miércoles, 30 de marzo de 2011

Entiérrenme en el olvido


Sigo buscando entre las multitudes una señal que me muestre cómo recuperar la fe en mí. Me siento sola rodeada de tantas mentiras en las que alguna vez creí. Pensé que mi corazón palpitaría como nunca. Ya no hay impulsos para permanecer, ni siquiera para batallar; por amor, amor.
  Juro que ya no quiero saber más de ilusiones que terminen por escaparse de mis dedos, respirar duele hondo, abrir los ojos es una pesadez constante. Se ha acabado el elixir de una sonrisa, me sacié tanto de sueños que caí en una pesadilla digna de las novelas de Stephen King. Esta depresión es más dolorosa que hurgar ácido.

  Llévenme a ese descanso inmarcesible, libre de pobreza espiritual y de sufrimiento. Ya no quiero crear cosas imbéciles en mi cabeza que solo me provoquen más dudas. No soportaré conocer a más personas que no comprendan mi gran tristeza, que me piensen absurda.

¡Escúchenme! ¡Sosténganme! Pues caigo, caigo en un profundo abismo. Las personas sólo son masas que se mueven al son del tiempo, como robots van de un lugar a otro. Mientras yo me detengo en el mismo lugar solo para llorar, ahogándome en una marchitada existencia.

3 comentarios: