jueves, 22 de noviembre de 2012

Cuatro años hacia delante X


-Lárgate de mi casa ahora – Dijo en un susurro que se me antojó a  desolación.
-¿Qué sucede? – grité dirigiéndome la puerta. Eduardo me lanzó un gesto de tristeza que no comprendía. Me asomé a ver de quien se trataba la visita, para exigirle que dejara a mi mejor amigo en paz, pero cuando vi a esa persona todo se tornó oscuro.
Al abrir los ojos lo primero que vislumbré fue el rostro de Ian, su mirada solo mostraba preocupación.
-¿Estás bien? – me preguntó rápidamente.
-¿Qué carajo haces aquí? – Lo empujé ignorando su pregunta – ¿acaso no te pedí que me dejaras en paz?
-Lo…lo siento – dijo con sorpresa – necesitaba hablar contigo.
-¿Cómo supiste donde estaba?
-No fue difícil – sonrió sin alegría.
-Eres un idiota.
-Eduardo, ¿puedes dejarnos solos? – pidió Ian educadamente mientras me ayudaba a levantarme.
-Sueñas – se acercó mi amigo dispuesto a propinarle un puñetazo en la cara.
-Espera, no – le ordené – ya se irá, te lo prometo – le dije acariciando su mejilla – solo serán unos momentos – advertí dirigiendo una mirada desdeñosa al chico de ojos negros.
-De acuerdo, y solo porque tú me lo pides – me miró – daré una vuelta.
Eduardo salió de inmediato dando un portazo, me sentí mal por haberle pedido salir de su propia casa, pero ya tendría tiempo para resolverlo.
-Ahora estamos solos – me dirigí a Ian - ¿De qué quieres hablar?
-Recuerdo unas palabras que dijiste antes de irte – se acercó lentamente hacia mí y me rodeó con un brazo – sé que las recuerdas tan bien como yo y…- se acercó aún más – no estoy dispuesto a dejarte ir otra vez, llegó el momento de hacer las cosas bien.
-¿Y hasta ahora, después de tantos años quieres arreglar las cosas? – Me dirigí a él tratando de no llorar – Es que eres idiota – murmuré – ya hablamos de eso y ya te perdoné ¿Qué más quieres de mí?
-Quiero volver a tener tu amor – me miró con angustia – nuestra separación solo fue una serie de eventos desafortunados, te juro que yo nunca dejé de amarte.
-Mientes – susurré – tú me engañaste con esa mujer – dije con dolor.
-Mira – sacó de su bolsillo un papel arrugado y viejo - ¿recuerdas?
Reconocí aquella nota inmediatamente y el pasado cayó sobre mí como un torrente.

Flashback

Ian y yo habíamos pasado un día increíble, después de haber estado en convivencia con nuestro grupo de amigos nos dirigimos a su casa. Por suerte, su familia estaba de viaje y mis papás creían que yo estaría en casa de Ángela, así que podíamos hacer y deshacer sin que nadie nos vigilara.

-Te amo – me abrazó por detrás y comenzó a darme besos en el cuello.
-Yo te amo a ti, mi Ian – me volteé parándome de puntitas para besarlo.
-Adoro cuando dices mi nombre, en tu voz se escucha tan bien – sonrió.
-Eres todo para mí – sinceré separándome de él y mirando fijamente su rostro, encontré en él amor verdadero, sabía que me quería del mismo modo que yo lo hacía, no podía dudarlo más. Representaba claramente en mi corazón que era el hombre de mi vida, que jamás podría amar a otro como lo amaba a él.
-Quiero estar contigo para siempre – dijo sonriéndome.
-Yo estaré para ti hasta que te aburras de mí – reí acomodándome en un sillón.
-¡Jamás me aburriría de ti! – Gritó sentándose a mi lado – en todo caso tú tendrás que aguantarme – ambos reímos.
Se abalanzó sobre mí y empezó a besarme otra vez, la calidez de sus caricias me inundaba el corazón, tanto que quería llorar de felicidad, no podía creer que mereciera tanta dicha. Me aferré a su cuello mientras ambos jugábamos con nuestras lenguas. Él desabrochó los botones de mi blusa con gran delicadeza y me propinaba besos desde el vientre hasta el pecho.
-¿Quieres que siga? – Preguntó con brillo en los ojos.
-Sí – contesté en un suspiro.
-No tengas miedo, seré cuidadoso – sonrió – te amo.
-Te amo aún más – lo abracé.
Nos dirigimos a su habitación, ahora yo me deshacía de su camisa hasta encontrarme con su torso desnudo, mi Ian realmente era hermoso, y solo para mí. Los besos y caricias se intensificaban cada vez más, y cuando finalmente ambos estábamos despojados de nuestra indumentaria, él entró celosamente en mí, haciéndome sentir una mujer colmada de dicha; de amor puro y de placer. Amaba a Ian, así que ese día me entregué  a él como quien se lanza al vacío esperando sobrevivir.
Al amanecer, ambos nos encontrábamos recostados en su cama,  envueltos en una fina sábana. Él dormía, disfrutaba tanto observarlo mientras lo hacía, su respirar acompasado solo demostraba una inmensa paz, misma que me trasmitía. Le di un beso en los labios y me desperecé, no quería separarme de él, no después de haber vivido el momento más maravilloso; pero había prometido a mis padres recoger a mi hermano de una fiesta y regresarlo a casa.
Le dejé una pequeña nota a Ian que decía:
“Hermoso, gracias por una noche tan mágica. Salí a resolver unas cosas, pero regresaré lo más pronto posible. Te amo.
Y ese regreso nunca sucedió, al menos no para él.

Fin del flashback

No hay comentarios:

Publicar un comentario