jueves, 8 de marzo de 2012

El diario de Sam I


Me presento, querida libreta de cuadros grandes, que me costó veinte pesos con cincuenta centavos, sin ningún tipo de dibujo más que una humilde estampilla de Harry Potter. Mi nombre es Samanta Revilla, tengo diecisiete años de edad, estudio en la escuela preparatoria no. 2. Tengo dos hermanos mayores que se encargan de llenarme la vida de diversión y aventuras; Ángel David de veintiún años y Carlos Fernando de diecinueve. Ambos están enormes, son fumadores, mujeriegos e inmaduros, pero los amo.
Los tres vivimos en una casa muy bien acomodada, en una colonia que se llama Las Rosas.
Nuestros padres murieron hace muchos años, los recuerdo muy poco.
Ángel David se encargó de sacarnos adelante y a pesar de que a veces actúe más como un niño de quince años, cuando se trata de protegernos se transforma en un adulto responsable. Él es mi motor y mi ejemplo.
La preparatoria se ha vuelto pesada estos días, hoy tuve una discusión con ella, Mariana Murillo, la persona que menos soy capaz de soportar en el mundo. La chica es superficial, hipócrita, mentirosa. ¿Sabes qué es lo peor? Fue mi mejor amiga. Pero esa es…otra historia que te relataré después.
Fuera de eso, mis cinco mejores amigos me hacen olvidarme de todo eso, dándome distracción y apoyo. Está; José, el testarudo, loco y el más divertido del grupo, nuestro club de perdedores, como alguna vez escribió Stephen King. Después está Melanie, la pecosa venida del extranjero, tierna y extremadamente dulce, es algo así como la psicóloga del club. Siempre nos hace reír con su acento. Luego tengo a Sebastián, un alto muchacho rubio, misterioso, reservado y sumamente guapo. Alguna vez me gustó, lo admito, pero al conocerlo mejor, descubrí que nos entendíamos tan bien, que encajábamos casi perfectamente, que no podíamos más que ser los mejores amigos.
La penúltima es Caroline, una chica punk de cabello verde y maquillaje extraño, es tan ruda que juraría que por dentro es más un chico que una chica. Al principio creí que ella nos causaría problemas, pero al tratarla descubrí lo maravillosa persona que era, sé ahora que se pondría frente a una bala por todos sus seres queridos.
El último del club es Richie, es parecido a José pero mucho más problemático, pasa sus días en la dirección de la escuela y ha sido suspendido más de seis o siete veces. Lo adoro. A pesar de todo, su capacidad intelectual es la más sobresaliente del club P.
¿Alguna vez alguien del futuro leerá mis letras o sólo desaparecerán?
Diario, creo que al conocerte me conozco.
Tengo que irme, Ángel David quemó el espagueti que estaba preparando. (le insistí en hacerlo yo pero me aseguró de sus dotes culinarios) Correré a arreglarlo todo antes de que explote la cocina.
Ya escucho las risotadas de Fernando y el olor de la comida quemada me irrita la nariz.
Te escribo la próxima semana.
Seré feliz.
S. R.

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