lunes, 28 de mayo de 2012

Amargo.

No encuentro donde desahogar mi dolor y mi perturbación...
De nuevo es madrugada, mis ojos hinchados me ruegan descanso, pero mi cerebro me lo niega rotundamente. Estoy tan cansada de estar aquí, de buscar en otras personas lo que sólo tú me has podido dar. Me siento tan torpe cuando no te siento ni en palabras. Son casi las tres de la madrugada, en unas horas me espera la escuela con sus alumnos de sonrisas frívolas, preocupaciones imbéciles, discusiones superficiales e ideas inútiles. Me aguardan las mismas caras, los mismos saludos, las mismas risas forzadas y el mismo deseo de encontrarme, en medio de este aburrido lugar, con tu mirada profunda, tus brazos protectores, tus labios traviesos. Sueño con correr hacia ti, entregarme al perfume que emana tu piel, sentirme sinceramente dichosa y darte la bienvenida a tu verdadero hogar.
Al regresar a mi casa sólo quiero encerrarme en mi habitación, fumar un cigarrillo, colocarme los audífonos, cerrar los ojos y desentenderme por completo del mundo. ¡Te necesito tanto! ¡Eres la chispa de emoción de mi vida! ¡Mi motivación más grande! Sin ti todo se ha tornado gris...sumamente gris y amargo.
Quisiera decirte que te extraño como a nadie, que me faltas cada día, que soy tan apática, amargada, cínica y cruel sin ti. Pero existe una barrera que me lo impide, ¡Ah, todo lo que no pude decirte! Mi único consuelo es plasmar mi decadencia en letras que a la vez no significan nada.
Ya no quiero seguir así, alimentando a las flores con mis lágrimas, y formando melodías horrorosas con mis sollozos y mis suspiros fantasmales. ¿Qué hago para olvidarme de ti?

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