domingo, 22 de mayo de 2022

Es momento de pedirme perdón a mí

Corina de nueve años de edad, me dirijo a ti porque de todas nuestras versiones eres la única que recuerdo siendo feliz, con motivaciones, sueños tiernos y unas ganas inmensas de vivir cada día, esperando lo mejor siempre. Sí, sé que en tu escuela primaria tenías muchos amigos, prácticamente todo tu salón de clases, y tu mejor amiga era un poco ruda; pero te agradaba muchísimo pasar tiempo con ella, reías demasiado, no fingías. También me dirijo a ti porque a pesar de tu edad fue la primera vez que un muchachito te enterneció el corazón. Recuerdo cómo se aceleraba tu corazón cuando hablaba, eran buenos amigos; le regalabas de tus chicles de fresa. Te gustaba que fuera zurdo, su piel blanca, el lunar cerca de su boca y sus rizos oscuros. Fue la primera vez que te ilusionaste, eras muy soñadora, entonces no le temías a las noches, pues creabas escenarios bellos, llenos de luz. 

Corina de nueve años de edad, me arrodillo frente a ti y en medio de veintisiete lágrimas te digo: perdóname. Te he destrozado las ilusiones, las esperanzas, te quité al dios y a los ángeles en los que creías, lo que te daba paz. Te rompí hasta la piel, te golpeé y te permití que te humillaran de las maneras más crueles sin defenderte. Dejé que el mundo te sembrara miles de trastornos y hoy estamos solas, no hay nadie. Somos tú y yo.

Perdóname por no llevarte al lugar que merecías, perdóname, niña sociable, sonriente y escandalosa... Lo he hecho fatal. Pero si me dices que sí me perdonas, trataré de arreglarlo; sigo respirando, todavía lo puedo reparar. Mi chiquita tan linda, tan dulce. 

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