lunes, 17 de diciembre de 2012

Más allá de la vida y la muerte (Para el fin "MDO")


Él: Representas para mí más de lo que puedes imaginar, fuiste y eres mi salvación; aquélla que de modo infrecuente curó mi gran soledad, haciéndome existir. No pienso desperdiciar un minuto más esta oportunidad que me ha brindado Dios para estar a tu lado.

Ella: ¡Ay amor! ¿Cómo explico la manera en que tu aparición a mi existencia rescató? Yo, tan carente de emociones reales, vacía por no conocer el significado de amar.  A tu llegada le debo mi alegría, la necesidad de tenerte siempre a mi lado, de amarte como nunca amé a nadie vivo.

Él: A pesar de ser un alma en pena, una figura fantasmal que en apariencia no podía sentir nada, contigo todo se transformó. ¡Me sentí vivo! Me diste todo sin siquiera tocarme, enamoraste a mi espíritu, rompimos las reglas de la sensatez, y desde el día en que lo descubrí: te tornaste esencial, tu corazón de algún modo fue el mío también. Yo viví por medio de ti.

Ella: Todas las palabras que me decías, tu compañía por las noches, ese frío tan hermoso que me hacía sentir protegida, tu voz como mi nana, las tonterías que provocábamos, las discusiones y también las risas, los besos figurativos, lo que te he admirado desde esa primera noche que te vi, gris y con esa mirada triste e insondable, diciéndome solo tu nombre, sin saber, que sería el dueño de tantos recuerdos.

Él: Tu sonrisa perfecta, tu fragilidad, ese afán de quererme aunque yo no fuese lo suficientemente bueno para ti, aún cuando yo no podía demostrarte con caricias mi amor: te quedaste conmigo y procuraste no fallarme, pensabas en mí. Eso me hizo necesitarte todavía más.

Ella: Qué bizarro juego de amor entre la vida y la muerte, que se unen por única ocasión y se entrelazan como almas gemelas. Qué complicado y perfecto al mismo tiempo, todo lo que me llevó a amarte, no sabes cómo adoro ser parte de la razón de esta sucesión de milagros.

Él: Y qué decir de la primera vez que te toqué, en el cuerpo de alguien más pude disfrutar el calor que emanabas, la suavidad de tu piel. ¡Qué oportunidad más plena de aquel día!

Ella: O cómo olvidar nuestra primera noche juntos, de ser alma te volviste cuerpo, haciéndote plenamente mío y yo siendo incondicionalmente tuya. Quise aferrarme a ti, temí que desaparecieras, ese momento cuando el amor nos hizo. Sabía que tu presencia física sería fugaz y odié el amanecer, no sabes cuanto lo odié.

Él: Entiendo tu desdicha aunque no se comparó con la mía, después de vivir esas sensaciones del vivir para después volverme otra vez un maldito espectro fue inmensamente terrible. Nada me daba paz cuando esa frustración de ser nada para ti me invadía, de que te fastidiaras de mi presencia, que no pudieses verme más, me volvía loco.

Ella: Eras todo, esposo mío; fuiste demasiado distraído e inseguro para darte cuenta en aquellos instantes que yo no me sentía capaz de vivir sin verte cerca de mí. Siempre fuiste tú, solo tú, ¡nadie más! Mi fantasma idiota.

Él: El suicidio al final fue una buena opción, amor. Toda la serie de errores que cometí, me llevaron a ti, y no me importaría repetir el proceso de mi muerte mil veces más, por conocerte. Quizás desde el principio ese fue el plan de Dios…

Ella: A mí no me importaría cruzar tu tumba improvisada otra vez – sonríe –  que más da cómo sucedió, las tragedias del pasado, todo lo que sufrimos: tú ya eres mi único, jamás te dejaré ir. Porque te convertiste en mi ángel guardián, mi ángel.

Él: A veces siento que esto es un sueño: el volver a estar vivo, existir de verdad, sentir tus abrazos y tus besos cuando me apetezca. Disfrutar cada olor, cada sensación, toda la belleza del mundo, pero sobretodo la tuya, compañera fiel. Le agradeceré esta oportunidad siempre al Señor.

Ella: Y yo también, cada día que amanezca a tu lado estaré agradecida. Nacimos para estar juntos, eso respalda todo por lo que hemos pasado, todos los obstáculos que hemos superado; tenemos todavía un camino que seguir juntos.

Él: Puedo jurarte, sin miedo a fallar, que después de todo lo que hemos pasado, de cada mal rato; te compensaré haciéndote la esposa más feliz del mundo. Nos espera un futuro demasiado perfecto, y esta vez aprovecharemos el regalo de la vida: para amarnos todos los días, para encontrarme con tu mirada por las mañanas y poder besarte sin miedo a desaparecer.

Ella: Seré tu mujer para distraerte antes de irte a trabajar, prepararte el desayuno como una pareja habitual, aunque de normales no tengamos nada. Regresar a nuestro hogar esperando verte ahí, hacerte mío por cada una de las noches en que dormiste a mi lado sin pedirme nada a cambio. Quiero compartir el resto de mis días contigo, ser el complemento que necesitas, apoyarte en los momentos malos y buenos.

Él: Yo seré tu luz en la oscuridad, tu compañero y tu mejor amigo. Sé que formaremos una familia real, la que por tanto tiempo vimos alejada de la realidad; con nuestra hermosa hija que llegó a nuestras vidas para terminar de unirnos. Hoy finalmente somos felices y empezaremos a construir, con paciencia, los cimientos de nuestra nueva vida, porque no solo yo resucité, tú lo hiciste conmigo. Tú eres de verdad: la que siempre me ha esperado, la que me ha aguantado, con todos tus errores y los míos.

Ella: ¿Ya te he dicho lo hermoso que eres? ¿Las ilusiones que me provocan tus palabras? ¿La enorme fe que he puesto en nuestro incierto futuro? ¡Tú vuelves lo más simple algo perfecto! Yo…amaré construir esa vida ideal que planeas, tengo en cuenta que no todo siempre será color de rosa, pero por el amor que nos tenemos, por nuestra bebé, y por el camino que hemos formado, estoy segura de que superaremos cualquier contratiempo. Si tú me amas…todo lo demás se reduce a nada.

Él: Y nuestra hija, nuestra. Dulce tesoro que nos responsabiliza como padres; con la que aprenderemos a crecer. Ella, la bella pequeña que despertó mi lado paternal, mis ganas de amarla, de protegerla contra cualquier cosa. A la única que puedo amar con la intensidad que te amo a ti.

Ella: Qué bendición nos regaló el Señor al traerla a nuestras vidas. Su fragilidad me incita demasiado amor, sus ojos grises son mis fuerzas para sacar adelante a nuestra nueva familia.

Él: Y también las mías. Ustedes dos son todo para mí. Siente en mi corazón la promesa de no defraudarlas jamás, de cuidarlas cada día de lo que me resta de existencia. Porque las amo.  
Solo te suplico que nunca te canses de mí, porque sin ti, toda esta lucha no vale la pena, preferiría volver a morir…

Ella: Calla, calla. Jamás voy a dejarte porque eres mi vitalidad. Solo quiero permanecer a tu lado y al de nuestra hija. Que exista confianza siempre entre nosotros, que no haya secretos. Ser la esposa que te haga feliz, no la que te martirice la existencia. Eso pido de tu parte mi ángel, ser las almas gemelas que Dios unió.

Él: …Y que el hombre no separará.

Ella: Gracias por llegar a mí, de cierto modo tú me rescataste también.

Él: Más allá de la vida y la muerte yo te he querido y querré. Eres más que mi esposa, eres el amor de mi existencia.

Ella: El martirio terminó…

Ella y él: Te amo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario