domingo, 6 de enero de 2019

Me abro paso en la oscuridad

Estoy.
Sobre la cama de angustias, la habitación vacía, el arrullo de una mariposa nocturna.

Aún tengo nudos que desenredar, demonios que enterrar. Lucho cada día con un monstruo que porta mi nombre y mi rostro.

El camino es largo y angosto, bajo el manto de mis noches debo andar... Y ando. Hasta que el aliento prenda fuego mis pulmones y el roce de mis pies me haga sangrar. Aunque el corazón martillee mi pecho, aunque parezca que mis ojos no podrán volver a ver jamás.

Se me agotaron los miedos, el terror ya me mostró sus grises fauces, más no hay para perder; más no tengo para el grito de mi temple.

Larga es la brecha entre lo que soy y lo que anhelo ser, sin embargo, aún tengo vida para gastar y desgastar. Mis lágrimas ya no pueden reclamarme, llegan para vaciar el alma y desahogar los días perdidos.

La culpabilidad, oh inútil e inestable compañía, te he dicho hasta nunca. No puedo seguir esperando a tu capricho para avanzar, por cuenta propia llegaré. Pues no hay ni ha habido duda: llegaré.

Voy a bailar y sonreír, sucumbiré y lloraré... Pero más allá de las montañas espera él.
Suavemente espera él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario