De pronto reaccioné de mi ensoñación y me vi sola en un departamento desamueblado, un refrigerador que sólo tenía agua y dos six de cerveza. Me di una ducha con agua fría, me volví a colocar el pijama sabiendo que de todos modos no iría a ningún lado. Lavé mis dientes, sin mucho sentido, porque después destapé una de las cervezas que tenía, la bebí como agua, tratando de que la ansiedad no comenzara otra vez a revivirme recuerdos. Pero como toda alcohólica, sucedió todo lo contrario.
― Por favor perdona mi dependencia, Ángel, prometo
cambiar, yo te amo.
― No tienes que pedir perdón, Sol, yo sé la vida que
has llevado y juro no volver a abandonarte tanto tiempo ― dijo con una
sonrisa pícara y sarcástica.
― Te amo ― reí ― yo también quiero casarme contigo, Ángel.
De pronto tuve que salir del recuerdo pues tocaron el timbre, antes de abrir tomé otra lata de cerveza y bebí un poco. De todos modos ya intuía quien era.
― Mírate mujer, ya estás borracha
otra vez.
― No exageres ― puse los ojos
en blanco ― apenas si llevo dos cervezas. Además estoy celebrando mi
noche de bodas ― me carcajeé
― Ya no tomes más amiga ―
dijo Nova con los ojos vidriosos ― te traje despensa, concluyó mientras
colocaba comida en mi refrigerador. De pronto comencé a llorar.
― ¿Qué voy a hacer sin él, Nova? No
soy capaz, no puedo.
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