jueves, 26 de mayo de 2022

Me niego a ser una falsa trascendida

Compartimos la misma sangre, y mi corazón no es un villano; quizás algún día logre perdonarlos. Y no lo digo con soberbia, tengo mi propio cúmulo de malas decisiones, pero ustedes me han hecho un daño tan profundo, de esos que requieren un tiempo indefinido. Pero hoy no, papá hoy siento que te odio, golpeo la pared preguntándome ante cada puñetazo por qué, por qué, por qué... ¿Qué carajos hice tan mal para que no sólo no me quisieras, sino que me humillaras? ¿Sabes qué es lo que más odio? Que finjas no recordar todo lo que hiciste, en lo que me convertiste, en tu ceguera mental, porque sé que sí lo recuerdas. Me digo muchas veces, si no lo logré con sangre tal vez lo logre con la muerte, que un día de tu vida llores por mí, pienses en mí, para después seguir tu camino. 

Dicen que los padres no hacen preferencias, pero al crecer me he dado cuenta de que no es ley de vida, a veces sencillamente puedes rechazar a tu creación porque consideras que te salió mal, que no es como tú, que prefería vestidos y muñecas que balones de futból. No obstante de que me abandonaste en mi infancia y adolescencia, hoy en la adultez sigues siendo fiero y cruel. Y, maldita suerte, me sigue doliendo y probablemente tarde años en sanar algo que yo no provoqué. 

Y como no quiero engañarme nunca más, no te perdono, hoy te odio, hoy deseo que estés lejos de mí, quizás un día pueda perdonarte, pero hoy no. Bien ha dicho mucha gente; los árboles genealógicos también se podan.

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