viernes, 22 de junio de 2012

El final de Elisa


La chica de cabellos rizados, aún con lágrimas en los ojos, selló su corazón al terminar de escribir esa carta extraña de despedida. Ella no quería aceptárselo a sí misma, pero estaba esperando que algo o alguien la salvasen de ese final tan dramático, liberarse. Pero en el fondo sabía, nada evitaría su…suicidio. La chica colocó el celular sobre un estante donde cualquiera pudiese verlo y volvió a recostarse en la tina, retomó el objeto punzocortante. Rozó su muñeca izquierda con el cuchillo, recién se dio cuenta de que tenía mucho miedo al dolor que pudiese sentir. Irónico y estúpido, pensó.

-Me permito recordarte que el dolor de respirar es peor al físico que ahora sentirás. Solo será por unos momentos y después, serás lo que siempre quisiste ser, un alma libre de ese cuerpo – Opinó la voz con un toque burlón.

-Tienes razón – aceptó la chica de cabellos rizados – no puedo ser una maldita cobarde hasta para acabar con mi asquerosa existencia –suspiró

Ella volvió a sumergirse en el agua para infundirse valor, ¡no podía seguir retrasando las cosas! ¡Cualquier cosa que le deparara era mucho mejor que estar ahí! Sabía después de todo, que no existía un “más allá”. Así que probablemente eso no le preocupaba en lo más mínimo. Salió del agua, mantuvo el cuchillo sobre su vientre por unos minutos. Permaneció estática, como si lo único presente ahí fuera su cuerpo y no ella en realidad, su mirada se mantuvo fija hacia  la nada, ya no habían lágrimas, ni sollozos. Tomó firme el objeto y con un movimiento seco, realizó un corte horizontal muy profundo en su muñeca izquierda, los chorros de sangre rojo intenso empezaron a brotar demasiado rápido, cambiando por completo el color del agua. Ella sin horrorizarse y con el mismo movimiento seco, efectuó el proceso pero ahora en su muñeca derecha, de igual manera, la sangre hizo acto de presencia en una cascada carmesí. La chica de cabellos rizados lanzó el cuchillo ensangrentado al suelo, hundió sus dos brazos en el agua que adquirió un escarlata aún más oscuro. Aspiró con mucha dificultad, el dolor  no fue tan grande, al menos no como el sufrimiento que ella ya hubiese atravesado anteriormente. La respiración cada vez se hacía más pausada, más perezosa, los párpados empezaron a pesarle increíblemente, la chica no se rebeló y cedió ante los cambios de su cuerpo casi inerte. Al cerrar los ojos por completo, se dejó llevar en medio de una sonrisa, por la fantasía, estaba quedándose dormida para siempre. Poco a poco, dejó de sentir el agua mojando su piel, dejó de escuchar el canto de los pájaros en la ventana, dejó de poner atención hasta a su propia respiración, dejó de sentirse a sí misma. Y entonces, Elisa escapó de su cuerpo, para atravesar a un sueño pacífico e interminable, lejos del desprecio de la gente, de los problemas, de la depresión. Y al rescatarse del mundo, todas las alegrías se acumularon en su espíritu desencadenado, para explotar entre centelleos y risas. Acabando con todo.
La chica de cabellos rizados, murió, sin que nadie pudiese hacer nada.
¿Qué pasó después?
Aún puedo escuchar el llanto arrepentido y sincero de ciertas personas.
Y aquella voz fantasma y gutural…sigue nadando entre cuerpos débiles, convenciéndoles de buscar la salida más rápida. 

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