Confidencias,
abrazos inesperados, besos tronados. Sólo amigos. Aventuras estúpidas, gestos
tontos, risas incontrolables, ¿Fraternidad?
Nos hemos
conocido hace un buen tiempo, te he visto sonreír pero también te he visto
llorar. Somos amigos en medio de tanta adversidad, nos hacemos ver nuestros
errores y nos regalamos críticas constructivas mutuamente. Te he querido y me
has querido inmensamente. Yo, especialmente desde que te vi por primera vez.
Amo cada caricia tuya, cada beso y cada abrazo; me recorre un escalofrío cuando
me miras, cuando me haces ver lo importante y especial que yo soy para ti.
Adoro descomunalmente la emoción de que alguien tape mis ojos con sus manos e inmediatamente saber
que ese alguien eres tú. Despeinarte, tomar tu mano, comenzando y terminando el día,
siempre contigo. Siempre mi amigo. Cuanto te quiero. Me reconforta saber que
estarás todo el tiempo que te necesite, que serás mi paño de lágrimas, mi salvación,
mi escape, mi catarsis. De igual manera me tranquiliza saber que eso soy yo
para ti también, y sé desde lo más profundo de mi alma que bajo cualquier circunstancia
te protegeré. Eres mi mejor amigo. Somos tan diferentes y tan parecidos al
mismo tiempo, tú escuchas rock y yo me inclino a la música clásica, tus colores
favoritos son el esmeralda y el negro, el mío es el rosa, te encanta la pizza, a
mí el espagueti. Nos complementamos infinitamente, hasta el punto de
transformarnos en una sola persona. Somos todo y nada, somos amigos.
Yo te amo,
pero jamás lo sabrás.
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