miércoles, 12 de junio de 2013

Cuatro años hacia delante XX

Cuando reconocí a la persona que había llegado, reuní todas mis fuerzas con la única intención de asesinar.



— Chaparra, ¡suéltala! ¡La vas a matar! — Me dijo Eduardo preocupado, tratándome de sostener.

Mis puños cobraron vida y aunque mi cerebro me decía que me detuviera, no podía dejar de golpear a Phany. Me temblaban las manos debido a la adrenalina y el coraje incontrolable que sentía en esos momentos. Era la primera vez que mis sentimientos me dominaban así. Por fin Eduardo logró zafarme del cuello de Phany y reaccioné.

— ¿Estás bien, Phany? — preguntó Ángela inquietada.
— No pasa nada, Angie, lo tengo más que merecido — respondió la chica limpiándose la boca cubierta de sangre.
— Sígueme Phany, voy a curarte. Ángela, encárgate de ella — dijo Eduardo señalándome con la mirada, y sentí vergüenza. ¿Qué rayos pasaba conmigo?


— Ya tenemos que irnos — dije rompiendo el silencio.
— Creo que te pasaste un poquito — se rió Cecilia.
— ¿Tú crees? — sonreí aliviada de que mis amigas no me tuviesen miedo.
— Debo decir que lo disfruté, pero es un secreto — Terció Ángela acariciando mi cabello de forma maternal.

Eduardo salió seguido de Phany, quien seguía luciendo muy mal. Me acerqué a ella y retrocedió con miedo en la mirada, sentí una repentina lástima.

— ¿Puedes decirme a qué viniste? Estoy a punto de irme — dije tranquilamente.
— ¡Tú no puedes irte sin escucharme! — gritó de pronto y todos nos miramos angustiados — Si después de lo que te digo, decides irte, lo respetaré. Pero te ruego que me escuches. Sé que no lo merezco, sé que fui una completa zorra y no sabes cuánto me arrepiento. Solo escúchame — comenzó a llorar.
— Wow — dije venenosa — quién lo diría, Phany llorando.
— Por favor.
— Serán solo unos minutos, acompáñame a la cocina — le dije dándole la espalda. Comencé a caminar nerviosa, pero fingiendo cinismo y soberbia, ella no podía verme flaquear.

Me acerqué a una silla y me acomodé, le señalé a Phany que me imitara y así lo hizo sin mediar palabra. Empecé a golpear mis dedos en la mesa, esperando a que ella comenzara a hablar.

— Escucha, he sabido que Ian vino hasta aquí a buscarte. He sabido que lo dejaste ir, así que me decidí a dar la cara yo misma. — Suspiró — No juzgues a ese pobre chico de buen corazón por culpa de una cualquiera. Quiero que sepas que todas y cada una de las palabras que él te ha dicho son verdaderas. Antes de que Ian se fijara en ti, yo ya me había enamorado de él, y estaba muy molesta. No tienes idea de la envidia y el odio inmerecido que sentía por ti. Ideé un plan para que él te fallara. Pero de nada me servía, cada momento que lo seducía él me rechazaba, alegando una y otra vez cuánto te amaba y respetaba.

Sentí que mi corazón tartamudeó.

— Harta de sus negativas, planeé algo que definitivamente lo separaría de ti. Porque te conocía, sabía que no ibas a escucharlo. Ese fatídico día me metí a su cama, él estaba inconsciente. Y ante cada caricia no dejaba de pronunciar tu nombre. Cuando nos viste y te fuiste, reaccionó y al darse cuenta de que era yo, inmediatamente me alejó y corrió a buscarte. Jamás quisiste escucharlo, y en pocos días ya te habías ido de la ciudad.

“El primer año fue el peor, puedo jurártelo, todos temían que fuese a suicidarse y él solo se reía. Sus facciones y actitudes se transformaron, de ser una persona llena de luz se volvió en una sombra que solo deambulaba por las calles en la madrugada. Su familia buscó ayuda y poco a poco logró recuperarse. Pero los días oscuros no acabaron, los cigarros y las drogas. Verás, cuando me di cuenta del mal que había causado en su salud mental, ya era demasiado tarde.

Pero él es tan bondadoso, que al pasar de los años por fin logré que me perdonara, nos hicimos buenos amigos. Pero no había un solo maldito día que no pensara en ti, que no se preguntara si estabas bien, si la vida te sonreía, si te acordabas de él.

Todo esto me hizo sentir miserable, porque sabía que aquello era solamente mi culpa. Luego supo que volverías y carajo, parece que le regresó la vida. Me mantuve al margen para no causar problemas, por supuesto. Y ahora vino hasta aquí a decirte que te amaba, que todo había sido un error que se podía reparar.”

— Por favor, basta. Detente ya — comencé a llorar.
— No puedes negarte a la verdad — me insistió Phany — Ian te ama, y nadie más podrá quererte así. Te ruego que no te vayas y lo busques, antes de que sea tarde.
— ¿Tarde?
— Tengo tanto miedo de que vuelva a caer — lloriqueó — Yo sé que lo amas, por favor no lo dejes ir. El amor entre ustedes es puro y estoy segura de que es para siempre. Sé que los cuatro años que pasaron no han modificado eso, porque puedo ver el mismo brillo en tus ojos que he visto en él cuando me habla de ti.

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