viernes, 23 de marzo de 2012

Adentro tuyo.


La siguiente 'conversación' fue escrita para una novela especial, espero que no les parezca muy intenso, y si eres de mente cerrada y pudorosa, vete de aquí.


Él: Ahí en tu interior existe una humedad férvida y suave,
Un calor que hierve sofocándose, anhelando que allí me hunda profundamente.

Ella: Tu cuerpo guarda un espacio para mí. Y mi sexo muere por guardarte dentro mío, tanto tiempo. Una magia impura surge mi entrepierna, esas ganas de consumarnos.

Él: Labios que añoran tu boca, lengua vuelta bailarina entre tus dientes, ¡Cuerpos insomnes en súbita excitación, desesperados, anhelantes!

Ella: Boca que acepta tus labios, corazón desprendiéndose de mi pecho por cada una de nuestras sacudidas. ¿Sabes que me extravío en tu cuerpo? Y me busco desesperadamente, en tu pecho rudo, en tu miembro que aún se escapa del roce de mi piel, en todo existente dentro y fuera de ti.

Él: Disfrutemos el rumor, este momento la presencia de nuestros sexos es lo único vital,
Mantente tendida a mi lado, en medio de la noche, vivámonos.

Ella: Amante, amigo, nombre que delata mis gemidos. No te detengas te pido, arráncame el aliento con tus vaivenes, hazme sentir que somos poseedores del universo entero. Intentemos que cada estrella represente un orgasmo.

Él: No nos mantengamos quietos, saborearemos la exquisitez de la cama, testigo de nuestro acto.
Te contemplo desnuda, sin tapujos, bella. Tus pieles entre las mías, exijo las caricias, el sudor, tu sabor y el mío.

Ella: ¡Qué provocación! ¡Si se escucharan todos los pensamientos lascivos que se transportan en mi cerebro en este instante, estaría ya en el infierno! Siénteme como yo te siento a ti, espíritu y entidad se convierten en confidentes del sexo y del amor. ¡Dolor penetrante y dulce!

Él: Recorro con mis dedos tus pulidos senos, tu cintura delicada, tus muslos melosos y húmedos,
Acaricio aquel centro que me amplía de vibraciones y fantasías, que me convierte a la fiereza.
Adán profanó a Eva.

Ella: Eva permitió que Adán la profanara. Alcanzo la cumbre de esta fogosidad, de mi goce y placer, las palabras se me escapan. Sólo existen balbuceos, proporcióname más, cariño mío, más.

Él: Me pierdo en tus acompasados movimientos, te envuelvo entre mis brazos y de una manera enloquecida te hago mía y me hago tuyo, únicamente tuyo. Atrapamos la cúspide del placer físico y espiritual.

Ella: Oh amor. Te has adueñado de mí como un león persigue a su presa. Y al mismo tiempo yo me aferro a tus cabellos, arrastro mis uñas en tu fornida espalda. ¿Acaso puedes estar aún más dentro de mí? ¿Acaso?

Él: El íntimo arrullo de dos cuerpos entre el oleaje de las sábanas, las ansias de fluctuar la piel. Cuanto te tomo y me tomas soy capaz de sentirlo todo; doloroso, delicioso, el gozo termina por mantenerme fuera de mí.

Ella: Estamos íntimamente unidos, nos hemos convertido inesperadamente en uno solo. Me falla la respiración, y eso irónicamente me fascina, me envuelve en una brillante paz.

Él: Acaricio con la punta de mi nariz la forma de tu pequeño ombligo, saboreo cada lunar que se atraviesa en mi camino, pruebo una vez más tus labios, tus ojos, tus mejillas. Mi lengua no puede evitar rodear tus pezones con necesidad, infinita necesidad de ti.
Hasta llegar al límite del pecado mortal.

Ella: Y vaya que hemos llegado al pecado mortal, extrañamente no me importa. No dejes de olfatearme con tu perfecta nariz, alcanza hasta los lugares más recónditos de mi ser y sabré corresponderte bien. Mis erectos pezones piden por tu boca y tus duros dientes. No dejes de desearme, porque yo no lo haré.

Él: Quiero sorprenderte, en el suelo, en la cama, arrimando a tu cuerpo mi cuerpo, estrujándote y entrando en ti, mordiéndote.
Permanezco, dentro de ti.

Ella: Permanecemos amor, permanecemos.

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