domingo, 14 de abril de 2013

Nos encontramos

Mi cuerpo temblaba de arriba a abajo, sentía que todas mis terminaciones cobraban vida, y mi respiración se aceleraba a cada paso que acortaba la distancia entre tú y yo. Sentí frío, apesar del inmenso calor que rodeaba la ciudad, nada me detenía, ninguna duda, ninguna angustia, ninguna vacilación que no fuera la de mi corazón.

  Te tuve frente a mí, y las lágrimas encharcaron mi rostro; me sentí como una niña. Tuve que alzar la vista. Quería grabar cada movimiento de ese instante en mi memoria para siempre. Me miraste, mis ojos y los tuyos se unieron en un brillo demasiado hermoso.

  Antes de atreverme a hundirme en tus brazos, coloqué mi mano sobre tu mejilla y acaricié tu piel, creo recordar que cerraste los ojos suspirando. Te palpé los labios. Entonces sin pensarlo más me arrojé sobre ti y aspiré profundamente tu aroma, sentí que mi pecho se hastiaba de tanta alegría, de tal grado de emoción, de tanta ternura y tanto amor.

  Nos reímos de nosotros mismos, al entrelazar las manos las notamos heladas. Nos miramos y tus labios con los míos se ajustaron. Yo sentí que la vida ingresaba a mis pulmones, que las esperas y los silencios habían válido por unir nuestras bocas, por arrimarme a tu cuerpo y darme cuenta que nuestros corazones latían con la misma intensidad. Por ser amada por la persona más maravillosa de la que pude enamorarme.

  Sonreíste y te imité, volví a besarte hasta que me faltara el aliento y debiera parar. Parecía que tu cuerpo encajaba idealmente con el mío. Me sentí segura entre tus brazos, con nuestras manos apenas reconociéndonos. Tú con cuidado memorizas la textura de mi piel, la forma de mis labios, la suavidad de mi cabello, la forma de mi cuerpo. Disfruto al rozar tu cuerpo, al enterrar mis manos en tu cabello, al morder una y otra vez esos labios objeto de mis delirios y mis más desquiciados anhelos. Soy tan amada, eres tan amado.

  Al fin estamos en la misma cama, representando aquel amor tanto tiempo contenido, tan reducido a palabras. Ahora lo transformamos en roces físicos, caricias perpetuas, nuestros cuerpos fusionados, transpirados. Las respiraciones entre cortadas, las sonrisas traviesas, el amor ya hecho. Te has vuelto mío, me he vuelto tuya.

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