En cuanto me alejé, comencé a correr
atormentada. Me dirigí a los baños, me encerré en un cubículo y lloré
amargamente. Me odiaba por seguir sintiéndome afectada por sus palabras.
Indirectamente él estaba reclamándome y a la vez agradeciéndome por mi partida,
¿quién se creía que él era? Pues él me había fallado primero a mí, haciéndome
pedazos. ¿Qué derecho tenía de quejarse si una y mil veces con acciones me
había dejado en claro que no me amaba como yo lo hacía?
Fin del flashback
Aquel
silencio comenzaba a molestarme, si Cecilia planeaba darnos una respuesta,
esperaba que fuera para hoy y no dentro de otros cuatro años.
-¿Entonces? –
Insistí - ¿Vendrás con nosotros?
-Yo –
tartamudeó la aludida – no, no puedo irme.
-¿Por qué
no? – soltó Ángela con decepción en la voz.
-Pues, mi
trabajo, mi vida está hecha aquí, ya eché raíces en esta ciudad.
-¡Por favor!
Te lo creería si ya estuvieras casada y con mil hijos – bufé – pero no es así,
eres libre de conocer el mundo – dije con ensoñación.
-No es tan
fácil, no tengo tanto dinero para malgastarlo como ustedes – se enojó.
-Cecilia –
empezó Ángela con su voz maternal – Bien sabes que no necesitas dinero para ir
con nosotros, hasta nos ofendes, el “tesoro” que acumulamos durante todos estos
años es suficiente para las tres, incluso hasta nos sobra – se burló arrogante –
conoceremos algunos lugares fuera del país y después regresaremos, te lo
prometo.
-¿Volveremos
aquí? – se calmó Cecilia.
-Claro,
hemos estado pensándolo – dije mirando a Ángela – y esta ciudad es muy hermosa
para “echar raíces” – me reí – regresaremos después de nuestros viajes. ¡Por
favor ven con nosotros! – rogué juntando las manos.
-No sé –
volvió a decir Cecilia moviéndose de un lado a otro mientras que Ángela y yo la
seguíamos con la mirada – No quiero dejar solo aquí a Eduardo, él es como
familia para mí y su vida es muy solitaria.
-Familia –
dije irónica - ¿aún estás enamorada de él?
Silencio.
Recordé esas
épocas, y regresé algunos años atrás, más exactamente cuatro. Cecilia se sentía
profundamente atraída hacia Eduardo, yo siempre noté que formaban una pareja
preciosa, puesto que se llevaban muy bien. Pero cada vez que intentaba indagar
con Eduardo, me daba largas o ingeniosamente me cambiaba el tema. En mis
pláticas con Cecilia, ella me decía que intentaba llamar su atención, lanzándole
indirectas, coqueteándole e incluso sugiriéndole que lo amaba. A veces parecía
que en cualquier momento Eduardo se le declararía y que sentía lo mismo por
ella, pero en otros momentos se portaba distante, frío, o simplemente la
trataba como una amiga más. Mi pobre amiga se frustró mucho, lloraba en mi
hombro contándome sus penas, mi mejor amigo ni se inmutaba. Fue hasta un día
que mi enojo hacia la actitud de Eduardo
fue muy grande, me planté ante él y le exigí de mala manera que fuera claro con
Cecilia. Todavía recuerdo la forma en la que me miró, se notaba sinceramente
sorprendido, se rascó la cabeza con duda y soltó un suspiro; entonces me dijo
que estaba enamorado de alguien más (nunca quiso decirme de quién) y que por
Cecilia no sentía más que un enorme cariño fraternal. Esa vez me sentí muy triste,
me refugié en los brazos de Ian y lloriqueando le pedí un consejo, él me dijo
que le hablara a mi amiga con la verdad, para que no se siguiera ilusionando.
Así lo hice, mi amiga prometió olvidarlo, entonces yo me fui de Guadalajara y
no supe más.
-Claro que
no – rió Cecilia. Ángela y yo suspiramos aliviadas – te repito que es como mi
familia, en estos años y que por mera casualidad terminamos en la misma ciudad,
nos acercamos más. Entonces me di cuenta de que era un muchacho increíble,
encontré en él al hermano mayor que nunca tuve. Lo quiero y no me gustaría
abandonarlo.
-No nos
iremos para siempre – dije sonriente – regresaremos aquí y comenzaremos una
nueva vida. No lo abandonarás amiga, de verdad no.
Ángela y yo
miramos a Cecilia excitadas, esperando una respuesta afirmativa.
-Cómo joden –
rió Ceci – Hablaré con Eduardo del asunto, seguro no tendrá problemas. Acepto
ir con ustedes.
Ángela
empezó a dar saltitos emocionada abrazando a Cecilia, yo la imité. Las cosas
estaban saliendo tal y como yo quería. Mi felicidad casi estaba completa, digo
casi, porque algo me faltaba y estaba segura de que ese algo tenía nombre y
apellido.
Flashback
Me limpié los últimos restos de lágrimas que
me quedaban. Hice uso de la magia del maquillaje para ocultar el desastre en mi
rostro, deseé entonces que existiera un maquillaje para disimular el desastre
de mi alma.
Me observé por última vez en el espejo,
sonreí sin alegría y regresé a la mesa, encontrándome a todos desconcertados.
Bajé la cabeza avergonzada.
-¿Todo bien? – se dirigió Ian hacía mí.
-Mejor que nunca – respondí regalándole una
enorme sonrisa - ¿de qué me perdí? – volteé a ver a los demás.
-No mucho, ya va a salir el primer cantante
de la noche – se entusiasmó Carlo.
-Excelente – exclamé bebiendo una cerveza
que estaba frente a mí y metiéndome un puñado de cacahuates a la boca. Escuché
risas por parte de Ian a mi lado. Estuve a punto de borrarle la sonrisa del
rostro de un golpe, pero los aplausos de la gente y el sonido de una guitarra
me hicieron detenerme.
-Qué triste es no tenerte junto a mi lado,
besar tus labios. Qué triste es no poder tocar tu piel, acariciarte y abrazarte
pero muy fuerte. Vivir a plenitud este romance…
El cantante que teníamos enfrente había
comenzado su balada e instintivamente miré a Ian, éste se acercó a mi oído y yo
no hice nada por detenerlo, besó mi mejilla.
-Y otra vez escuchar tu voz gritarme te amo. –
Me cantó Ian. Las lágrimas pugnaban por salir de mis ojos, empujé un poco al
chico y me concentré en el artista.
-Yo sólo sé que esta noche te extraño tanto y
no sabes lo que yo sufro por tu querer. He tratado de enterrar mis emociones y
no logro continuar engañándome. Es inútil el seguir negando que te amo. – el maldito
cantante me estaba matando con cada una de sus palabras, yo cerré los ojos para
evitar llorar por milésima vez, entonces unas manos se posaron en mi cintura,
apretándome al cuerpo de ese alguien que no era nadie más que Ian, me dejé
abrazar. – Es inútil el seguir negando que te amo. Dentro crece cada día más la
pasión que siento por ti, ninguna se puede igualar al bello recuerdo que vive
en mí. No sabes lo que yo sufro por no tener tu amor – Finalizó el artista ante
los aplausos efusivos de la gente.
Entonces caí en la cuenta de mi incómoda
posición y me separé de Ian, con un bufido él me soltó y dio un trago a su
bebida. Pasados unos minutos, yo comencé a platicar con Natalia sobre historias
viejas, Ángela estaba sumergida en una discusión con Carlo e Ian. Después
volvió a aparecer un cantante diferente al anterior, saludó a la gente en medio
de tímidos saludos y prosiguió a cantar.
-Me gustaría poderle decir que representa la
desdicha en mí, pero no puedo, no me atrevo a mentir, enséñame, ¿me enseñas? –
reconocí la canción de inmediato y di un pequeño salto, mi corazón amenazaba
por salírseme del pecho.
-Gran canción – me dijo Ian adivinando mi
pensamiento –Lástima que no pueda dedicártela.
-Sí, qué lástima – susurré apartándome. El
cantante continuó mi tortura.
-Sólo el pasado podría competir con la belleza
de una foto de ti, la fantasía duraría y no tendría fin, ¿me enseñas? Me quiero
informar si piensa en mí, si acaso ese pensamiento es útil, pero no servirá de
nada…Feliz ocupo ser, no quiero aprender, es doloroso el proceso aquel, pero si
tú no estás, nada podré yo hacer. – Otra vez sentí que el mundo se me venía
encima con tan directa lírica, reflejaba todo lo que sentí cuatro años atrás
cuando dejé a Ian, escapando dolorosamente lejos.
– ¿Qué tal si lo mejor está por venir?, que la
distancia deje ya de existir, pero eso nunca pasará es mucho pedir. – Finalizó y
los aplausos no se hicieron esperar.
-Y aunque fuera mucho pedir, se cumplió mi
deseo – me habló por milésima vez Ian.
-¿De qué hablas?
-Aunque sea temporalmente, pude volverte a
ver, y más que nada, la distancia dejó de existir – entonces tomó mi barbilla y
me besó.
Fin del flashback.
No hay comentarios:
Publicar un comentario