lunes, 3 de diciembre de 2012

Usted

Usted no sabe, pero yo le quiero y temo tanto que alguien más descubra lo maravilloso que es, o peor aún que ese alguien logre enamorarle. Usted tampoco sabe que todos los días me alcanzan para pensarle, que quisiera estar ahí y no aquí. Usted se ha convertido en mi ilusión, mi tranquilidad, mi escape. Y aunque son pocas las cosas que nos unen, son suficientes para hacer que yo lo necesite en mi vida. No sabe tampoco, que estoy enamorada de usted, que cuando no le sé, lo extraño de una manera estúpida, y que una tristeza florece en mi interior cuando no me llama, cuando no hace un pequeño esfuerzo por buscarme. Lo peor de todo es que cuando me decido a olvidarlo, usted reaparece y me hace flaquear, sin que pueda siquiera resistirme. Usted debería saber que cuando escucho a Enrique Bunbury, su imagen interviene en mi memoria, haciéndome sonreír como una idiota. Que cuando leo poesía, los suspiros van por y para usted, que incluso, leyendo frases cliché de amor, ¡también jodidamente le recuerdo! No puedo con esta distancia, no logro encontrar soluciones a toda esta maraña de pendejadas. 

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