.”

jueves, 24 de julio de 2025

Perdóname Corina

Me sorprende la fuerza —
quién sabe de dónde la has sacado—
para seguir después de tanto dolor vivido.
Después de todo lo que pasaste
por mi culpa,
y por las consecuencias.
Sé que este último golpe
rozó la muerte,
y por poco te recupero
en forma de cadáver.
Te sometí a demasiada ansiedad:
entre la droga,
los antidepresivos,
el mal comer
y las autolesiones.
Aún no quiero despedirme.
Perdóname.
Aliviaré tu corazón
con tiempo y fortaleza.
Te prometo ser amada.
Guárdame, por favor,
un pedacito de fe
para las dos.

miércoles, 23 de julio de 2025

A desordenarlo todo

Saliste de un suspiro del cielo, cuando yo era sólo un susurro de mí misma. No te estaba buscando, apenas trataba de reconstruir mi alma resquebrajada por un trauma de hospital.

Viniste con una sonrisa hermosa que tuvo el descaro de prometerme el mundo Sin hablar.

Roto todo, abriste ventanas que yo había sellado y me mostraste la vida desde tus ojos, abismalmente diferentes, llenos de un fuego que no conocía.

No has sido amor tibio. Mas bien caos y calma, tormenta y refugió. Jamás podré ser la misma después de ti, ¿regalo o maldición?

Apareciste cuando necesitaba ser vista. 

martes, 22 de julio de 2025

Plegaria inversa

Sólo silencio antes del desastre, mis manos temblando como si fuera la última vez.

Ojos rojos por el esfuerzo
(los vasos sanguíneos incendiados).
De mi sollozo se enciende la garganta.

En mi garganta y mi boca
se fugan mis ilusiones y alegrías.
Es un río que regresa,
un ritual de purga.

Alivio y dolor crónico,
guerra y paz.
Espero que Dios no me esté viendo.

Aunque todo va mal,
mi mente celebra.
Los cuatro elementos en mi esófago,
y el amor tan lejos,
y la fe tan rota.

El arte de soltar las cenizas

Me aferré tanto a mi antiguo hogar que ni siquiera noté que en el incendio se había convertido to-en cenizas.

Maldito y bendito pasado, ¿por qué te necesito tanto? Me cuesta tanto entender que mi cuerpo no es altar de fantasmas.

Lo que alguna vez amé y me amó ya no existe y debo resignarme. Debo desprenderme, soltar aquel cuchillo sin filo, ser feliz con lo que soy ahora. Merezco perdonarme y sanar mi alma; el dolor ahora es solo un eco, un cadáver del vívido intenso amor del pasado.

21/07/25
23:54

lunes, 21 de julio de 2025

La vida tembló cuando decidí quedarme

Quise morirme,
decidí irme,
pero viví.

En mi cuerpo aún hay trazos de una guerra, la marca del intento fallido de rendición. Mis pensamientos escapando por una herida minúscula pero profunda, tan densa. No es que haya decidido seguir luchando y respirando; algo que no conozco me salvó y me pidió que escuchara fuera de mí. Estaba abandonando el amor que ya había ganado. 

Aunque duela hasta la médula,  me quedé, con la fe de algun dia cerrar tantas heridas.  Todavía busco los restos de mi alegría después del incendio, en mis cenizas hay brasas.La tinta es mi sangre y toda va corre.

Miré al diablo de frente y sé burló de mi angustia, su risa caló mis huesos pero tampoco me mato.

Aunque el infierno está aquí, sé que el paraíso también.