sábado, 16 de junio de 2012

Elisa II



La voz en su interior desapareció tan pronto como había llegado, la chica de cabellos rizados sentía endurecerse los restos de lágrimas en sus mejillas. Se quitó los zapatos, bajó a la cocina ya solitaria, y se preparó un tazón de amargo café, la melancolía apareció sin perturbar su soledad, bebió firme esperando de alguna manera desarmar el frío que emanaba su herido cuerpo. Al terminar, el vacío cruel, seguía en ella, y parecía que se había abierto más camino. Volvió a llorar en un canto doloroso para quien lo escuchase. Tomó algo de un cajón abierto, lo apretó firmemente contra su pecho, para después observarlo detenidamente, dibujando una sonrisa en el reflejo de aquel cuchillo. Subió las escaleras, dejando el tazón  de café con el olor del sufrimiento.  

Tomó una toalla y se dirigió al baño, abrió el grifo dejando que el agua caliente llenara la fría tina, cerró la puerta con seguro, sacó su celular colocándolo en el piso antes de iniciar una canción oscura y al mismo tiempo alegre de piano.

-No te detengas, solo hazlo – la voz en su corazón volvió a hacer acto de presencia mientras ahora un frío todavía más extremo recorría su espalda, como si le hubiesen pasado un trozo de hielo – Ya no te quedan razones, ¿no es así?

La chica golpeó su cabeza contra el lavabo, intentando dispersar sus pensamientos y borrar a esa voz. Se miró en el espejo de cuerpo completo y poco a poco comenzó a deshacerse de sus prendas, tan lentamente que parecía que un movimiento en falso podría destruirla. Volvió a verse en el espejo, ahora desnuda, las marcas en su piel eran una clase de arte abstracto, recorriendo desde sus blancas piernas, hasta sus brazos, su vientre y su garganta. Se deshizo de los torpes brazaletes que portaba y palpó con nostalgia las cicatrices de sus muñecas, frías y aún adoloridas. Sintió náuseas, pero no dejó de torturarse con la terrorífica visión que le devolvía impiadoso el espejo.  
El agua comenzaba a derramarse de la tina, rápidamente ella cerró el grifo. Sus pies desnudos sintieron el ardor del agua caliente derramada en el suelo, impávidamente la chica de cabellos rizados se sumergió por completo en la tina, y su cuerpo helado tomó calor casi de inmediato.

Todo sigue avanzando hacia una vaporosa soledad, mi corazón siente tanto hielo dentro de sí, y aún después de tanta tristeza, no puedo culpar a nadie de mis propios errores, de mi insana forma de ver la existencia, de vivir de los sueños y de las fantasías. ¿Qué hacer?
No me salves…

No hay comentarios:

Publicar un comentario