jueves, 5 de abril de 2012

José.


Amor mío, estos meses, después de que finalmente dejamos atrás esos trágicos ayeres, han sido sumamente felices, increíblemente maravillosos, ¡Y todo gracias a ti!
Cariño, cada vez que nuestro bebé hace un movimiento dentro de mí, siento que desbordo alegría y que las lágrimas no pueden dejar de desbordar por mi rostro. Ya siento que lo amo tanto como te amo a ti. Solo escribo esta carta porque quiero decirte que no he olvidado nuestros planes juntos, nuestros proyectos, el juramento que hemos hecho frente al altar, nada de eso. Cada momento en que recuerdo nuestra historia, la forma en que nos conocimos, la manera en que nos enamoramos, me siento dichosa y agradecida por tenerte a mi lado. No sabes, esa sensación placentera, cuando el sol se asoma en la ventana y calienta mis párpados, cuando abro los ojos y me encuentro enredada en tus fornidas piernas. Me aseguro de encontrar esa sonrisa fiel en tu rostro, y cuando finalmente lo hago, te abrazo y finjo estar dormida para no permitirte levantarte y alejarte. Después de que mi estómago y mi bebé piden a gritos alimento, recelosa me levanto de la cama, tratando de no arruinar tu descanso, sostengo mi vientre con dulzura, pues ahí mantengo a mi más grande tesoro que en pocos días podrá conocer de cara a su papá y a su mamá. Me dirijo a la cocina y preparo tu desayuno favorito, después saco de la nevera un poco de helado de fresa –el antojo favorito de nuestro Antonio- lo saboreo directamente del bote y espero. Escucho tus pasos torpes, vas al baño, yo río un poco, después gritas mi nombre y aún siento un cosquilleo y el inestable palpitar de mi loco corazón enamorado. Me quedo callada y entras a la cocina, aspirando, te asomas y me miras, tu mirada se embelesa y se enternece lentamente, el color sube a mis mejillas, corres hacia mí y como quien no quiere la cosa, besas mis labios para después besar mi vientre con dulzura. Dices Te amo.
Me procuras, me cuidas a cada momento, estás más preocupado que yo, cualquier movimiento brusco que hago y ya estás cargándome, con un pie en el hospital. Vas a ser el mejor papá que un niño pueda tener, estoy segura de eso.
Los días no provocan monotonía, al contrario, cada día nos permite ocurrencias nuevas, conciertos raros, películas, violín y guitarra, escribir canciones, escribir poesía, pelearnos por tonterías. Quiero envejecer contigo. A lo que quiero llegar con todo esto es, que acontezca lo que acontezca, siempre voy a amarte y sé que siempre estarás para mí y para Antonio. No quiero ser tu angelita únicamente, quiero que juntos despleguemos esas alas imaginarias, para luchar por esta pequeña familia contra todo y contra todos.
Nunca olvides que te amo. Amor inesperado, lugar inimaginable.

Atte. Tu angelita.


Me complace amarte, disfruto acariciarte y ponerte a dormir. Es escalofriante tenerte de frente y hacerte sonreír, daría cualquier cosa por tan primorosa, por estar siempre aquí. Entre todas esas cosas, déjame quererte, entrégate a mí. No te fallaré, contigo yo quiero envejecer. Quiero darte un beso, perder contigo mi tiempo, guardar tus secretos, cuidar tus momentos, abrazarte, esperarte, adorarte, tenerte paciencia. Tu locura es mi ciencia. Disfruto mirarte, cada movimiento, vicio que tengo. Un gusto valorarte, nunca olvidarte, entregarte mis tiempos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario