Odio la incertidumbre, no me permite pensar con claridad, no me da la oportunidad de escribir algo medianamente agradable. Al pasar de los años, han sucedido demasiadas cosas a mi vida, acontecimientos que lograron transformar mi personalidad, mi manera de odiar y amar lo que me rodea. Y nada, aunque lo deseara, volvería a ser como en el pasado, ni lo bueno ni lo malo. Lo que me ha llevado a un punto de descontrol y perdición, el lugar del cual me es difícil huir, las inmensas ganas de morir, yo le llamo Desesperación. Puede que sea el final o no, pero la sensación no se ha detenido, las enfermedades surgidas de emociones incontrolables, pastillas para dormir y después...nada. El amor es cruel, sí. Las mentiras convocan desconfianza, las ilusiones obsequian ideas erradas y derraman decepciones.
No asimilo la situación, todo llegó como una enorme ola y me derribó.
Aunque la angustia no me ha ahogado, poco me falta.
Parece que para escribir se necesita ser un verdadero infeliz.
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