miércoles, 1 de junio de 2022

Displacer

Le confié mi vida completa, mis demonios, mis pensamientos. Le confié historias de mi familia que ni siquiera tenía derecho a contar. Pero mi boca habló sola, porque mi corazón estaba estúpidamente embelesado.

Estoy arrepentida, porque hablé de dolores tan profundos, de problemas tan graves, estoy arrepentida porque me equivoqué. Y no lo culpo a él, me culpo a mí por haber sido un libro abierto. Fui muy estúpida y bien me lo habían dicho, ten cuidado de los hombres, nunca lo cuentes todo. Nunca lo enseñes todo.

Me humillé, me derroté; mamá estaría decepcionada. Después de lo que ella vivió por qué tenía que repetir el error... Hasta juzgué a mi hermana por contarle cosas a desconocidos y salí peor.

Me siento como una niña que quiere acostarse en posición fetal, ponerse calcetas y leer libros de fantasía, dibujar (si al menos tuviera el talento) escuchar mi música. La que me pertenece, la que es mía y es de mi historia. Volver a ser el personaje secundario que no sufre por amor.

Confíe cosas que mis lágrimas querían callar. Y fui indiscreta hablando mal de mi papá. Cuando es un sufrimiento sumamente personal, a pesar de que lo escriba en mi blog, no es lo mismo. Estoy arrepentida, me equivoqué mamá. Me equivoqué.

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