Cantando a la noche sin luna y sin estrellas, reclamada por la brisa que recorre su espalda. Desnuda, con las ganas rotas y las clavículas afiladas. Todos los huesos clavados en la fina piel.
Acompasa su respiración, tiene las manos pálidas y frías. Se deja llevar por el abrazo de la calma, se le acabó la ansiedad, se le acabó la vida.
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