lunes, 21 de marzo de 2011

Cuatro años hacia delante 0



Ya habían pasado cuatro años desde que renuncié a aquello que me hacía desdichada, años que no habían transcurrido en vano, yo ya había cambiado de muchas maneras, para bien y para mal. Lo único que seguía igual era el ritmo melancólico de mi corazón, aun me acordaba de él.

  Tengo veinte años, soy fotógrafa y vivo en el lugar menos imaginable y esperado en el que habría vivido si me lo hubiesen mencionado cuatro años atrás. Y precisamente hoy me he citado con él en un café cercano, finalmente el día de mis oscuros sueños del pasado había llegado, el momento para tener su rostro frente al mío. Debo decir que no tengo ni la mínima idea de cómo lucirá su rostro a los veinte años, no lo he visto ni en fotografías. Aun tengo en mi cerebro su imagen inocente de adolescente, sus indescifrables ojos negros, sus cejas fruncidas, su piel de crema rosa y sus gruesos labios, su reflejo todavía de niño, es lo único que tengo más su cabellera azabache.

  Le doy un sorbo a mi café pacientemente, pues hemos quedado de vernos a las siete y yo he llegado seis y media. Mis manos frías han delatado mi nerviosismo y regreso a aquel infantil movimiento de timidez, emoción, amor y miedo, como hace cuatro años atrás. ¿Qué habrá hecho él de su vida? pues ya había dejado de saber de él, hasta ahora que por el mismo modo nos habíamos vuelto a localizar. ¿Se había enamorado locamente? ¿Su personalidad se habría transformado?

  Tenía muchísimas preguntas y cálidas brisas de la ventana llegaban sin ofrecerme alguna respuesta. Y sobre todas las cosas, yo quería saber qué sentiría al tenerlo a escasos centímetros de mi piel..Pour la premiere fois. En vous donnant l'occasion de revenir a dominer le coeur.

  Recordé cosas, tantas tonterías que cometí, tantas ilusiones que me había hecho y tantos sueños con él que jamás logré cumplir. Este acto me ahorcó y reprimió mi alma, comenzaba a doler y a transformarse en algo borroso, llenando de flash backs mi cuerpo entero, de pronto sentí que el sólo hecho de encontrarme aquí esperándolo a él ya era una pesadilla extrañamente hermosa. Pero creyéndomelo o no, yo hasta aquí había llegado, con la única y exclusiva intención de verlo.

  Sorbí más café y dejé que la sensación abrasadora de aquel líquido llenara mi garganta de un agridulce y exquisito sabor. Terminando esto, cerré los ojos fuertemente y dejé que el irritante sonido del reloj marcando los segundos distrayera mis pensamientos. Alguien tomó mi mano y no quise aventurarme a abrir los ojos, el roce de aquellos dedos fue repentinamente agradable. Mordí mis labios y abrí mis párpados y entonces pude verlo todo en la más grande extensión de la palabra. Era como si en los últimos cuatro años hubiese fingiendo estar viva, pero ahora más que nunca sentí de aire divino llenar mis pulmones, y pude sonreír.

  Él no había cambiado demasiado, sólo sus facciones se volvieron más duras, pero su hermoso rostro era tan impecable, más que en mis sueños más ilusorios, más que las frías y frágiles fotografías. Sus ojos negros penetraron mi alma de la manera más ruda, la perfecta forma de su nariz aturdió mis pensamientos, su cabello alargó mi silencio y sus hinchados labios húmedos entorpecieron mi alocado corazón, así era, mi amor reprimido hacia él estaba intacto, había sido bien salvaguardado y hoy florecía o renacía de sus negras cenizas.

  Aquellos labios que había esperado por cuatro años ahora rozaban el contorno de mi cuello, esas manos blancas que parecían lejanas, tocaban mi espalda y mi cintura, acariciaban mi mejilla y atrapaban una rebelde lágrima que emergía de mis castaños ojos. Esos ojos negros lloraban con los míos formando una canción triste, esa piel crema se fundía con la mía. Entonces su apetecible cuerpo se unió al mío en un absorbente y apasionado abrazo. Mis dedos se aferraron a su cabello incontrolable. Mis labios suplicaban los suyos, ardían ante su deseo que fue concedido. Mis dientes mordisqueaban con ternura el dulce de su inferior labio hinchado, creí que desaparecería dentro de su boca. Juré que podía hacer esto hasta morir, no quería detenerme. Nuestra salvaje danza romántica nos llevó a mágicas sensaciones. Cada beso y cada caricia desgarraba el pasado, lo destruía. Cada error, cada sufrimiento se quebraba en nuestras manos ahora entrelazadas. Y cada paso con él a mi lado, borró los cuatro años sufridos de separación.

  Ya nada tenía importancia, todo tenía solución porque él estaba conmigo y jamás se iría de mí, nuestro amor era una novela, cuatro años hacia delante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario