Los psicólogos de las redes sociales mienten, o al menos conmigo se equivocaron; yo no merezco ser amada, con referencia al amor de pareja. Yo no merezco ser acariciada con dulzura, vamos, que ni siquiera tengo piel tersa por culpa de las cicatrices que yo misma me provoqué. Ni siquiera tengo la excusa de algún maldito accidente para dar lástima.
No te equivoques, no es que busque la lástima de nadie, irónicamente a pesar de mi nulo amor propio, tengo demasiada soberbia corriendo por mis venas. ¿Será de familia? Puede ser que sí. No puedo ser amada porque nunca me enseñaron a amar a nadie. No puedo abrazar a mis amigos, porque me incomoda el contacto, no puedo seguirle la corriente a alguien que tiene interés en mí porque huyo. Le tengo mucho miedo a equivocarme, me aterra el rechazo.
No puedo amar porque probablemente el trabajo de amarme a mí misma me lleve toda la vida, nunca voy a estar preparada para enviarle un mensaje e iniciar algo que en las probabilidades hay un pequeño porcentaje de que salga bien. Yo no me arriesgaré por ese porcentaje. Tu dios me hizo llena de enfermedades mentales e imperfecciones de personalidad e imagen. El espejo está muy roto y yo no tengo tiempo de comprar uno nuevo.
No soy cínica, sí sufro, porque también hay romance en mi alma y fantaseo con escenarios absurdos de amor, porque aunque está un poco hueco mi corazón sigue latiendo. Y porque he demostrado el amor con sacrificios, es lo único que me enseñaron mis padres, mis abuelos, mi familia entera.
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