viernes, 23 de marzo de 2012

Es un infierno sin ti.


¿Sería una ofensa decirte que lo siento mucho? No sé cómo excusarme cuando ni siquiera tengo una prueba factible en mi defensa, lo único que soy capaz de decir es que te extraño increíblemente. Te suplico que vuelvas a mí, te juro que nada aquí es igual sin ti, los días pasan demasiado lentos, como en un interminable cilicio. Mi cuerpo ahora es un terreno baldío, privado de tus placeres, de tu encanto, de tu belleza, de tu infinita paciencia para soportarme. De verdad, ella no significa nada a comparación de ti, perdóname por no saber cumplir mis palabras, la única realidad es que a ella no la amo, en lo absoluto. Duele tanto estar lejos de ti, que creo que ya me han cobrado todos y cada uno de mis pecados, desde el momento en que llegué al mundo, hasta ahora. Sé que no existen apologías, pero todo lo que digo es tan real como las lágrimas que desfilan por mi rostro ahora, en una danza torpe y húmeda. Por favor regresa, que tu ausencia sólo me ha traído desesperanza y soledad. Te repito, esa chica no es nada, y si no me atreví a decirte de ella, era precisamente para no hacerte sufrir, ni para que te decepcionaras así de mí, pero me equivoqué, soy un simple humano imbécil que tiene a equivocarse constantemente. Recuerda todos aquellos momentos en los que te dije que te amaba, tómalos y sáciate de ellos, pues todo lo que dije realmente lo sentía y lo siento, hasta el final así será. ¡Entiende! Nunca querría a nadie más, pues nadie posee tu naturalísima belleza, ni tu original personalidad, ¡No existe nadie que pueda siquiera compararse contigo! Me hundo poco a poco, mi amor, y sólo tú puedes darme esa serenidad que mi alma pide a gritos. Regresa a mi lado, o déjame morir para olvidar que te amo. Esta aflicción me acompaña a cada lugar adonde voy, y es que no puedo mantenerme lejos de tus besos ni de tus caricias. No puedo sencillamente dejarte pasar y recuperarme, sería como pedirme dejar de lado la respiración y vivir para contarlo, así de ilógico e imposible. No puedo permanecer sabiendo que te he perdido, perdona todo y comprende mi desdicha, tú eres mi única musa, intúyelo, todos mis versos siempre fueron dedicados a tu persona, sólo a tu persona. Elevaste mi corazón a extremos inigualables, y ahora permanezco para caer en picada directo a un infierno. No me puedes desechar así sin más, ni así de pronto, sé que me amas y por sobretodo sé que me necesitas tanto como yo a ti, te suplico, no perdamos este amor puro por un solo derrumbe. Por nuestros mejores momentos, no te vayas de mí. Estoy tan arrepentido como un asesino accidental, haré lo que pidas, aunque sea lanzarme a perros enardecidos, con tal de conseguir tu perdón. Pues te quiero a ti más a cualquier cosa maravillosa del universo entero, pues toda la grandiosidad que anhelo está dentro de tu magnífico ser, que es objeto de todas mis alegrías. Ninguna otra mentira volverá a dañar nuestro camino, lo aseguro. Deposita nuevamente tu confianza en mí y date cuenta de la obviedad, yo te amo tantísimo, que cada día en que estás ausente, me transformo en un patético intento deformado de persona, y que es tan grande mi tristeza, que parezco más un cadáver. Dejaré en ti la respuesta, ¿Dejaremos perder este hermoso tesoro? No lo dejemos ir, amor, sólo ven a mi lado y decoremos la decepción con más y más amor. No sé mantenerme de pie sin tus abrazos, no puedo abrir los ojos sin ver los tuyos cada mañana. No puedo tenerte lejos y ya. Estoy jodido sin ti. Perdóname, dueña de mis suspiros, perdóname. Y volvamos a ser lo que siempre fuimos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario