jueves, 10 de marzo de 2011

Sin la mitad de mi vida


Ya he perdido la cuenta de los lapsos en que pienso en ti. He llegado a creer que eres un nuevo sentimiento dentro de mí, hasta que ya veo normal este grandísimo dolor. Ya me es tan común soltar lágrimas sobre mi rostro por las noches escuchando melodías que me recuerdan a ti. Prometo que ya no tengo idea de qué hacer, ya lo intenté todo, absolutamente todo para olvidarte, pero aún tengo impregnada la esencia de tu ya acabado amor hacia mi ser. Sigo insistiendo que ya ha pasado tanto tiempo y sigo amandole como desde la primera vez que lo sentí. Como cuando te lo confesé, como aquellos pioneros días en que tu presencia me dejó. Fue muy difícil al principio, el sufrimiento me ganaba la batalla y no me permitía dormir, pero todavía me querías. En el momento en que tu indiferencia aturdió a mi corazón mi vida se envolvió en llamas más fuertes que las del infierno, el tiempo golpeaba y lastimaba peor que heridas físicas, me arañaban el alma una y otra vez. Me encerré en una sombra oscura que desfallecía mi conciencia y jamás permití que nadie entrara en ella. Me perdía en mi propio cuerpo, escribí poesías que nunca entendí porqué las hacía...Abracé sin sentir, reí sin felicidad. Toda mi alegría te la habías llevado tú, completamente. Es irónico, absurdo y estúpido guardar todavía la esperanza. Nadie me comprende y nadie lo hará jamás, pues nunca amaron a quien yo amo. El reloj no me ha ayudado, al contrario me hace recordar más y provoca que de él más me enamore. ¿Por qué tiene que ser así? La vida es una perra salvaje que ataca a quien está en el suelo. Ya no quiero seguir perdiendo cosas debido a su ausencia, honestamente ya no lo deseo, ahora estoy dejando ir tantas oportunidades para brillar, así como quien ve una estrella. Es muy triste encontrarse en este estado, sin lograr resignación en mi corazón. Te pido alma mía de rodillas que me regales tranquilidad...que quites la venda de mis ojos que no dejan de admilarlo a él como algo bellísimo e irremplazable. Muéstrame al verdadero monstruo del que idiotamente me enamoré. Juré que no volvería a escribir una sola palabra en su honor y heme aquí rompiendo juramentos. Quiero gritarle al mundo entero cuanto amor le siento y cuanto odio fulminante le ofrezco. A veces quisiera él supiera cuanta agonía me provocó su ilusión, pero sé que NO. Sería mi muerte prematura que supiera que soy una perdedora psicótica. Fuiste más que un simple amor, fuiste más que todos mis problemas. Te sigo creyendo un ángel. Te veo todavía como la salvación de mi espíritu. Y eso no me hace bien, es como estarse pudriendo poco a poco desde adentro, arruinando cada uno de mis órganos. No es correcto, pero si no vivo de recuerdos entonces mi vida no tendría sentido alguno y no podría armar más excusas para seguir respirando y para fingir que estoy bien. Mis pensamientos son locos y rompen cualquier esquema, porque yo te amo.

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