miércoles, 21 de julio de 2010

El poema que debí haber escrito el "día después de".


Hoy desperté con el rostro repentinamente iluminado,
recordé lo que me dijiste anoche y logré sonreír.
¡Que dicha y que entrega! Por corazón enamorado,
por fin me he encontrado con una razón para vivir.

Siempre vislumbré este amor como secreta ilusión,
vives en lejanía de mí, más yo te sentía aquí.
Cuando te esfumabas guardaba lágrimas de dolor,
¡ímpetu! ya no abría los ojos por mí sino por ti.

Ayer me confesaste que me amabas ¡lo dijiste!
y con ello una silenciosa felicidad afloró de mi alma.
En una bomba autodestructiva mi corazón convertiste,
no necesité de tus labios para creer, tu promesa bastó.

Sé que esto es real, no espero nada más
que tu entrega, que tu espera.
Te amo, siempre te amaré.
Separados pero unidos por un mismo sentimiento.
Desde ayer, para siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario