¿Sabes? Lo admito. ¡Soñé con tan bellas cosas!, me ilusioné al punto
de vernos formando una pequeña y hermosa familia. Lo que siempre quise de la
vida. Sí, también admito que te vigilaba un poco, para asegurarme de que
estuvieras bien; y para encontrarme con que yo te hacía falta, sintiéndome
colmar de alegría. Amor, soy soñadora, me conoces bien; ideaba historias
contigo como el héroe, porque me enamoré, porque se me olvidó el dolor que otro
me causó, porque me hiciste salir del pozo. Porque fuiste todo y nada a la vez,
ya no sabía qué hacer, al cerrar los ojos solo te veía a ti. No existía nadie
más.
Pero diablos, que no contaba con el hecho de que no podrías amarme. Estas
letras serán las últimas que te dedicaré. Yo no puedo forzarte a nada que no
quieras; si no eres para mí, si no soy tu musa, no soy tu anhelo: he de
resignarme sin más.
"¿Qué sabe del amor quien no ha tenido que despreciar precisamente lo que amaba?"
No hay comentarios:
Publicar un comentario