lunes, 21 de marzo de 2011

La novia perdida (adaptación)


Corina estaba recostada en su modesta cama en la madriguera. Miles de pensamientos inundaban su mente, mientras descansaba de un agobiante día de trabajo. Es que trabajar en el ministerio era algo que amaba pero que le quitaba mucho tiempo libre, tiempo que podría ocupar en tratar de lograr sus más ansiados sueños. En realidad, solo tenía un sueño que cumplir… y era él. Cuantas veces deseó estar a su lado, ser la "elegida", pasar la vida siendo la señora Madero. Pero desafortunadamente para ella, eso nunca iba a darse. José Madero era su única meta inalcanzable, lo hacía todo mal. Para desgracia de ella. Él se dedicaba a mirar muchachas mucho más sofisticadas que ella. Y aquí era donde lloraba más… "¿Qué tienen ellas que no tenga yo?" Se encontraba pensando cada vez que él venía a hacerle una confidencia. Es que algo entre ellos había cambiado. Corina ya no era la niña huidiza de aquella mirada de ojos avellanados que la derretía. Se habían convertido en amigos. Excelentes amigos. Él le confiaba todas sus alegrías y tristezas, sus logros y sus fracasos en su alterada vida emocional. Y ella tenía que soportar estoicamente, cada vez que él venía a confesarle su amor… su amor por otra mujer. Y ella tenía que aguantar el llanto, darle su mejor sonrisa y alentarlo para que se animara y le confesara su amor a la enamorada de turno.
Ese día, tan absorta estaba recordando todos y cada uno de sus encuentros, que no reparó que alguien, había estado tocando a su puerta y que, ante la falta de respuesta, había decidido a entrar al cuarto de la chica.
-Corina… - alguien susurró a lo lejos. O por lo menos eso es lo que pensó ella al salir de sus pensamientos y poner atención hacia la puerta. Allí estaba, Alto… "Cada día más hermoso", pensó ella. Tenía esa mirada penetrante fulminándola. ¡Cómo lo odiaba cuando la miraba de esa manera! "¿Es que nunca me parecerás feo?" pensó. "¿Cómo diablos voy a olvidarme de ti si cada vez que me lo propongo te me apareces y haces tambalear mi mundo?". Él la miraba preocupado, había estado llamándola desde que entró y ella sólo lo miraba sin responder. – ¿Corina? ¿Te encuentras bien? – ella pareció salir del trance.
-Yo… sí – sonrió – ¿por qué no tocas para entrar? - preguntó simulando molestia.
-Bueno, si no estuvieras soñando despierta, hubieras notado que golpeé varias veces – sonrió y se acomodó las gafas que enmarcaban sus preciosos cafés. Corina reparó más en ellos. Hoy, particularmente hoy… estaban más brillantes que nunca. Y su sonrisa… no cabía en su cara.
-¿A qué has venido José? – Preguntó – te veo radiante.
-¡Lo estoy! – Dijo en un tono entusiasta – Tengo que contarte algo… es algo que nunca pensé… la verdad es que yo nunca creí que…
-¡Diablos Madero! ¿Qué te sucede? ¿Por qué no completas una frase?
-¡Es que estoy emocionado y nervioso!
-¿Por qué?
-Bueno, ¿en verdad quieres que te cuente?
-Y… ¡sí! – Dijo ella torciendo los ojos – aunque veo que eres tú el que se muere por contarlo… - él asintió sonriendo. A Corina le dio mala espina su sonrisa. El sólo sonreía así cuando…
-Estoy enamorado – le soltó sin anestesia. Ella quedó en blanco. Sus ojos lo miraban, y trataba de decir algo… algo que la saque de ese infierno. Porque Pepe había dicho unas palabras que jamás había mencionado cuando hablaba de otras chicas. Las demás solo le gustaban. Esta, la muy maldita lo había enamorado.
-¿Qué? – Preguntó – ¿que tú estás qué?
-Enamorado… y ahí te suelto la que falta… ¡ella está enamorada de mi también!
-¡Wow! eso es… – "¡lo más terrible que me puedes decir!" – ¡Fantástico! – ensayó una sonrisa que salió a medias.- ¿La conozco?
-Sí, y mucho…
-¿Quién es? – preguntó. "Así la descuartizo con mis propias manos"
-¡Ah no linda! – Dijo él con una sonrisa pícara – La verás en la boda…
-¿Estamos invitados a una boda, Pepe? – sonrió. – ¿Quién se casa…?- lo miró y él sonrió – No me digas que Sofía y David!-
-No, ¡tontita! – Le pegó suavemente en el mentón – en mi boda. Porque con ella me caso – Si un gran camión pasara en ese instante por la habitación, seguramente Corina se hubiera puesto a su paso para que la arrollara, aunque las palabras de Pepe tuvieron el mismo efecto.
-¿QUE? – dijo y ahogó un sollozo.
-¡Me caso! – Sonrió – ¿no es fantástico?
-Es… es… es lo más estúpido que te he escuchado decir en años… ¡y mira que te conozco José! –Él la miro serio – ¿cómo puedes…? Digo, ¡recién la conoces!
-¡Y qué importa! – Se excusó – además no es que la conozca desde hace poco… yo... la conozco de la escuela, ¡sólo que ahora me di cuenta de que ella es tan hermosa y tan esplendida! La amo, y mal que le pese a cualquiera me casaré con ella.
-Ah ¿sí?
-Sí, tu familia está de acuerdo. David será mi padrino, Sofía la madrina – "Traidores" Pensó la muchacha – Y tu madre ofrecerá una fiesta en nuestro honor - "Oh definitivamente a esa mujer no la conozco"- tus padres y hermanos arreglaran el jardín
-¿Y viniste a pedirme ayuda? ¿Qué quieres que la ayude a vestirse?
-No estaría mal…
-Eres… eres…
-Mira – se levantó – yo quiero que me apoyes en esto – Suspiró – eres muy importante para mí – "Si te importara no me estarías diciendo esto y rompiéndome el corazón" – Yo quisiera que estés en mi boda, Corina. Eres mi mejor amiga.
-Sofía lo es…
-Tú has sido mi apoyo en estos años… Tú has estado cuando pasó lo de mi decepción… quisiera que estés a mi lado ese día.- Corina se sintió mal. ¡Ella estaba siendo egoísta! Él le estaba pidiendo apoyo. Después de todo Pepe no tenía la culpa de no amarla. Él no la había obligado a enamorarse. Sonrió. Aunque estaba muriéndose por dentro, sonrió.
-Está bien Madero, yo voy a apoyarte…- Él la abrazó, fue un abrazo fuerte, Corina se aferraba a su cuerpo como si fuera la última vez que se abrazaban. Es que para ella sería la última vez.
-Nunca dudé de ti, linda – le dio un beso en la frente – tengo que irme… debo arreglar donde viviremos… Creo que seremos vecinos de la madriguera…- "Genial, no le bastó a esa desgraciada con sacarte de mi vida, que ahora me lo refregará de por vida!" – ¿No crees que es fantástico?
-¡Sí! ¡Wow! ¡Genial! – dijo ella sonriendo. Pepe salió del cuarto y ella se acostó ahogando el llanto en la almohada. Escuchó gritos de júbilo en la planta baja y lloró aun más. Su familia ajena a su dolor festejaba la felicidad de Pepe. "Si ellos supieran que su felicidad es mi dolor…" Alguien tocó a la puerta… - ¡Adelante! – dijo secándose las lagrimas. Una figura delgada de cabellos color café, enmarañados y ojos del mismo tono entró a la habitación – ¡Salma Sofía! – dijo Corina y se lanzó a los brazos de la joven.
-¡Corina! – Dijo La muchacha, sorprendida – ¿Qué te sucede?
-¡Como si no lo supieras! ¡Él se casa! – gimoteó – una maldita desgraciada, y Pepe no quiso decirme quien es, me lo quita Sofía, ¡me lo quita para siempre! – se abrazó a la chica.
-¿En verdad no te dijo quién es? – ella asintió.
-¿Tú lo sabes?
-Claro, seré la madrina…
-Dime, ¿quién es?
-Si Pepe no te lo dijo, no seré yo la que te lo diga.
-¡Gracias por tu amistad Sofía! Olvídate que te ayude con mi hermano. – dijo soltándose de su amiga y mirándola con rabia.
-¡No me chantajees! – Sonrió – lo de tu hermano está resuelto – ella la miró incrédula – nos casaremos después que termine su carrera.
-Te felicito amiga – dijo en un tono lastimero.
-¡Gracias por el apoyo! – dijo sarcástica la joven.
-Perdóname, es que si Pepe no me hubiera venido con semejante noticia, te juro que estaría bailando en una pata por ti, "Hermanita" – y sonrió.
-Lo sé Cori. Yo… siento que todo sea así. Pero ya verás quizás todo cambie después de la boda de Pepe.
-¿Si? ¿Eso crees? Crees que hay una posibilidad de que algo le pase a esa infeliz en la luna de miel, ¿dejándolo viudo?
-¡No digas esa estupidez Corina!
-Definitivamente cuando él se case me enterraré viva. No voy a ir a esa boda, ¡aunque venga a buscarme un batallón!
-¿Y qué harás?
-Me quedaré aquí en mi cuarto
-La fiesta será aquí…- ella la miró – ¿no te lo dijo?
-Sí, pero no creí que lo dijera en serio.
-El considera tu familia como la suya.
-Así sea, no voy a bajar a la boda. ¿Cómo crees que soportaré cuando el sacerdote diga y ahora los declaro marido y mujer?
-Entiendo – dijo Sofía – tienes una semana para cambiar de opinión… si no fueras, decepcionarías a Pepe.
-Pepe me decepcionó con la noticia que me dio. – Sofía la miró y sonrió, a Corina se le hizo que fue por compasión, pero no le reprochó nada. Después de todo, su amiga lo hizo para reconfortarla.
La semana pasó lo más rápido para Corina y lo más lenta posible para Pepe. Es que según Corina, al joven se le veía en la cara las ganas de casarse. Con gran pesar tuvo que acompañarlo a comprarse la túnica que utilizaría para el gran evento. Y fantaseó, muy a su pesar, verse ella del brazo de ese espectacular espécimen masculino en que se había convertido Pepe con el correr del tiempo. Ya no era aquel niño esmirriado de ropas holgadas que conoció. Ahora con sus veintiséis años estaba espectacularmente atractivo. No en vano todas las mujeres que ella conocía morían por él. Y ahora todas ellas, incluida Corina en ese montón, tendrían que morirse de la envidia al verlo salir de su boda con un anillo en el dedo, y convertirse así en inalcanzable. El sonreía mirándola por el espejo de la tienda. Ella después de varios minutos lo miraba y levantaba el pulgar sonriente como aprobando su elección. Él hacía el mismo gesto torciendo sus labios con una sonrisa que a ella la perdía. No importara lo que ella decidiera hacer para olvidarlo, a pesar de que él estaba despidiéndose de ella de la peor manera, casándose, por más que ella se lo propusiera, nunca podría quitarse de la cabeza a ese hombre. Simplemente era imposible.
-¿Qué hay de ti? – le preguntaba Pepe, llevando al hombro su traje de bodas, mientras caminaban por un pequeño callejón.
-¿Qué hay de mi? – preguntaba ella, como sin entender.
-¿No te compraras un bonito vestido para la boda?
-Yo… no pensé…
-¿Vas a ir verdad? – la miró. Ella huyó de su mirada. – No sería lo mismo sin ti…
-Yo… ¡por supuesto Pepe! – Dijo en un falso tono entusiasta – No veo la hora de que llegue el día – "¡Así me cuelgo del primer árbol que encuentre!"
-Así me gusta, ¡linda! – La abrazó y Corina sintió erizarse toda su piel – Realmente eres muy importante para mí.
-Sí, tú también Pepe – suspiró – Tú también.
-¿Pero no te compraras nada para ponerte?
-Yo no necesito nada... ¡tengo unos vestidos lindos!
-¿Nada nuevo? – la miró escéptico – ¿No te comprarás un vestido adecuado para la ocasión?
-Yo no me caso, ¡te casas tú! – rió. – Es que acaso crees que…
-Mira tengo que decirte la verdad… Ella, mi futura esposa… es detective…
-¿Y?
-Y… que está en una riesgosa misión – "Que se muera, que la ataquen, y la dejen estúpida de por vida" – Y no tuvo tiempo de comprarse el vestido de novia – la miró y ella le devolvió una mirada de horror – Por eso, yo pensé que tú…
-¿Que yo qué? – Pegó un alarido que todos los que paseaban por el callejón se dieron vuelta para verla. Pepe estaba rojo de vergüenza.- ¡Habla!
-Que tú podrías ayudarme a escoger uno para ella…
-¿Eh? ¡Estás completamente chiflado amigo! – "¡anda, ahora clávame un puñal en medio del pecho, insensible!"
-Por favor, yo hablé con ella y ella está de acuerdo. Te lo pide como un favor de hermanas…
-¿Hermanas? – "¡Ya querría yo una hermana que me quita al hombre de mi vida!"
-¡Yo iré contigo!
-¿Cómo me pides eso? Yo no la conozco, no sé cómo es… es alta, ¿fea?
-¡Definitivamente no es fea! – Sonrió Pepe - ¡es una belleza!
-Sí, bueno pero… hay otras cuestiones…
-Es como tú… - sonrió – físicamente claro…
-Y el pelo, ¿de qué color es?
-¿Qué tiene que ver el color? ¿el vestido usualmente no es blanco?
-¿Es virgen? – pregunto con bronca.
-EH…
-¿No lo sabes? – preguntó incrédula.
-¡NO! – Dijo rojo - aún…
-¿Hace cuanto que la conoces?
-Mucho tiempo…
-Y nunca has… ¿estado con ella?
-Ya te lo dije, esto es repentino, tanto que ella no podrá comprar su vestido – dijo fastidiado – ¿me ayudas o se lo pido a Salma Sofía?
-Está bien – la abrazó.
-Gracias, ¡gracias! ¿Adónde iremos a comprarlo?
-Pues vamos al “Palacio de las novias” – dijo con desgano. Caminaron unas cuantas cuadras hasta encontrar el negocio. Entraron a la tienda. La señora los miró y sonrió.
-Buenas tardes… déjenme decirles que no he visto pareja más hermosa como la vuestra…
-Está equivocada – dijo Corina, con cara de pocos amigos – Él se casa, yo solo le estoy escogiendo el vestido a su futura esposa – la mujer la miró con las cejas bien juntas, sin entender.
-Verá usted… – se dispuso a explicar Pepe – mi novia es detective y tiene una riesgosa misión, y no ha podido venir a comprar el vestido, por lo que le pedí a mi amiga...
-Está bien… - dijo la señora mirándolo fijamente - pero me parece que usted, no podrá estar aquí…
-¿Y por qué, si se puede saber?
-El novio no debe ver el vestido hasta la boda – rápidamente lo tomó del brazo y lo sacó a la calle – Adiós señor, vaya a tomarse un helado y vuelva en una hora. – Cerró la puerta en su nariz. Corina comenzó a recorrer la tienda viendo vestidos.- ¿Sabes el color de su pelo? – ella lo negó. Estaba con la mirada triste – Ven escojamos uno cualquiera.- Corina sonrió – después de todo… - la miró – ¡esperemos que esté de lo peor! – La sonrisa de Corina fue más grande. Después de medirse varios vestidos se decidió por uno horrible con muchos volados de tul, que seguramente la futura esposa mas parecería una gran torta de merengue que una hermosa novia. La señora de la tienda rió.
-Creo que este estará bien – dijo Corina satisfecha.
-Parece que no te cae bien la muchacha, ¿eh?
-Yo… no – dijo segura – por mí…
-¿Tú quieres al chico? – Ella asintió y sus lágrimas cayeron – ¡cómo no quererlo si esta para comérselo! – Corina se sonrojó.
-¡No lo quiero por lo que es ahora! – Dijo enojada – Yo lo he amado desde que tenía diez años, desde que lo vi parado en la estación en su primer día de clases. Se veía tan indefenso… ¡Y ahora una tarada desconocida me lo quita! – sollozó más fuerte. La dueña de la tienda la abrazo.
-Descuida, yo… ¡diablos! ¡la verdad es que me has dejado pasmada! Entonces, ¿llevas ese asqueroso traje?
-Sí.
-¿Y para ti?
-¿Yo qué?
-¿No elegirás uno?
-Yo este… ¿para qué?
-¡Niña! ¿Nunca has soñado con casarte?
-¡Sí! Pero yo… sólo con él… entonces, ahora… – sus lágrimas volvieron…
-¿Por qué no eliges uno? ¿Y lo usas como un vestido común para la boda de tu amigo?
-¿Y eso? – preguntó secándose las lagrimas, y mirando a la señora sin comprender sus palabras.
-Para que él vea lo estúpido que fue, ¡al dejarte por ese merengue móvil que parecerá su esposa! – ella sonrió ante la imagen que se formaba en su mente.
-¿Como una revancha?
-¡Exacto! – La acompañó al probador – Creo que tengo exactamente lo que te pondrías tú.
-No blanco – la dueña de la tienda la miró - No es por nada…- dijo roja – es que mi piel es demasiado blanca y… blanco el vestido, y mi pelo es negro… entonces yo pareceré…
-Estaba pensando para ti un color mas… - la mujer desapareció. Se sintió una basura. Pepe le había pedido un favor, y ella quería, deliberadamente, arruinar su boda. Pero no le importó. Al fin de cuentas, pensó "Ella me está arruinando la vida" – Toma pruébatelo – la mujer vino con un vestido tan hermoso que ni siquiera Corina había imaginado un vestido así para su boda. Era color champagne, tirando al beige. Tenía todo el corsé bordado en piedras, y la falda se ampliaba a medida que caía al suelo. La tela era suave, pero tenía peso, dándole cuerpo al vestido. Se sostenía por unas tiritas del mismo color del vestido. Por la espalda, a la altura de la cintura tenía un broche de perlas del cual caía la espectacular cola, toda bordada por las mismas piedras del corsé. Corina derramó unas lágrimas… era perfecto.
-¿Y qué te parece?
-Es… es… es espectacular – Se lo quitó de las manos y se lo puso. Le quedaba al cuerpo. Como si el vestido hubiera sido para ella.
-Llévatelo, ¡y cáusale una gran envidia a esa usurpadora! – sonrió la mujer.
-¡Pero yo no tengo dinero! Yo sólo puedo pagarle el vestido de…
- No importa – sonrió la mujer – te lo regalo, todo sea por una noble causa.- Ella sonrió. Era el vestido soñado. La mujer preparó los paquetes, teniendo cuidado en ponerle una cinta al de Corina para que no los cambiara. Además le regaló los zapatos, forrados con la tela del vestido, y una tiara, completaban el conjunto.
-No sabe cuánto le agradezco…
-Ve y luego mándame una carta para ver cómo te fue – Corina le dio un beso y salió. Dos horas después, Pepe malhumorado la esperaba en un restaurant cercano.
-¡Pepe! – dijo ella sonriendo. Él cambio la cara.
- ¡Hasta que apareces!
- No sabes, lo hermoso…
- ¿Le compraste el vestido?
- ¡Eh si! – Dijo roja – ¡y el mío también!
- ¡Entonces iras! – dijo el dándole un beso en la mejilla contento.
- Claro, no me perdería el espectáculo por nada en el mundo… - y sonrió malignamente.
La casa se preparaba para una gran celebración, y todo el mundo estaba pendiente de los arreglos para el gran casamiento de Pepe y la novia ausente… Corina observaba todo desde la ventana de su habitación. Y lo veía a él. Con el torso desnudo, bajo el ardiente sol, ayudando con los postes para poner la gran carpa en la que se llevara a cabo la fiesta. "Maldito desgraciado" murmuraba sola. "¡Mírate estas tan entusiasmado!" "Te odio, ¡te odio! Te odio por estar espectacularmente hermoso sin camisa" ¡AHGGG! El grito fue tan fuerte que hasta la puerta llegó preocupada, Sofía.
- ¡Corina! – Abrió la puerta de golpe y encontró a la chica tapándose la cara con la almohada – ¿qué diablos te pasa?
- ¡Cómo si no lo supieras! – Lloró – él se casa y yo... ¡lo perderé para siempre!
- Eres demasiado exagerada, ¿sabes?
- ¿Demasiado? – se acercó peligrosamente a su amiga. Esta retrocedió temerosa – ¿Demasiado? A ver, qué te pasaría a ti, si amaras a mi hermano de la manera en que lo amas y ¡él ni te pela!
- Yo…
- Y qué harías si aun tratando de olvidarlo no puedes, y él se acerca como si fuera tu gran amigo… ¡y te cuenta todas y cada una de sus aventuras amorosas!
- Yo… no sabría…
- Y qué te sucedería si de un día para otro, él viene y te suelta de sopetón, ¡que se casa con una tipa de la que no sabes ni su nombre! ¡Y QUE NO ERES TÚ!
- Corina – dijo ella largando el aire de los pulmones – ¡yo me moriría!
- ¡EXACTO! ¡ENTONCES NO VENGAS A DECIRME QUE SOY UNA EXAGERADA!
- ¡Corina Montesco! – Gritó alguien abriendo la puerta – QUE SON ESOS GRITOS, ¿ACASO NO TE DAS CUENTA QUE TENEMOS VISITAS? ¡ACABA DE LLEGAR LA TIA MURIEL!
- ¿Y ESA A QUÉ VINO? ¿A PREGUNTARME CUANDO SERÁ EL DIA QUE DEJE DE SER SOLTERONA?
- ¡CÁLLATE CORINA! – GRITABA MÁS FUERTE SU MADRE – ¡ERES UNA DESCONSIDERADA! PEPE ESTÁ HACIENDO EL ESFUERZO…
- ¡QUE PEPE Y SU BODA SE VAYAN AL DIABLO!
- Corina… – dijo Pepe, entrando detrás de Cristina – ¿qué te sucede? ¿Te sientes mal?- ella roja de la vergüenza, cambió el semblante.
- ¡No! Como crees Pepe…- Cristina y Salma Sofía la miraron como para matarla.
- Como estabas a los gritos…
- ¡Es de la alegría! Verás ¡vino mi tía Muriel! ¡Wow! ¡Yupiii! – dijo falsamente. Pepe sonrió.
- ¡Sí! Qué loco, al fin voy a conocerla… ¡y vino a mi boda!
- Yo la invité, Pepe querido – dijo Cristina acomodándole la remera.
- Si gracias, usted sabe como considero a esta como mi familia, mientras más vengan mejor…- Corina torció los ojos.
- Bueno, será mejor que dejemos a las chicas Pepe, deben tener mucho que arreglar...
- Si – se iba – Corina… – ella lo miro – Mi novia ya tiene el vestido.- Ella se puso roja – y te mandó a decir que te agradece. Es el vestido que ella hubiera querido – se fue…
- ¡Era horrible! – Dijo Sofía con cara de asco – fuiste muy mala al elegirlo…
- ¡Ella se merece eso y más! – bufó sentándose en la cama – es más, estoy pensando en hacer algo para que cuando corte el pastel, se le caiga encima y cuando baile el vals, se pise el merengue y quede ahí, ¡en medio de la pista y mostrando sus calzones!
- ¡Corina!
- Lo sé. ¡Estoy perdida! No puedo desearle tanto mal- sonrió – ¡pero solo le desearé que se le rompa el vestido! – rieron.
La noche antes de la boda no durmió para nada. Y lo poco que pudo dormir tuvo horribles pesadillas. La peor fue aquella donde Pepe estaba de espaldas al lado de su novia… en la ceremonia. Corina se acercaba lentamente, gritándole que no lo hiciera… él la miraba y sonriendo burlonamente le contestaba que si lo haría, que le valía poco el amor que ella le tenía. "Mira a mi futura esposa Corina y alégrate por mi" Decía Pepe. La novia se daba vuelta y tenía la cara tapada por un velo. Al quitarlo de la cara, se encontraba con… ¿una muerta? ¿Pepe me dejas por un fantasma? "Ella es mucho más mujer que tú" y despertaba en un grito ahogado. Decidió no dormirse más. Si cada vez que se dormía tendría una pesadilla como esa, mejor quedarse despierta. Se levantó y miró hacia el jardín por la ventana. El verano le regalaba noches frescas y estrelladas, iluminadas por una esplendida luna. "Ojalá mañana lloviera" pensó. "Pero será ideal para Pepe, a él le gustan los días de lluvia… Y a mí también, ¡son tan románticos!”. Miró hacia el jardín. Poco quedaba de aquel matorral de yuyos que era antes del anuncio. Sus hermanos se habían esmerado en dejarlo en perfectas condiciones para la fiesta. En medio del estanque, estaba la pérgola donde se oficiaría la ceremonia. Jorge y Ricardo habían puesto mucho esmero en crear un muelle que llevaba hasta una gran balsa flotante. Allí había pocas sillas. De seguro estarán los familiares más cercanos. La pérgola estaba decorada con flores blancas y amarillas, que contrastaban con el verde de las hojas. Bordeando el estanque se disponían otras sillas, muchas, de seguro los demás invitados verían desde allí la ceremonia. Derramó gruesas lágrimas. Si hubiera sido su boda, la habría planificado de esa manera. "¡Como te odio José Madero Vizcaíno! Pero mi amor por ti es más grande y lo desvanece en segundos!" Se alejó de la ventana y se recostó. Estaba completamente segura con lo que iba a hacer… no iría. No podría soportar el dolor de verlo feliz al lado de otra mujer… Eso haría, mañana bien temprano se marcharía lejos… "no, mejor, me haré la tremendamente enferma y me excusaré de esa manera." "Quizás si finjo algo de conjuntivitis..." Y ahí se quedó pensando en la forma de zafar. A veces miraba el vestido colgado cerca de su ropero y suspiraba. Pero aunque se moría de ganas por usarlo, ya tendría otra ocasión. En esa, en la boda de José Madero y quién sabe quien, no lo haría.
Por la mañana, la sacó de su letargo un murmullo sin fin de gente que iba de un lado al otro en la planta baja. Se sentían tropeles de gente subiendo y bajando la escalera, y ella se tapó los oídos. Quizás, nadie se daría cuenta de que ella faltaba… Aproximadamente a las nueve y media de la mañana, Salma llegó y abrió la puerta de golpe…
- ¡Corina! – Dijo y sus manos temblorosas pasaban el cepillo por su enmarañada cabellera – ¡me olvide de la plancha para el cabello! Tú no tendrás... – la miró – ¿qué haces ahí acostada? Levántate, ¡tienes que vestirte! ¡La boda será en casi dos horas!
- Yo… la plancha está en mi tocador – dijo y se tapó más con las sábanas. Salma Sofía la tomó y la miró – será mejor que te vistas, Corina. Pepe no esperara a por ti. – cerró la puerta.
- Nunca esperó por mí, Sofía… – lloró – nunca.
Diez y treinta de la mañana. Todavía estaba en la cama. Los murmullos eran ahora gritos de nervios y los agudos pasos en la escalera eran cada vez más graves. Se notaba que todos estaban pendientes de la hora, porque se sentía el nerviosismo en la casa. Corina se arropó más. "Quizás si me hundo en la cama desaparezco" – la puerta se abrió de golpe y Corina vio algo que la aterró. Su madre estaba parada con las manos en la cintura. Corina nunca había visto una, pero pudo jurar que si conociera a una bruja de seguro se parecería a la Cristina que estaba parada en la puerta, dispuesta a presagiarle su muerte, pero en manos de ella.
- ¡Qué se supone que estás haciendo Corina! – Dijo su madre. Se abalanzó hacia el ropero y sacó el forro del vestido – Te doy exactamente cinco minutos para que te levantes, te arregles ese pelo y te vistas. ¡Nadie esperará por ti!
- ¡Me vale gorro! – Dijo aullando – ¡Porque no espero que esperen por mi!
- ¿Y se puede saber por qué?
- ¡Porque no voy a ir a esa estúpida boda! Y ni tú, ni nadie en este mundo me harán levantar de esta cama y vestirme para poner cara de falsa y desearle felicidades… cuando espero que les vaya como la gran m…
- ¡Corina Montesco!
- ¡Esa soy yo! – gritó – ¡y te pido que me dejes en paz! Lárgate mamá, ¡no quiero ser grosera contigo!
- ¡Estás imposible hoy! Ojalá… - no dijo nada, saliendo de la habitación y dando un portazo. Corina sintió ganas de vomitar. Nunca había tratado de esa manera a su madre, pero ella no le entendía. No podría nunca comprender que no podía verlo a él feliz en brazos de otra mujer.
Once y cuarto. Se había propuesto que nadie volvería a entrar por la puerta, cerrada con llave. De nada valieron los intentos de derribar a la fuerza la puerta por parte de David, los gemelos y los hermanos mayores. Era muy potente. Desde la puerta se escuchaban maldiciones hacia la testarudez de Corina. Pero nadie pudo. Aproximadamente a las once y media, apareció por la puerta su padre. Ella aun doliéndole tratarlo de esa manera no le abrió.
- Cariño, déjame entrar – dijo Jorge Montesco en un tono de padre comprensivo.
- Lo siento papá – dijo ella sentándose en la cama y abrazando las piernas con sus brazos.- No me importa lo que tengas para decirme… estoy enferma, no iré a la boda.
- Estás comportándole como una niña pequeña y malcriada… – dijo tranquilo – Deberías abrir la puerta para ver lo que te sucede… verás, abajo esta toda la familia incluyendo tu prima Jacqueline y…
- ¿A ella también la invitaron? – Gimoteó – ¿es que no hay nadie al que no invitaron? Ah ya creo que sí, de seguro mi maestro de química…
- El profesor Carlos está esperando impaciente que empiece la boda – dijo desde algún lugar de la puerta, Sofía.
- Pues, ¡entonces menos iré!
- ¿Corina? – dijo una voz que ella conocía muy bien. Pepe se había acercado a la puerta. – Señor Montesco, ¿qué sucede?
- Es Corina… dice que está enferma – dijo el padre. Corina se había levantado al oír su voz y se paró detrás de la puerta.
- ¿Probaron con un cerrajero para abrir la puerta? – dijo Pepe, en un tono preocupado.
- Pues claro, ¡tonto! – dijo Salma Sofía chasqueando la lengua – ¡Pero parece que te olvidas de quien estamos hablando!
- Corina abre la puerta, ¡por favor! – dijo Pepe tocando insistentemente. Ella se había quedado muda, de los nervios – ¡Corina! ¡Déjate de comportarte como una niña malcriada y abre esa puerta ahora! – su voz denotaba enojo.
- ¿Qué quieres? – dijo ella al fin.
- Hablar contigo – bufo – ¡de una manera civilizada!
- ¡Habla pues!
- No puedo hablar así, desde atrás de una puerta… ¡maldición abre la puerta ahora!
- ¡No voy a abrirla! ¿Por qué no se dan cuenta que estoy enferma? Es que no tengo cara para ir a esa boda…
- Bien pues, entonces no me dejas otra opción. – Escuchó que Pepe bajaba la escalera. Miró su reloj. Eran las doce menos diez. Sus piernas flaquearon. De seguro Pepe se iba para dar la orden del comienzo de la boda. "Bueno, Corina, se dijo limpiándose las lagrimas, Así será mejor". Su padre volvió a hablar.
- Corina sé comprensible… si estás enferma, deja que la señora Mónica te vea… a lo mejor…
- Papá – dijo ella ya cansada – ¡por favor! ¡No me siento bien! Además, ¿a quién le interesa que yo vaya a esa boda? – No terminó de decir estas palabras cuando el ruido tremendo de una ventana que se abría, la dejó perpleja. Pepe se bajaba de su saeta de fuego y atravesaba el marco, con cara de pocos amigos.
- ¡Pues a mi si me interesa que estés en esa boda Corina Montesco! – ella se quedó muda, pegada a la pared opuesta a la ventana.
- ¡Pepe! – Susurró – ¿qué se supone que haces?
- ¡Lo mismo podría preguntarte yo! – se sentó en la cama. Corina lo miró. Se veía tan apuesto con su túnica de gala. El cabello… se notaba que había tratado de peinarlo, pero que no había tenido éxito, se levantaba detrás en la nuca, haciéndolo ver más sexy que nunca. Y ese perfume tan varonil…- ¿Te comió la lengua un ratón? ¡Estoy esperando que me expliques por qué no vas a la boda!
- Ya se los dije – musito – estoy enferma…
- ¿Qué tienes? – "¿no te das cuenta? Me estoy muriendo de amor por ti, y tú te casas con una desconocida" – Corina, no me asustes ¿qué tienes? – dijo el al mirarla, y notar que los ojos avellanados de Corina se llenaban de lagrimas.
- Yo… estoy un poco dolida con… contigo Pepe – él se quedó mirándola sin entender…
- ¿Qué te hice?
- Yo… - "Te apareciste en mi vida dándola vuelta, me hiciste enamorarme perdidamente de ti, y ahora te vas con una que ni te merece" – No puedo entender… por qué no… me elegiste… como tu…madrina – respiró. El se relajo y sonrió.
- ¡Así que es por eso! – Rió – ¡Estás celosa! – "Si, pero de la infeliz que te quita de mi vida"- ¡Estás celosa porque elegí a Sofía de madrina! – rió con más ganas.
- No te rías, para mi… era importante…
- Para mí es importante que estés en esa boda Corina… - ella lo miró y se perdió en ese inmensa luz, que mostraban sus ojos.- Tú eres la mujer más importante… mi mejor amiga… estaría muy desilusionado si tu no vas – "¡Anda hazme sentir como una maldita arruina fiestas!"
- Yo… lo siento – suspiró – ¡soy una tonta! No debí ser tan egoísta… Si aún estoy a tiempo, me vestiré para ir… - lo miró y ensayó una sonrisa. El la abrazó.
- Gracias Corina – Se levantó – Aplazaremos la boda media hora. No te tardes, y por favor ven… - se iba – no me casaré si tú no estás a mi lado – Sonrió – Eh… ¿Abres la puerta? – Ella aún absorta por las palabras de Pepe, movió tenuemente la chapa y un fuerte clic se escuchó. Pepe abrió la puerta y el señor Montesco, Cristina y Sofía, por poco caen de bruces al suelo, de tan pegados que estaban tratando de escuchar. Pepe sonrió – ¿Estaban esperando algo? – Los demás se arreglaron la ropa y negaron algo colorados – Salma, Cristina, ¿podrían ayudar a Corina? Iré a decirles a todos que la ceremonia se atrasará media hora. – Miró a Salma Sofía – ¿tiempo suficiente?
- ¡Así es! – Pepe se fue acompañado de Jorge y Sofía entró como un ventarrón tomó el vestido y lo llevó hacia la cama. Corina aun estaba mirando la puerta por donde salió Pepe. –¡Corina ya escuchaste tenemos media hora!
- Yo… lo siento… no iba a ir a la boda… pero él me dijo que yo… era su amiga, y que querría que yo estuviera ahí – lloró por enésima vez – ¡cómo pude ser tan egoísta! ¡Es el día más importante para él y yo aquí haciéndome de rogar!
- Corina – dijo su madre – no quiero interrumpir la lloradera, pero por favor, ¡VISTETE! ¡AUN TENEMOS QUE ARREGLARTE ESA CARA QUE TIENES COLORADA E HINCHADA DE TANTO LLORAR!
- No me grites mama, ¡compréndeme y apóyame!
- ¡TE APOYARE A GOLPES SI NO TE APURAS EN VESTIRTE CORINA MONTESCO! - Corina vio otra vez a la bruja y rápidamente salió de la cama y se puso el vestido. Se calzo los zapatos y se miro al espejo. Sofía estaba peinando su larga cabellera negra y tratando de pensar que peinado hacerle. Corina la miraba. Sofía estaba contenta. Se miró al espejo y vio su larga cabellera.
- ¡Sofi! – Dijo serena – déjalo suelto. A Pepe le gusta así… – No supo por qué lo dijo.
- ¡Estarás muy hermosa! – sonrió su amiga. Con una mágica crema desapareció las ojeras y comenzó a maquillarla.
- Por favor Salma, no me maquilles tanto – su amiga la miró – cuando él diga que acepta a esa… ni siquiera puedo insultarla si no se cómo diablos es, bueno lloraré ¡y no quiero parecer un vampiro mal encarado!
- ¡Corina que cosas dices! – rió Salma Sofía.
- Ese vestido es muy lindo hija – dijo Cristina, mirándola a través del espejo.
- Si – suspiro- no estaré fuera de tono ¿verdad? Digo ¿no opacaré a la novia?
- No, ¡la novia sobresaldrá con su vestido merengue! - Rió Sofía. Quince minutos después, David se acercó hasta la habitación y golpeó tímidamente.
- No quiero interrumpir, Corina pero si ya estás lista, todos esperan por ti… la boda… ya sabes – su hermano estaba nervioso.
- Bueno aquí te dejo Corina- dijo Sofía – Estás linda, pero yo debo ocupar mi puesto al lado de Pepe –La novia no puede esperar mucho tiempo.
- Corina hijita – sonrió su mamá – sé el esfuerzo que haces yendo a esa boda, pero te agradezco que hayas recapacitado… Pepe se merece eso y mucho más – Cristina soltó unas lágrimas y trato de enjugarlas pero no pudo. Corina se acercó y la abrazó.
- Entiendo que lo quieres como un hijo – sonrió – yo me comportaré, aunque por dentro me este marchitando como una flor en pleno desierto.
- Valor, hija, valor… – Cristina se fue dejándola sola. Se miró por última vez en el espejo. Estaba bastante aceptable. Lo que más agradeció fue el desinflamado de ojeras y ojos rojos gracias a la ayuda de Sofía. Parecía que no hubiera llorado nunca. A pesar de que lo había hecho por más de una semana. Bajó las escaleras con cuidado y allí al pie, la estaba esperando su padre. Al verla no pudo resistir sonreír. Pero era una sonrisa nerviosa…
- Corina… estás preciosa hija – le dio un beso en la frente –
- ¿La novia todavía no bajó? – pregunto nerviosa
- ¿Eh? Ah! Si, digo no, todavía no bajó… - dijo colorado Corina se sorprendió
- ¡Papá parece que fueras tú el que se casa! – Jorge sacó un pañuelo y lo pasó por la frente, estaba sudando. Corina le tomó el brazo y se dispuso a salir hacia el jardín.
- Corina – dijo Jorge. Ella lo miró – Pepe quiere que lleves esto – le dio un ramo de flores jazmines, rosas blancas y unas pequeñas que Corina no distinguió bien.
- ¿Para qué quiero un ramo?
- Bueno – trago saliva – Yo estaba algo enojado porque nombró a David padrino… y él me dijo que tú querías ser la madrina – ella lo miró – entonces Pepe pensó que tú y yo podríamos ser algo así como dama y caballero de honor…
- Bueno en ese caso…- Salieron al jardín. El día estaba esplendido. Ella caminaba grácilmente del brazo de su cada vez más nervioso padre. El muelle de madera había sido cubierto por una alfombra roja. Cuando Corina llegó todos la miraban y sonreían. Ella sólo les devolvía la sonrisa. Al llegar al extremo donde comenzaba el muelle, Corina empezó a escuchar los acordes de la marcha nupcial. – ¡Papá! – dijo nerviosa – ¡apresurémonos, ya debe venir la novia! – ella hizo el intento de caminar más rápido, pero el brazo de su padre la detuvo. Ella lo miró sin entender y él esbozo una gran sonrisa.
- ¿Que Pepe aún no te lo ha dicho? – Preguntó.
- ¿Decirme qué?
- ¡Que la novia está aquí! – y su sonrisa fue más grande…
- ¿Dónde? – ella trató de ver desde donde vendría ella con ese vestido horroroso.- Dónde está, ¿Papá?
- Aquí, caminando junto a mí – dijo divertido Jorge Montesco.
- ¿Caminando junto…a… ti?
- Si, pequeña pensé que Pepe ya te había dicho que la novia… eres tú – Corina tuvo la horrible sensación de que el muelle había desaparecido y que ella se encontraba en las profundidades del estanque. ¿Podría ser verdad lo que su padre le decía? Podría ser verdad que él… deliberadamente… lo miró y él, estaba mirándola feliz… "Un momento, ¿él me mira a mi feliz? – Corina será mejor que nos movamos… no hagamos esperar al novio… -Los dos se trasladaron hacia la gran pérgola que estaba a pocos metros. A medida que Corina llegaba al final, podía ver a todos riéndose. Todos lo sabían, menos ella. Sofía, la miraba y sonreía con los pulgares arriba. Su madre, estaba con un pañuelo enjugándose las lágrimas y sonreía. Sus hermanos gemelos… ellos se reían y mostraban cartelitos con "Por fin" y la hacían sonreír. En un momento dado vio a la señora que le regalo el vestido, gesticulando un "Te lo dije" y sonriéndole. Cuando llegó a la pérgola, perdida en sus pensamientos y no cayendo aun, su padre la abrazó y se corrió dejándola en frente de aquel desgraciado que le había hecho la vida miserable una semana. Él la miraba y sonreía, y ella le sonrió, pero instantes después dejó salir el temperamento Montesco y le dio un tremendo bofetón. Todo el mundo quedó con la boca abierta.
- ¿QUIEN CREES SER PARA JUGAR CON MIS SENTIMIENTOS DE ESTA MANERA JOSÉ MADERO VIZCAÍNO? – Le dio otro, en la otra mejilla para que la cara tuviera un color parejo – ¿ES QUE ACASO PENSASTE QUE ME IBA A LARGAR A TUS BRAZOS TAN FÁCILMENTE?
- Corina – decía el tratando de aliviarse el dolor en la cara – yo… no…
- ¡Eres un desgraciado! ¿Crees que me casaré contigo después de lo que me hiciste pasar? – Los gemelos se reían de la situación – ¡y no crean que me olvido que ustedes lo estuvieron solapando! – los gemelos se pusieron serios.
- ¡Pensé que esto era lo que querías! – dijo Pepe atajándose. Ella tomó la falda del vestido y fue hacia él. Pepe tuvo por primera vez en su vida miedo a morir.
- ¿Crees que imagine esto así? – Él asintió – ¿CREES QUE IMAGINE SUFRIR PORQUE TE CASABAS CON UNA… DESCONOCIDA? ¿CREES QUE PLANEE CASARME SIN SABER? SIN SIQUIERA ESPERAR QUE ME PIDIERAS DE RODILLAS QUE ME CASARA CONTIGO Y ME PUSIERAS UN ANILLO DE COMPROMISO COMO TODO EL MUNDO HACE JOSÉ MADERO, ¿LO CREES? ¡PUES ESTAS MUY EQUIVOCADO! ¡YO ASI NO ME CASARE! – se dio la vuelta y se encaminó hacia la casa. Todos estaban mudos y no querían decir nada.
- ¡Corina Montesco! – Grito Pepe.
- ¿Qué quieres? – él se acerco con los puños cerrados, pero trató de hablar en voz baja para que los demás no oyeran.
- ¿Va a ser siempre así? – ella se acercó furiosa, pero entendió que debía hablar casi en susurros.
- ¡Eres el colmo! ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué no me lo pediste como todo el mundo eh?
- Pues porque... ahora no tengo tiempo de explicártelo…- la miró – ¿te vas a casar conmigo? – ella lo miró. Él tenía aquella mirada que la volvía gelatina. Pero parpadeó, no iba a dejar que la llevara de la nariz.
- ¿Por qué debería hacerlo?
- Pues… ¡porque me amas!
- ¿Cómo lo sabes?
- David me lo dijo- Ella miro a su hermano.
- ¡David Montesco! – David se enderezo
- Con permisito... – dijo y desapareció de la vista de Corina.
- Tarde o temprano la pagaras… - miro al hombre que tenía en frente – ¿Y esa es tu explicación…? solo porque mi hermano dijo, y créeme que pudo mentirte, ¿que yo te amaba? – ensayo una sonrisa cínica.
- No – dijo el medio enojado. – ¡No solo por eso!
- ¿Entonces?
- ¡PUES PORQUE YO TAMBIÉN TE AMO…! - ella lo miró, él hizo lo mismo. Se quedaron mirándose al menos treinta segundos. Entonces él se arrodilló en medio del muelle, y sacó una cajita de terciopelo azul. Ella quedó de piedra.- Te amo Corina Montesco y me harías profundamente feliz si te casaras conmigo. ¿Aceptas? – Ella miraba el anillo y los ojos de Pepe. Era un precioso anillo con una esmeralda, rodeada de pequeños brillantes. Corina no podía decidir que eran más brillantes, si las piedras del anillo o los ojos de aquel hombre al que amaba. No se fijó cuanto tiempo estuvo así, hasta que Pepe habló – Corina, dime de una vez por todas si aceptas o no – ella lo miro – ¡la madera del muelle está matando mi rodilla! – hizo un mueca de dolor. Ella le tomó la mano e hizo que se levantara. Quedaron frente a frente
- Que conste que acepto porque ya está hecho el gasto de la fiesta… – El sonrió y la abrazó. Llamó al señor Montesco y le dio la mano de Corina.- ¿Qué hay de mi beso?- dijo decepcionada.
- Después que aceptes – dijo el dándole sólo un beso en la mano y partiendo hacia la pérgola.
La fiesta se llevó a cabo con total normalidad, a excepción de los hermanos de Corina que deliberadamente tuvieron un problema de golpes en sus caras, por media hora. Corina se la pasó riendo con ahora su flamante esposo y dándose cariñosos besos mientras escuchaban los suspiros de cuantos los veían. Después de librarse del castigo de Corina los hermanos Montesco con sus respectivas parejas fueron la sensación de la fiesta, más los gemelos y su más reciente sensación. Pepe no recordaba divertirse tanto en su vida como en ese instante, y más reía cuando al girar la cabeza, podía ver a su lado a su ahora esposa. "Te amo" le repetía cada vez que volteaba a verla, y ella sonreía tan feliz.
La mañana siguiente encontró a Corina jugando en la cama de su ahora casa, cerca de la madriguera. Pepe había salido un momento por un vaso de agua. Ella estaba jugueteando con sus anillos. Sonreía feliz. Recordaba el instante donde el sacerdote le preguntaba "Corina Montesco Fematt, aceptas por esposo a José Madero Vizcaíno, para amarlo, respetarlo, en la salud y en la enfermedad… ¿hasta que la muerte los separe?" Ella asintió "Si,¡ claro! ¡Ya dejaría yo que la muerte venga y me lo quite! Con lo que me costó atraparlo!" Pepe la encontró sonriendo sola y sin decir nada se metió en la cama y la abrazó, dándole un suave beso en los labios que la hizo salir de su recuerdo.
- Te amo – le dijo.
- Esta es la enésima vez que me lo dices – dijo ella riendo.
- Y no será la última – la besó nuevamente. Ella se quedaba absorta luego que él la dejaba.
- ¿Me dirás porque pensaste lo que hiciste Pepe?
- ¿Por qué decidí armar la fiesta sin decírtelo? – Ella asintió – Todo empezó hace… ocho años…
- ¿Ocho años? ¡Un momento! – Dijo ella – ¡estábamos en la escuela! ¿Desde entonces…?
- ¿Me dejas seguir? – ella asintió. –Bueno yo estaba en séptimo y tú en sexto… yo estaba saliendo con…
- ¿Cuál de todas eh?
- Victoria…
- Ah esa loca – dijo inconscientemente. El rió.
- Si con ella – Tomó un trago de agua – Entonces, estábamos en un entrenamiento de futbol, cuando traté de decirte algo, de corregirte en una jugada… y te vi. – Ella lo miró – el reflejo del sol en tu pelo… me hizo pensar en ti como un ángel y de repente me imaginé besándote descaradamente en el cuarto del sótano…
-¿Eh? – Dijo ella riendo – ¡qué romántico Madero!
- Lo creas o no, desde ese día te vi más que como la pequeña hermanita de David, como aquella mujer que alteraba mis hormonas… - ella se puso roja y el rió – y por las noches… bueno tuve que recurrir a… ¡pues cada vez mis fantasías contigo iban subiendo de tono!
- No te atrevas a decirme que… tú te… ¿pensando en mi? – el asintió algo sonrojado.
- Entenderás que desde ese momento tuve la imperiosa necesidad de estar a tu lado… pero algo me detenía. Era que David era celoso con los hombres que se acercaban a ti. Así estuve hasta los veinte…
- Todavía te… tu sabes ¿por mi?
- Bueno algunas veces si… otras trate de olvidarte… pero no resultó. Así que me dije, ¿por qué no hablar con David y confesarle mi amor por ti? y se lo dije…
- ¿Y qué pasó?
- ¡Primero me dejó la cara como camote! – Rieron – después me entendió y me dijo que tú me amabas desesperadamente desde que tenías diez y me largó todo el rollo de tu historia conmigo…
- Espera – se enderezó- ¡eso fue hace seis años! ¿Cómo es que no te atreviste a confesarte? Digo no era que yo… no me desesperaba por ti, pero de seguro te hubiera ayudado con tu problema... – se puso roja.
- ¿Qué problema?
- Tu sabes - e hizo un movimiento con su mano, de arriba hacia abajo, que hizo reír a Pepe y poner a Corina mas roja que su cabello.
- Bueno si lo hubiera sabido en esa época… ¡digo que estabas dispuesta a hacer tu colaboración! – Ella lo codeó - La verdad es que me sentía muy bien contigo como mi amiga. Y me dije " ¿si en verdad lo arruino? Entonces inventé un montón de aventuras, y confesártelas para que tú revientes y seas la primera en confesarme tu amor.
- Pero no contaste con que yo, me las iba aguantar.
- ¡Así es muñeca! – Resopló – así que pidiéndole tu mano a tus padres y ellos aceptándome, sólo tuve que poner mi ingenioso plan de darte celos… pero sí que eres dura, así que decidí engañarte y llevarte a mi boda, y allí casarme contigo.
- ¡Pero me hiciste sufrir Pepe! – Él la abrazo – ¡estuve a punto de matarme!
- ¿En verdad? – dijo alarmado.
- Nah, solo lo dije para hacerte sufrir… – lo besó. El respondió con pasión – ¡Wow! – dijo ella tratando de respirar – ¡te haré sufrir más seguido! – el la abrazó.
- Estoy feliz sabes, ¿señora Madero?
- Si señor… ¿cómo debo decirte yo?
- ¡Si quieres puedes decirme en la intimidad señor Montesco! – ella sonrió coqueta.
- ¿De verdad señor Montesco? – rió.
- De verdad….- la abrazó. – Será mejor que durmamos un rato… olvidé decirte que tus padres nos invitaron a almorzar hoy…
- ¡HOY! Pepe con qué cara vamos a aparecernos en mi casa después de…- se puso roja.
- Nosotros no hemos hecho nada que tus hermanos no hayan hecho. ¡Y nosotros estamos en ley porque estamos casados!
- De todas maneras me da vergüenza que ellos sepan que…
- ¡Mojigata!
- ¡Te escuché Montesco! – dijo ella riendo.
- ¡Ya lo sé Madero! – Dijo él – ¡por eso lo dije!
- A… ¿sí?– ella se puso de pie y se encerró en el baño- ¡Pues ahora deberás recurrir a tus viejos trucos para satisfacer tus necesidades conmigo! – y rió.
- ¡Diablos! – dijo golpeando la cama. Pero luego se estiró y puso los brazos por detrás de la cabeza y sonrió. Toda su vida trató de ser feliz y hoy lo era. Para toda la vida. Miró a la puerta del baño. No iba a desesperarse por ella, tarde o temprano ella saldría y lo haría inmensamente feliz, con sólo una mirada.
Corina estaba exultante mientras se miraba en el espejo del baño. Ya no era un sueño, ya no era un deseo. ¡Y estaba tan feliz por eso! Volvió a mirar los anillos "Señora Madero" se dijo mirando su reflejo y vio un brillo especial en sus ojos. Es que por fin se dio cuenta que a veces los sueños, sueños son, pero hoy a ella, el que más añoraba, el que más la desvelaba, era una realidad. Se lavó la cara y volvió a mirarse en el espejo, rió de las mil y una historias que se le ocurrieron para aquella infeliz que le quitaba a su amor. De los mil planes que pensó para hacer de la boda de esa intrusa un desastre. De la novia ausente… y mirándose al espejo sonrió. Porque el espejo le devolvió el reflejo de aquella mujer que se lo quitaba… y resultó ser que no era tan desgraciada como suponía… y le deseó lo mejor… "Cómo no ibas a desearle lo mejor Corina Montesco… digo Madero, ¡si tú eres todo corazón…!" y riéndose de sí misma, salió del cuarto dispuesta a vivir una vida al lado del hombre de sus sueños y ser inmensamente feliz.

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