lunes, 15 de agosto de 2011

¿Más confesiones? ¡Basta!

‘Solamente pasaba diez minutos con el amor de su vida, y miles de horas pensando en él.’ –Paulo Coelho.

-Yo sé que tu confesión del gran amor que tienes hacia mí ha sido muy difícil, comprendo la agonía que debiste haber pasado todo este tiempo guardando el amor secreto que me tenías, y déjame decirte…Que yo no siento lo mismo, es más, jamás vería entre mis mayores sueños estar junto a ti.
Me sonrió el tipo después de pronunciar aquello, con una mirada malévola de sus ojos verdes que perforaban mis débiles ojos azules quebrándolos como el cristal, entre llanto. ________________________________________________________________________________
Abrí los ojos con agitación, mi frente y mi cuerpo sudaban terriblemente, sólo un sueño, sólo era un sueño más en el que el hombre que amaba me rechazaba sin tocarse siquiera el corazón. Me golpeé una y otra vez con la almohada que tenía cerca de mí, tratando de evitar que las lágrimas corrieran por mis ojos. Jamás me atreví a decirle cuanto lo quería, cuan enamorada estaba de él y ahora todo ese miedo reprimido se me representaba en pesadillas angustiosas.
¡Ay Adam, porque no soy capaz de superar estas barreras de inseguridad y decirte lo que realmente inspiras a mi corazón cuanto te siento cerca!
Después de ese lapso de crudas verdades, me levanté ociosamente y me metí a bañar como de costumbre, esta vez me había despertado más temprano de lo que siempre lo hacía. Terminando de bañarme me apresuré a ponerme mi uniforme escolar, desayuné y cepille mis dientes. Antes de salir pensé en despedirme de mis padres, pero por supuesto, no era necesario, ellos tenían cosas más importantes pendientes. Así que tomé mi mochila y me fui con una ligera despedida del viento al cerrar la puerta, quebrantando por un segundo el silencio.
Caminé lentamente, hasta que el autobús escolar se acercó a mí, subí silenciosamente ante la mirada indiferente de todos, logré ver a mi mejor amiga sobre los últimos asientos, me miró con una sonrisa señalándome que había apartado un lugar para mí, me senté junto a ella y ambas nos saludamos.
-¡Vaya día pesado! – Gritó ella teatralmente - ¿No crees Aurora? Es decir, ¡hoy nos aplican los exámenes finales! Estuve estudiando toda la noche ni siquiera me dio tiempo de dormir.
-Qué matada eres Rondha, yo apenas hojeé los libros y me dormí – me reí – tranquila amiga, todo saldrán muy bien y más para ti, eres la más inteligente de nuestro salón.
-Y tú la segunda más inteligente, pero más floja – Me señaló y ambas comenzamos a reír.
-En eso tienes razón.
Me recosté un poco mirando hacia la ventanilla pensando en lo sucedido hace poco, rememorar una y otra vez la escena de mi sueño me destrozaba el corazón, pero decidí no darle muchas vueltas al asunto y dirigir mis pensamientos a un rumbo menos doloroso.
Llegamos en pocos minutos a la escuela, mi mejor amiga Rondha me tomó del brazo cariñosamente y entramos a nuestro salón de clases. Me senté en el mismo lugar de siempre y cerré los ojos fastidiada.
-¡Aurora! – Oí una vocecita rasposa y educada, sentí que el corazón se me saldría del pecho.
Abrí los ojos con exagerada lentitud y ahí estaba él, tan hermoso como desde el primer día que lo vi.

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