sábado, 15 de enero de 2011

Pocos sentidos


-Es que yo no quiero que te enamores de mí, yo no quiero que me ames – Articuló cada palabra con suma suavidad como si deseara acariciar cada expresión.

Entonces lo entendí, realmente no deseaba ni que me acercara a él por miedo a que yo me enamorara, pues, no le interesaba yo en absoluto, ahora lo entendía, pero era demasiado tarde, mi corazón sufrió un golpe innecesario y terrible, ¿Tan poca cosa era yo para alguien como él?.

-No me lo tomes a mal – Habló de nuevo poniendo sus manos sobre mi barbilla – Creo que me gustas más de la cuenta, y ese es el verdadero problema, corres mucho peligro si te enamoras de mí, así que lo mejor será que nos alejemos el uno del otro – Finalizó con tristeza.

-Pero ya es demasiado tarde – me quejé – Pudiste haberme dicho todo es te discurso mucho antes, no es nada justo – Comencé a llorar.

-Lo siento de verdad, no quería llegar a esto, debo irme, perdóname, adiós…

¡Ploooooooooooooooooooock!
Un golpe en mi mesa de trabajo me hizo despertarme de aquella terrible pesadilla.

-¡Señorita Corina! ¡Pondrá atención a la clase o si desea dormir puede salirse del salón! – Me gritó cerca del oído la maestra de química, mis mejillas se encendieron ante la mirada burlona de mis compañeros de escuela, la maestra se alejó y volví a recostarme sobre mi mesa.

-¿Te quedaste dormida? – Se burló Carolina, mi mejor amiga que se encontraba en el asiento contiguo

-No pude dormir en toda la noche – me quejé – Acabo de tener una terrible pesadilla, así que no me molestes.

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