miércoles, 24 de abril de 2013
Miércoles
¿Cómo puedes dudar? Si ante nuestras discusiones, por más mínimas que sean, me siento ausente y las lágrimas me alcanzan. Si cada vez que hago algo mal deseo remediarlo alejándome para dejar de dañarte. Si cuando me hieres me siento vacía, sin ánimos para sonreírle a los que diariamente pueden verme. ¿Cómo puedes decir que yo no te amo? Cuando lo primero que hago es asegurarme de que te encuentras bien; cuando sin creer en Dios, le pido a no sé qué fuerza que llegues con bien a tu casa, que te cuide de lo que yo no puedo, que desde lejos te haga sentir todo el amor que emano para ti. Si cuando digo que nunca nadie me había hecho sentirme tan amada y tan completa, es porque así es.
Martes
Lunes
No encuentro la forma de hacerte entender cuan importante eres ahora en mi vida, que tanto te he amado durante cada día que hemos compartido; aun con las discusiones, las mentiras, las dudas y los silencios.
"Entonces yo no sabía que pasaba del otro lado, qué era de ti en intervalos anónimos, qué extraños sucesos acontecían..."
martes, 23 de abril de 2013
Cuatro años hacia delante XV
— Ay Dios — dijo Ceci después de que terminé de relatar mi horrible historia. — Qué descaro, Phany era una completa zorra.
— No, no, no. Como si eso justificara a Ian, Ceci, por favor… — me reí sarcásticamente.
— Pues claro que no lo justifica, pero Phany era como una hermana para ti — opinó Ángela — lo que no entiendo es cómo Ian sigue negando las cosas ante la evidente prueba.
— ¡Tampoco yo lo entiendo! — me frustré — Me parece un enorme descaro. Ya le había perdonado, ¿qué más quiere de mí…?
— No creo que haya venido hasta aquí a buscarte solo porque sí, en mi opinión, amiga; tienes que darle la oportunidad de explicarte.
—Y se la daré, pero eso no cambiará absolutamente nada. No puedo olvidarlo, simple y llanamente.
— Mañana iré a ver a Eduardo, pero les pido, déjenme ir sola.
— Como tú quieras — aceptó Cecilia.
— ¿A qué vas? — preguntó Ángela.
— No sé exactamente, necesito hablar con él. Realmente lo quiero, y no deseo perderlo.
Al día siguiente me levanté muy temprano para evitar cualquier otro cuestionamiento por parte de Ángela. Me arreglé como pude y tomé un taxi directo a la casa de Eduardo. Al verme llegar, él sonrió a medias, se notaba que no esperaba mi presencia.
—Son las siete de la mañana de un domingo precioso para no levantarse de la cama — rió sin alegría — ¿por qué estás aquí?
— Tú y yo necesitamos hablar — aclaré.
Sin su permiso, entré a su casa siendo seguida por él. Me sentí incómoda, parecía que toda la confesión del día anterior, y las palabras de amor, se habían hecho polvo con la aparición de Ian.
— Ayer dijiste que me amabas — mencioné sin más.
— Te amo, pero tú no a mí…
— Sí, sí te amo…
— Pero amas más a Ian. Tu reacción cuando él llegó, la forma en que lo mirabas…no me puedes negar que aún está presente en tu corazón. Solo...podemos olvidarlo. Ve con él.
— No. Que haya aceptado escucharlo es algo muy distinto. Yo, Eduardo, yo quiero estar contigo. Él se irá, no volverá a molestarme después de esto.
— ¿Lo dices en serio?
— Muy en serio Eduardo, eres tú la persona correcta.
— Vas a viajar…
— Pues volveré por ti.
Ambos nos quedamos callados por unos segundos, él me miraba y reuní las fuerzas necesarias para notarme firme en lo había dicho. Eduardo acarició mi mejilla y después me abrazó.
— Te creo.
El túnel. Capítulo 36
lunes, 15 de abril de 2013
No dudo
Daría cualquier cosa porque él supiera cuanto yo he llegado a amarlo, cuanta tristeza me traería su ausencia. Quisiera que él en mis caricias desesperadas y mis besos intensos notara lo hermoso que resulta a mis ojos.
Desearía que él una vez se viera con mis ojos; y encontrara esos labios tan maravillosos y tan acordes a los míos, esa piel de una textura que incita a acariciarla, la forma de esas cejas y la profundidad de sus ojos que expresan mucho más que mis palabras y las suyas puestas juntas.
Anhelo que una vez sienta con mi corazón; esas miles de quejas que solo me causan risas tontas, la poesía y las historias, la magia y los deseos que hacen derramar mis lágrimas de alegría. Por sentir que existe quien ama mi esencia, quien no abandona al primer problema, quien ha permanecido y me ha cuidado sin saberlo.
Porque lo amo tanto que sin reparo le entregaría mis sueños para que complete los suyos, porque lo amo tanto que si tuviera que dejarlo ir para demostrarle de que manera me importa, lo haría, lo haría aunque a mi existencia le siguiera un gran vacío.
domingo, 14 de abril de 2013
Nos encontramos
Te tuve frente a mí, y las lágrimas encharcaron mi rostro; me sentí como una niña. Tuve que alzar la vista. Quería grabar cada movimiento de ese instante en mi memoria para siempre. Me miraste, mis ojos y los tuyos se unieron en un brillo demasiado hermoso.
Antes de atreverme a hundirme en tus brazos, coloqué mi mano sobre tu mejilla y acaricié tu piel, creo recordar que cerraste los ojos suspirando. Te palpé los labios. Entonces sin pensarlo más me arrojé sobre ti y aspiré profundamente tu aroma, sentí que mi pecho se hastiaba de tanta alegría, de tal grado de emoción, de tanta ternura y tanto amor.
Nos reímos de nosotros mismos, al entrelazar las manos las notamos heladas. Nos miramos y tus labios con los míos se ajustaron. Yo sentí que la vida ingresaba a mis pulmones, que las esperas y los silencios habían válido por unir nuestras bocas, por arrimarme a tu cuerpo y darme cuenta que nuestros corazones latían con la misma intensidad. Por ser amada por la persona más maravillosa de la que pude enamorarme.
Sonreíste y te imité, volví a besarte hasta que me faltara el aliento y debiera parar. Parecía que tu cuerpo encajaba idealmente con el mío. Me sentí segura entre tus brazos, con nuestras manos apenas reconociéndonos. Tú con cuidado memorizas la textura de mi piel, la forma de mis labios, la suavidad de mi cabello, la forma de mi cuerpo. Disfruto al rozar tu cuerpo, al enterrar mis manos en tu cabello, al morder una y otra vez esos labios objeto de mis delirios y mis más desquiciados anhelos. Soy tan amada, eres tan amado.
Al fin estamos en la misma cama, representando aquel amor tanto tiempo contenido, tan reducido a palabras. Ahora lo transformamos en roces físicos, caricias perpetuas, nuestros cuerpos fusionados, transpirados. Las respiraciones entre cortadas, las sonrisas traviesas, el amor ya hecho. Te has vuelto mío, me he vuelto tuya.
sábado, 13 de abril de 2013
Amorosa
Estabas tan distraído que ni siquiera me viste pasar, caminé zapateando de forma exagerada con la esperanza de que me verías, de que esos ojos cafés tan hermosos tendrían la necesidad de ver los míos. Corriste hacia tus amigos como si yo no existiera, y tal vez así era. Los saludaste efusivamente y yo te vi por última vez antes de entrar en el salón y escribir poemas tontos con versos dedicados a tu esencia y al amor que tantos años he guardado para ti.
Inevitable ausencia
Nunca había llorado por amor como lloré ese día. El nudo en la garganta comenzaba a asfixiarme, me encerré en el baño y me quebré. Lágrimas desfilaron por mi rostro, sentí dolor. Entonces supe que realmente yo te amaba.
Pero ahora no sé qué hacer, siento que todo se me escapa de las manos, siento que te pierdo inevitablemente. Y aunque aún no te has ido, estoy sintiendo ya la tristeza de tu ausencia.
sábado, 6 de abril de 2013
Para que el mundo sepa.
Que jamás quepa en ti la duda; te amo. Te amaré siempre. ¿Sabes por qué estoy tan segura? Porque en este mundo no existe nadie que pueda hacerme sentir tantas cosas sin siquiera tener que tocarme.
Elisa (Completo)
martes, 2 de abril de 2013
Una pequeña luz
Ella y David habían unido sus cuerpos para consumar el descomunal amor que sentían. Elena amaba a aquel muchacho de tez blanca y ojos verdes. Y David, por supuesto, no podía adorar más a la joven, tan bella, tan para él.
Esa noche David la había despojado del vestido rojo, le había arrancado la ropa interior y al son de los jadeos, los suspiros, el ritmo acelerado de sus corazones; entró en ella para quedarse. A deshoras Elena le obsequió la magia de la embriagadora belleza de su cuerpo desnudo, besos tan necesarios, caricias exactas, cuerpos transpirados. David alcanzó el éxtasis dedicándole a ella un te amo, al mismo tiempo Elena alcanzó el cielo.
— Buenos días — dijo David suavemente, haciendo que Elena perdiera el hilo de sus recuerdos.
— Buenos días, querido mío — rió ella acariciándole la mejilla.